La gente que vive en la Capital Federal cada vez escucha más radios
de FM que de AM, por primera vez en la historia. La novedad es resultado
de un proceso de cambios culturales iniciados en la década del
80 del siglo pasado, cuando las FM comenzaron a dejar de ser ámbitos
en los que sólo se difundía música. La FM nació
como una radio complementaria de la amplitud modulada y que hoy puede
considerarse su principal competidora. Los datos sobre el cambio de preferencias
del público surgen de una encuesta realizada por la escuela ETER,
que dirige el periodista Eduardo Aliverti. La encuesta se hizo sobre la
base de 480 entrevistas a público de todas las edades, realizadas
en todo el ámbito de la Capital Federal. Este trabajo, casi sin
margen de error estadístico, ofrece resultados coincidentes con
otro realizado por la Secretaría de Cultura de la Nación,
aunque éste buscaba estudiar el comportamiento actualizado en el
consumo general de medios.
Oscar Bosetti, el responsable del equipo de investigación de ETER,
confiesa que se quedó perplejo cuando advirtió que uno de
los puntos centrales del trabajo es que las FM obtienen un 50,28 frente
a 49,73 que obtienen las AM. El incremento de cantidad de oyentes de las
FM comenzó a darse primero en el sector perteneciente a los oyentes
de 25 años aproximadamente, durante los años 80. Pero
en los últimos tiempos, estas fronteras se fueron extendiendo a
otras edades, lo que significó también un cambio para las
AM, según puntualiza el investigador.
La modificación en cuanto a la merma en la audición de las
radios de amplitud modulada, se relaciona, en un porcentaje con la convocatoria
que realizaron las empresas pertenecientes a esta frecuencia a figuras
típicas de la FM. Las AM sumaron a su plantel figura de la
FM. Esto no es casual, porque no sólo las reditúa en puntos
de raiting porque atraen al público fiel a esas figuras, sino que
también les permite acceder a nuevas pautas comerciales,
subraya Bosetti.
A diferencia de lo que sostiene el investigador de ETER, para el periodista
y estudioso de la radio Carlos Ulanovsky la elección explícita
una respuesta práctica de la gente al hecho de que
muchas AM se escuchen mal mientras las FM se escuchan bien en todas partes.
Hace 20 o 25 años las FM tenían un destino inevitable
que era pasar buena música, tenían un tono bajo y prácticamente
no se hablaba. Me parece que con el tiempo esa división se fue
modificando y hoy en las FM se habla tanto como en las AM, con los mismos
sonidos y separadores. Porque se sabe que la arquitectura de la radio
exige el mejor de los sonidos posibles y que se entregue el mensaje en
las mejores condiciones, analiza el especialista.
La encuesta, recuerda Bosetti. forma parte de un estudio más
amplio que venimos realizando en donde básicamente buscamos analizar
tres cuestiones vinculadas con el medio: ¿Qué hace hoy la
gente con la radio?, ¿Qué le demanda hoy la gente a la radio?
y ¿Cómo se informa hoy la gente a través de la radio?.
Este último es el más reciente y con el cruce de los anteriores
podemos arribar a lo que está pasando actualmente con los oyentes
y el medio.
El abordaje a los otros resultados de la encuesta permite trazar una aproximación
más acabada a un oyente típico de un medio que parece mantener
intacta a su audiencia a pesar del desembarco de las nuevas tecnologías
de comunicación. La fidelidad hacia una misma emisora es uno de
los rasgos que caracterizan, según el estudio, al escucha radial.
Más del 81% manifestó sintonizar siempre el mismo dial,
en tanto sólo un escaso 19% recorre el dial hasta encontrar lo
que le gusta. Ulanovsky apunta que las radios tienen hinchadas superfieles.
La gente se levanta, se va a dormir y no cambia el dial en su casa. Otra
cuestión está ligada con la tecnología. No hay un
aparato equivalente al control remoto, excepto en los equipos más
modernos. Otra de las características de un oyente medio
porteño que se desprenden de la encuesta está relacionada
con la ventaja que otorga la radio de acompañar tanto en los momentos
de estudio como en el trabajo. Sin embargo, el oyente medio no hace uso
de la participación en la compañía que otorgan las
emisoras: un elevadísimo 67% prefiere mantenerse como receptor
pasivo frente a un 32% que aseguró haber participado alguna vez
o habitualmente mediante llamados telefónicos. Para Antonio Carrizo,
este es un buen dato.Si se hiciera una estadística se descubriría
que los que hablan son siempre los mismos. Para un profesional es muy
peligroso esperar que el programa se lo hagan otros. Es como si un diario
estuviera armado solamente con cartas de lectores.
La aceptación de las programaciones radiofónicas actuales
es otro dato llamativo que se desprende de la investigación. Más
del 90% de los encuestados no modificaría los contenidos, en tanto
sólo un escaso 5% reclama programas de tango y espacios dedicados
al rock nacional. Para Bosetti, el hecho de que una amplia mayoría
no solicite ningún cambio responde a un estado acrítico
de aceptación de lo que los medios proponen. Es como que
hay una condescendencia del público respecto a los contenidos que
salen al aire.
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