Por Martín Granovsky
Domingo Cavallo tomó
una muestra de virus argentino, el virus A, lo puso en un frasquito y
se lo llevó a Brasil, donde llegó anoche. Hoy explicará
ante Pedro Malán qué puede pasar con un país cuando
otro le contagia el default, que como el mal de la vaca loca a veces no
ofrece síntomas al momento de la incubación. Pero por si
el mensaje no fuera claro, el ministro de Economía dijo al salir
de Aeroparque: A Brasil no le importó, cuando ellos apostaron
a su plan económico, qué repercusión podía
tener en el resto del Mercosur. O sea: a la Argentina no le importa.
El miércoles por la noche, en la conferencia de prensa donde pidió
superpoderes, Cavallo incluyó facultades para mover aranceles externos,
que son los que gravan la importación de bienes, o estimular la
importación, que puede ser una forma de subsidiar un producto y
cambiar su posibilidad de competir frente al mismo producto fabricado
en otro país.
Según las reglas del Mercosur, ni la Argentina, ni Brasil, ni Paraguay
ni Uruguay pueden cambiar ningún arancel sin acordar con el resto
de los socios.
Pero Cavallo fue más allá. En su discurso habló de
zona de libre comercio, un escalón inferior a la unión aduanera
que es hoy el Mercosur. Si el ministro de Economía quiere desandar
el camino, desatará una tormenta en la relación con el principal
socio comercial de la Argentina.
Vamos a explicarles al ministro de Economía, al de Industria
y Comercio Exterior y al canciller un conjunto de medidas comerciales
que nos vemos obligados a adoptar por la crisis que está atravesando
Argentina y que comenzarán a tener vigencia a partir del lunes,
dijo Cavallo, a quien acompañaba, en silencio, el canciller Adalberto
Rodríguez Giavarini. Traducción: quizás Cavallo no
quiera desandar el camino. Tal vez solo busque asustar a Brasil con un
cataclismo argentino y, bajo el efecto de la amenaza de abrir el frasco
con el virus A, conseguir un régimen de excepción durante
algunos meses. Como los superpoderes, pero a nivel regional. Y otorgados
por el grandote, Brasil.
Brasil está dispuesto a que se cree un régimen temporal
de excepción para reducir las tarifas de importación de
bienes de capital e informática y para la elevación de las
alícuotas de bienes de consumo, dijo el ministro de Comercio
Exterior Alcides Tapias, aunque en ambos casos se refirió al comercio
de países del Mercosur con terceros países que no sean los
cuatro socios.
Vamos examinar el tema con calma y espíritu constructivo.
El de Argentina es un problema de envergadura, serio e importante,
dijo el canciller Celso Lafer.
Mañana (por hoy) vamos a publicar las resoluciones y decretos,
pero hemos querido explicárselas a las autoridades brasileñas
y por eso viajamos, dijo Cavallo sobre la reunión que mantendrá
con los ministros Pedro Malán, Lafer y Tapias. Y dijo que las
autoridades de Brasil, como lo han dicho en un comunicado, comprenden
las razones que nos motivan a aplicar esas medidas, que por otra
parte profundizarán el Mercosur. En realidad, bien
leído el comunicado no era un apoyo sino una suave advertencia.
Luego de señalar que Brasil espera que las medidas propuestas por
Cavallo contribuyan a retormar el crecimiento y ampliar el grado
de confianza de los inversores y los mercados en su economía,
Brasilia dijo no oponerse a las medidas de naturaleza comercial
que el gobierno argentino consideró necesario tomar para enfrentar
la presente situación. Pero excepcionalidades como
la postulada en cuanto a la política tarifaria del Mercosur deben
ser examinadas a la luz de los objetivos del proyecto de integración
regional, de los intereses de todos los socios y de las estrategias de
los gobiernos para encontrar los caminos que mejor respondan a las circunstancias
que se presentan. También anuncia el texto que Brasil propondrá
reunir al Consejo del Mercosur para que se pueda evaluar con mayor
profundidad las implicaciones de las medidas argentinaspara el Mercosur
y su futuro. Nueva traducción: de hechos consumados, nada.
O, al menos: si se producen, no son aceptados como norma.
Página/12 pudo establecer en medios diplomáticos que las
afirmaciones de Cavallo en su discurso-programa no cayeron bien ni en
el gobierno brasileño ni entre las poderosas organizaciones empresarias
como la Federación de Industriales de San Pablo. Anoche se desarrollaba
una reunión de alto nivel en la secretaría general de Itamaraty,
la cancillería brasileña, encabezada por dos expertos: el
ex embajador en la Argentina Luiz Felipe Seixas Correa y el actual embajador,
Sebastiao do Rego Barros. Se mantuvieron en comunicación con Malán,
que espera tener noticias directas del propio Cavallo esta misma mañana.
El virus A tiene dos poderes que los científicos aún no
han probado. El primero es el efecto dominó. ¿Es verdad,
como supone Cavallo, que una caída argentina podría arrastrar
a otros mercados emergentes, o la Argentina es demasiado chica para generar
un dominó? Y el segundo es el mismo efecto Cavallo. El ministro
es un niño mimado de la cofradía internacional de economistas
inclusive por encima de Malán. ¿Pesará tanto esa
imagen frente a la dimensión verdadera del mercado argentino?
Creo que va a ser un día muy parecido al último día
de febrero del 1991, cuando un grupo de especuladores quisieron atacar
al plan de convertivilidad, si quieren saber que va a pasar dentro de
algunos días, lean la crónica de aquellas jornadas,
dijo ayer Cavallo. Y después lanzó un pronóstico
que internacionalizó hasta Brasil. Los especuladores que
estén en Brasil o en cualquier otro lugar del mundo van a recibir
su merecido, porque cuando alguien que atenta contra una moneda o contra
los títulos de deuda de un país se equivoca, pierde,
amenazó.
Salvo situaciones especiales como la que podría desatar el virus
A, el temor de Brasilia sobre la Argentina es más político
que económico, lo cual se desprende de los intereses de cada uno.
La Argentina necesita el Mercosur para ampliar su escala productiva y
como mercado receptor. Brasil precisa apoyo político argentino
para ampliar su escala como potencia intermedia. Lytha Spindola, secretaria
de Comercio Exterior de Brasil, dijo que la balanza comercial de los dos
países no cambiará bruscamente porque la principal importación
brasileña es petróleo, pero señaló su esperanza
de que crisis económica argentina quede resuelta lo más
pronto posible, porque esa solución es necesaria para las negociaciones
del continente para formar el Area de Libre Comercio de las Américas,
el ALCA que impulsan los Estados Unidos. Ojalá que la vuelta
de Cavallo marque la tendencia de que la Argentina está encontrando
el camino de la solución para sus problemas lo más rápido
posible, dijo Spindola. Tudo legal.
Moneda común
del Mercosur
El presidente del Banco Central de Brasil, Arminio Fraga, admitió
que podría haber una moneda común del Mercosur, con
cotización flotante, pero señaló que la dolarización
de la economía argentina representa un obstáculo para
este objetivo. Fraga, que llegó a la presidencia del Banco
Central brasileño después de haber sido uno de los
hombres de confianza de George Soros, consideró que el
ministro Cavallo es una persona de la mayor competencia y está
buscando la mejor salida, pero entiendan esto como un deseo y no
como una evaluación. No obstante, consideró
que la virtual dolarización argentina vía la Convertibilidad
con el dólar no sería un obstáculo para la
integración de la Unión Aduanera si se tiene en cuenta
el ejemplo del Acuerdo de Libre Comercio Norteamericano (NAFTA),
cuyos miembros, Canadá, Estados Unidos y México, mantienen
sus respectivas monedas. Fraga realizó estas declaraciones
en un seminario sobre Dolarización organizado
por el Senado brasileño. Allí se condenó la
propuesta de dolarización de las economías latinoamericanas.
Sería una grave pérdida de autonomía,
argumentaron.
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CAVALLO
SE SALTA LAS RESTRICCIONES DEL MERCOSUR
Oid el ruido de rotos aranceles
Por
Julio Nudler
Brasil es la gran
piedra que debe saltar Domingo Cavallo para cumplir su anuncio de mayores
aranceles a la importación de bienes de consumo y arancel cero
para bienes de capital. Dado que sólo puede modificar los derechos
aplicados a las importaciones provenientes de extrazona (como se denomina
al resto del mundo, excluido el Mercosur), cualquier alteración
provoca un efecto conocido como desvío de comercio,
favoreciendo o perjudicando a las exportaciones brasileñas (y,
en su modesta medida, también a las uruguayas y paraguayas) hacia
el mercado argentino. Hay, por tanto, beneficios y perjuicios a negociar,
como está ocurriendo desde anoche en Brasilia con la presencia
del ministro de Economía y el canciller.
Si Cavallo encarece, por medio de mayores aranceles, la introducción
de bienes de consumo, los fabricantes brasileños se sentirán
felices, porque la medida no podrá afectar a sus productos, que
seguirán ingresando con arancel cero (salvo contadas excepciones).
Esta ventaja se sumaría a la que les otorga la depreciación
del real (el dólar llegó ayer a R$ 2,14), gracias a todo
lo cual ya venían desplazando a la competencia de otros orígenes,
como los países europeos, en bienes de la línea blanca,
entre otros. En todo caso, si los exportadores brasileños capitalizaran
todo el mercado que perdiesen los proveedores de extrazona, la medida
proteccionista de Cavallo no lograría ningún efecto y tampoco
generaría mayor recaudación aduanera sino menos.
En cuanto a los bienes de capital, ya en 1993 el ministro reincidente
bajó a cero el derecho de importación, y hasta debió
establecer un reintegro para las ventas internas de los fabricantes locales,
intentando compensarles así la pérdida de protección.
El costo fiscal de esas decisiones no podía preocuparle en aquella
coyuntura, porque la economía -y por tanto la recaudación
crecía aceleradamente. Hoy la situación se parece muy poco
a aquélla. Además, como en este caso el desvío de
comercio actuará en contra de los brasileños, la Argentina
debería hacer valer la ventaja que les otorga en el platillo de
los bienes de consumo.
Como el Mercosur es una unión aduanera, se maneja con un llamado
arancel externo común. En el caso de los bienes de
capital producidos por alguno de los cuatro socios, ese arancel es del
14 por ciento. En la Argentina, y por un régimen propio, si alguien
quiere importar equipos no fabricados en el Mercosur, y demuestra que
nadie los produce, puede pasarlos por aduana pagando sólo el 3
por ciento. Brasil tiene vigente un régimen parecido. Pero ninguno
de los socios puede tirar por la borda el arancel común acordado
para las máquinas que se producen en la región sin la venia
de los otros tres.
En bienes de consumo no hay un único arancel externo común
sino varios, dependiendo de los productos, con un máximo actual
de 22,5 por ciento. Este nivel está lejos del techo del 35 por
ciento que la Argentina puede aplicar a importaciones provenientes de
países adheridos a la Organización Mundial de Comercio,
sin que ésta la sancione. A ese tope se llega, por vía indirecta,
en casos como los textiles, el calzado y los juguetes, a través
de la aplicación de derechos específicos, que
son recargos fijados en valor absoluto y no porcentual. Respecto de países
ajenos a la OMC, como China, Rusia, Vietnam o Ucrania, pueden fijarse
barreras tan altas como se quiera.
La negociación con los socios comerciales está teóricamente
en manos de Cancillería, pero el huracán Cavallo sopló
por adelantado decisiones que alteran las reglas de juego, con una mezcla
de aperturismo a ultranza en bienes de capital y proteccionismo en bienes
de consumo. Entre ambos queda la ancha franja de los bienes intermedios,
cuya importación ganó espacio a medida que la industria
bajaba los niveles de integración nacional de su producción.
Sobre la mesa de discusión entre los dos socios mayores del Mercosur
hay, además de los litigios sectoriales, ciertas cuestiones clave.
Una es la actitud del bloque austral frente al ALCA, con el peligro de
que cada miembro negocie por la suya. Otra es la asimetría causada
por la coexistencia de la flotación cambiaria brasileña
con la convertibilidad argentina, que puede darle a Buenos Aires algún
teórico derecho a exigir compensaciones. Ahora que Cavallo se refirió
abiertamente a la sobrevaluación del peso, no dejará de
hacer pesar en el contrapunto el mercado y las inversiones que la Argentina
pierde así a manos de Brasil.
Rockefeller
& Cía. están eufóricos con Cavallo
El emblemático David
Rockefeller junto a representantes del establishment financiero
internacional saludaron el desembarco del mediterráneo en Economía.
William Rhodes, del Citi, también felicitó a De la Rúa por esa
designación.
David
Rockefeller vino a monitorear
sus inversiones en la Argentina.
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Domingo Cavallo
se reunió ayer con empresarios, pero a otro nivel. Una delegación
de la Sociedad de las Américas encabezada por el emblemático
David Rockefeller, y completada también por empresarios de importantes
grupos económicos locales, escuchó con atención la
exposición de su plan para sacar a la Argentina del estancamiento,
cumplir con el pago de las obligaciones externas y mejorar la rentabilidad
de las inversiones. Los hombres de negocios abandonaron encantados la
reunión y, más tarde, le hicieron conocer al presidente
Fernando de la Rúa lo atinado de su elección ministerial.
David Rockefeller llegó a la Argentina el miércoles en viaje
de negocios y quiso entrevistarse con su viejo conocido Domingo Cavallo.
Enterado del deseo del magnate estadounidense, el ex funcionario menemista
Eduardo Amadeo, como miembro de la Sociedad de las Américas, se
apresuró a organizar la reunión. La iniciativa dio origen
al primer encuentro del nuevo ministro con empresarios. Pero la audiencia
fue más selecta que la que aclamó a Ricardo López
Murphy en la Bolsa de Comercio. Además de Rockefeller, estuvieron
presentes, entre otros, William Rhodes, vicepresidente del Citicorp, David
Mulford, del Credit Suisse, y Robert Mc Namara, ex secretario del Tesoro
norteamericano. Entre los argentinos asistieron Federico Zorraquín
(Garovaglio & Zorraquín), Amalia Lacroze (Grupo Fortabat) y
Arnaldo Musich (Grupo Techint). En total fueron 25 hombres de negocios
de todo el continente agrupados en la American Society.
El encuentro de una hora y media, que tuvo la forma de un desayuno de
trabajo en el Hotel Hyatt, fue cerrado para la prensa. Sólo se
dejó trascender que el nuevo ministro explicó a los empresarios
los lineamientos principales de su plan. Uno de los participantes se limitó
a decir que hubo una sintonía muy profunda. Poco pudo
saberse, en cambio, de las medidas que el ministro impulsará para
salir de la prolongada recesión. Los problemas del endeudamiento
argentino tampoco faltaron a la cita. Pero el resultado concreto fue que
Domingo Cavallo logró seducir a sus ya bien predispuestos interlocutores.
El apoyo fue tan notorio que Rockefeller, Mc Namara y Rhodes se ocuparon
de transmitírselo al presidente Fernando de la Rúa, con
quien se encontraron posteriormente.
Estamos muy de acuerdo con este nombramiento, dijo Rhodes
a De la Rúa sobre su nuevo hombre en el Palacio de Hacienda. Como
si no alcanzase con afirmarlo una vez, tomó el micrófono
y en claro castellano con clásico acento norteamericano, insistió:
Señor, estamos de acuerdo con la designación de Cavallo
en el ministerio.
El Presidente estuvo acompañado por el canciller Adalberto Rodríguez
Giavarini, y Rhodes por quienes asistieron a la anterior reunión
con Cavallo. Una vez más, el tema principal no fue el ALCA (Area
de Libre Comercio de las Américas), sino las medidas que implementaría
Domingo Cavallo si logra el respaldo político del Congreso.
La delegación de la Sociedad de las Américas había
viajado a la Argentina con un motivo principal: reunirse con De la Rúa
y Rodríguez Giavarini para influir con vistas a la próxima
reunión del ALCA que se realizará en abril en Quebec, Canadá.
Pero la dinámica de los cambios políticos argentinos agregó
nuevos temas a la agenda.
Rockefeller, que preside la Sociedad de las Américas y dirigió
el Chase, a su arribo a Ezeiza se había mostrado confiado en la
potencialidad de la economía local. Es un país muy
fuerte que saldrá de la recesión, consideró.
El magnate de 85 años reivindicó también los efectos
positivos de las relaciones carnales iniciadas cuando Cavallo era el canciller
de Carlos Menem. La Argentina es amiga de Estados Unidos y como
consecuencia de todo eso hay mucho interés en invertir en ella,
intentó graficar.
Apoyo de los empresarios
Horas después de haber anunciado su proyecto de ley de
Competitividad, Domingo Cavallo cosechó elogios de casi todos
los sectores empresarios, incluida la Asociación de Bancos
de la Argentina. Sólo la voz del economista Roberto Alemann
no sintonizó ayer con esa catarata de elogios. Representa
un giro de 180 grados respecto a las políticas de Ricardo
López Murphy, que tendían a profundizar aún
más el ajuste y la recesión, aseguró
ayer Osvaldo Rial, titular de la UIA. Estoy más contento
que con (Ricardo) López Murphy, remarcó Julio
Massara, titular de la Asociación de Industriales de la Provincia
de Buenos Aires. Enrique Crotto, presidente de la Sociedad Rural,
centró sus juicios en el plan del ministro de Economía,
al que le atribuyó el poder de haber cambiado el humor
de la gente. La propuesta retoma el ritmo de competitividad.
Es exactamente lo que el país necesitaba, sentenció
el dirigente ruralista. Apoyamos esta renovada visión
estratégica, que no se limita al ajuste, sentenció
el titular de la Cámara de Exportadores, Enrique Mantilla,
quien fue hasta la sala de periodistas acreditados en el Palacio
de Hacienda para hacer conocer su opinión. La Asociación
de Bancos de la Argentina también hizo saber su posición
sobre el proyecto de Competitividad pero a través de un comunidado.
El texto, firmado por el director ejecutivo Norberto Peruzzotti,
avala la propuesta y subraya que urge que el Congreso otorgue
el apoyo necesario. El país vive momentos cruciales,
que no permiten demoras en las decisiones, destaca el texto.
Amadeo Vázquez, asesor de entidades financieras y director
del Banco Bilbao Vizcaya Argentina, fue un poco menos amable en
sus juicios. Consideró engorroso y distorsivo
el impuesto a los cheques, aunque, al mismo tiempo, admitió
que pasar todos los cobros y pagos a través de los bancos
puede hacer crecer el sistema. Roberto Alemman señaló
que la ley pone énfasis en la competitividad, cuando
debería concentrarse en bajar el riesgo fiscal, para producir
la reactivación. Lo único que baja las
tasas de interés es el recorte del déficit fiscal
para producir la reactivación, opinó.
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CARLOS
BASTOS PRECISO SU PROPUESTA PARA LOS PEAJES
Tarifa uniforme para todas las vías
El ministro de Infraestructura,
Carlos Bastos, precisó ayer su proyecto para modificar el sistema
de peaje, creando un fondo unificado para construir y mantener las autopistas
y caminos del país. La puesta en marcha de esta propuesta, enfatizó,
no implicará una renegociación de los contratos vigentes.
Bastos estudia crear un sistema unificado vial, que estará financiado
a través de un fondo. Este estaría nutrido con la actual
recaudación del peaje, el Impuesto a los Combustibles Líquidos
y Gaseosos y cualquier otra fuente que pudiera crearse en el futuro. De
aquí surgirán los recursos para tender nuevos caminos o
mantener los que ya existen.
Los concesionarios de los accesos capitalinos o de la rutas nacionales
deberían transferir la recaudación a ese fondo al que, luego,
le facturarían, según el flujo de tránsito y algunos
otros parámetros a fijar. De ser factible, este nuevo sistema sería
aplicado en unos pocos meses y, a juicio de aquel funcionario, sin necesidad
de renegociar con los actuales concesionarios de rutas y accesos privatizados.
El otro punto central de esta propuesta es que habría una tarifa
uniforme para todo el sistema, que sí podría variar según
la densidad del tránsito: subiría en las horas de más
congestionamiento y bajaría en las de menor cantidad de coches.
El precio del peaje (según este esquema sólo una fuente
de financiamiento) sería regulado y el Gobierno podría modificarlo
según las circunstancias.
Aunque el ministro aseguró que no tomará ninguna decisión
que dé lugar a largas renegociaciones y pongan en riesgo
la seguridad jurídica, difícilmente ese mecanismo pueda
instrumentarse sin una difícil y previsible discusión con
los actuales concesionarios. Más allá de cómo pueda
instrumentarse, el sistema unificado vial entrañaría, con
certeza, un cambio en la manera de recaudar de las empresas, que tal vez
poco les interese.
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