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Ordenaron la captura del policía
que mató a Edith, pero se fugó

Hace una semana se conocieron pericias según las cuales la bala que mató a una chica salió del arma particular del cabo José Coronel. Recién ayer se ordenó su captura, y ya no estaba.

Las hermanas de Edith Acevedo con
el bebé que estuvo con ella en medio
del tiroteo. Hubo un solo disparo: se comprobó que era de un arma no reglamentaria, propiedad de un cabo.

Una semana demoró la orden de captura para el cabo de la Bonaerense José Coronel, acusado de matar a una joven de 18 años en Talar de Pacheco, cuando perseguía a dos asaltantes. Una semana desde que una serie de pericias balísticas determinaron que la bala que mató a Edith Acevedo salió del arma del policía acusado, pero no de la reglamentaria que entregó tras la muerte de la chica para que se inicie la investigación, sino de un arma particular que escondió en su casa y que fue descubierta tras un allanamiento. Una semana para que Coronel pudiera organizar su fuga, cuando su orden de detención caía de madura. Apenas decretada esa orden, efectivos de la Delegación de Investigaciones de San Isidro fueron a buscar al policía Coronel a su casa, pero él ya no estaba allí.
La orden de detención del cabo primero José Coronel, acusado de homicidio simple, fue dictada por el juez de garantías de San Isidro, Diego Barroetaveña, tras la investigación realizada por personal de la fiscalía 3 de San Isidro a cargo de Ricardo Costa. Fuentes de la investigación no descartaron que Coronel decida entregarse o realizar una presentación judicial, ya que según confiaron a Página/12 “no tiene medios suficientes para bancarse mucho tiempo en la clandestinidad, para eso se necesita mucha plata”. La casa de Coronel queda a apenas unas cuadras de la de Edith Acevedo, y el abogado de la familia de la chica, Roberto Damboriana, reveló que “Coronel ya conocía a Edith por vivir en la misma zona” y agregó que “la mamá de la joven y un testigo clave del hecho sufrieron amenazas”.
Edith Acevedo era una joven mamá de apenas 18 años, cuando el 7 de marzo la mataron de un balazo en Talar de Pacheco, donde vivía, en plena calle y con su bebé de 19 meses en sus brazos. Fue cuando dos policías a bordo de un patrullero perseguían a una pareja de sospechosos que escapaban en un remís robado. Pero a Edith no la alcanzó una bala en medio de un tiroteo, la alcanzó la única bala que fue disparada cuando la persecución había terminado y que salió del arma de uno de los dos policías: el cabo primero de la Bonaerense José Coronel. El disparo fue tan certero que fue a parar directamente a la cabeza de la joven y la mató en el instante.
Al comienzo de las investigaciones, los dos policías que participaron del operativo, Coronel y quien manejaba el patrullero, el sargento Héctor Ovejero, entregaron sus armas reglamentarias, después de que testigos del hecho dijeron que la bala mortal había partido de quien viajaba del lado del acompañante del patrullero. Los investigadores secuestraron las dos armas 9 milímetros reglamentarias de los policías y un revólver calibre 38 secuestrado a una menor de 14 años que fue detenida y que manejaba el auto robado, pero se comprobó que de ninguna de ésas había partido el proyectil que mató a la joven.
Tres días después del asesinato, el cabo primero Coronel y el sargento Ovejero fueron pasados a disponibilidad preventiva y pasaron a cobrar la mitad de su sueldo. No obstante, el abogado de la familia Acevedo siguió adelante con la investigación y pidió informes al Registro Nacional de Armas: “Se estableció que los dos policías tenían, además de sus armas reglamentarias, armas personales”, detalló Damboriana a Página/12, tras lo cual se allanaron las viviendas de los dos policías. El abogado confirmó que “en la casa de Coronel se secuestraron una pistola HK y una Glock –de la que salió la bala que mató a Edith, dato confirmado por las pericias balísticas realizadas por la policía científica–, y en la casa del policía que manejaba el patrullero fueron secuestradas otras dos armas”.
Fuentes judiciales comentaron a este diario acerca de la costumbre de algunos policías de no usar las armas reglamentarias en procedimientos complicados, y de esa manera poder eludir a la Justicia, ya que se secuestran sólo las armas que les provee oficialmente la policía.

 


 

DESCONCIERTO EN TORNO DEL DESTINO DE GAMERRO
Ocho días sin información

“Estamos en medio de una incertidumbre tremenda: en estos ocho días no hemos conseguido ni una sola persona capaz de aportar un dato concreto.” Del otro lado del teléfono, Roberto Nasta busca ponerle palabras a la sensación que lo invade desde el miércoles 14 de marzo, cuando desapareció su socio y amigo Enrique Alberto Gamerro. Tampoco los investigadores tienen datos a los que aferrarse: mientras la Policía Judicial analiza las llamadas telefónicas y los movimientos bancarios que el empresario realizó antes de esfumarse, el equipo de la Jefatura Departamental de San Nicolás debió suspender las tareas de rastrillaje, debido al mal tiempo.
La Policía Judicial envió además un experto en informática para que analice los archivos de la computadora de Gamerro. “No se trata de investigar a la víctima, pero cualquier elemento nos puede servir para reforzar alguna de las hipótesis que se manejan hasta el momento”, señaló Julio Vedio, vocero de la Procuración General de la provincia de Buenos Aires. El funcionario agregó que se están analizando los últimos retiros de dinero que hizo el empresario –cerca de 35 mil pesos, supuestamente para el pago de sueldos a sus empleados–, aunque adelantó que “los puntos relevados hasta el momento nos dan la pauta de que no era un hombre que estuviera en aprietos económicos, incluso hace unos meses había comprado una pequeña embarcación”.
Las hipótesis que manejan los investigadores son dos: que Gamerro se haya ido por su cuenta, o que haya sido asaltado o asesinado. Para Nasta, la primera opción es totalmente inconcebible: “Era un tipo muy familiero, sencillo, respetuoso; uno no puede estar en la mente de las personas, pero conmigo era un caballero, muy buen amigo”. Para la policía de San Nicolás, en cambio, es una opción que se fortalece con el correr de las horas: “Ya recorrimos San Nicolás, Rosario, Ramallo, San Pedro, y llegamos a Colón y Campana, ni siquiera apareció la camioneta, luego de los rastrillajes”, indicó el comisario José Ferrari, jefe de la Departamental. Los investigadores no descartan que Gamerro “haya decidido irse de su casa y permanecer en el anonimato”.
Nasta –socio del empresario en la FM Del Sol– solicitó al fiscal “que se acelere la parte burocrática, porque cada minuto que pasa es fundamental”. El amigo del empresario señaló que “hay muchos obstáculos, en el peaje de Rosario ni siquiera tienen filmaciones que nos ayuden a ver si pasó por ahí o no”. Gamerro desapareció el miércoles de la semana pasada, después de que les dijera a su esposa y a su secretaria que iba al Bansud de Rosario a pagar dos cuotas de su camioneta Land Rover. Nadie sabe por qué decidió recorrer los 73 kilómetros que separan San Nicolás de la localidad santafesina cuando apenas faltaba media hora para que cerrara la sucursal.

 

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