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LOS ZAPATISTAS SE IRIAN HOY DEL DF MEXICANO
Si Marcos se fuera con otro...

Ante la inminente partida de los zapatistas hacia Chiapas, el Congreso mexicano le dio al EZLN una última chance de diálogo en el Parlamento. Marcos anunció que contesta hoy.

Una escena de las 10.000 personas que siguieron el discurso de Marcos en la UNAM, el miércoles.

La escena y los ribetes de la escena fueron una expresión clara de la desesperación de los legisladores mexicanos ante la inminente salida, hoy, de la marcha zapatista con destino a Chiapas. El Subcomandante Marcos estaba hablando ayer por la noche frente al Congreso mexicano, para responsabilizarlo por el fracaso en los contactos para lograr la aprobación de la ley indígena. A toda velocidad, dentro del edificio, la Cámara de Diputados aprobaba por 220 votos a favor y 210 en contra que las comisiones implicadas en el tema de la ley indígena recibiera en la sala de plenos a la comandancia zapatista para que exponga sus argumentos. Los parlamentarios corrieron a hacerle la oferta al “comandante Germán”, el enlace zapatista con el Congreso. Minutos después, Marcos interrumpía su discurso para anunciar que “en las próximas horas haremos pública nuestra respuesta”.
El gobierno y el Congreso ya no sabía qué hacer para evitar la salida de los zapatistas del DF. En la medianoche del miércoles, el negociador federal para la paz, Luis Alvarez, llegó hasta la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), donde se alojan los zapatistas, para entregar una segunda carta del presidente Vicente Fox llamándolo a aceptar un diálogo. Ayer mismo, el Congreso envió otra misiva para evitar que los zapatistas se vayan. Marcos rechazó ambas invitaciones aludiendo al “racismo” de la clase política mexicana.
El EZLN parece hoy la novia más cortejada de todas. Quizás porque no la verán más en el DF durante un tiempo. La escena que se desarrollaba en la medianoche de ayer en el Congreso y sus alrededores fue elocuente. El tema de los zapatistas estaba encerrado entre el gran apoyo que obtuvo el EZLN en su marcha y la negativa de los legisladores del oficialista Partido Acción Nacional (PAN) y de parte de los del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a recibir a los zapatistas, encapuchados como están, en la tribuna principal del Parlamento ante el pleno de diputados y senadores para que expusieran la necesidad de aprobar la Ley de Derechos y Cultura Indígena, cajoneada desde 1996. Ahora podrán acceder a la tribuna principal, pero en lugar de todos los diputados y senadores estarán sólo los representantes de las comisiones. Hoy se sabrá si los zapatistas aceptan. Si no lo hacen, la nave pondrá proa a Chiapas.
Desde el lunes, cuando Marcos anunció la salida zapatista del DF para hoy, el Poder Ejecutivo y el Congreso entraron en una cierta desesperación. El martes, atendiendo a las demandas zapatistas, Fox dijo que estaba dispuesto a liberar a los presos zapatistas que aún están tras las rejas y a transformar los tres cuarteles militares que quedan en Chiapas en centros de cultura indígena. El miércoles, legisladores de todas las bancadas permanecieron reunidos ocho horas seguidas para ver si el bloque del PAN y parte del PRI podían ceder al reclamo zapatista de hablar ante el pleno del Congreso o si al menos podían ofrecerle a Marcos una solución de compromiso. El resultado fue una carta a los zapatistas donde sólo se los invitaba a una reunión “a efecto de hallar un formato de diálogo”.
La comandancia zapatista respondió haciendo gala de unas relaciones de fuerza que parecen favorecerles desde el inicio, el 26 de febrero, de su marcha hacia el DF. Tanto el martes como ayer, Marcos aclaró que no tenía ninguna razón para reunirse con Fox porque el problema está en el Congreso. Ayer, el comandante Zebedeo le dijo al presidente que “el Ejército mantiene posiciones en Chiapas y los presos zapatistas siguen en las cárceles” y al Congreso que “no está bien que quienes se encandalizan por nuestros pasamontañas (como argumento para que los zapatistas no hablen en la tribuna del Congreso) escondan su voluntad guerrerista detrás de todos los diputados y senadores”. Y mientras lanzaba sus “no”, la comandancia zapatista reunía anteayer 10.000 personas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y una cantidad similar se esperaba ayer frente al Congreso. Hoy, las multitudes quizás ya se vuelvan para Chiapas.

 


 

LAS DISCUSIONES SOBRE LA INICIATIVA INDIGENA
Qué está en juego con la ley

La definición de los conceptos “pueblo”, “territorio” y “autonomía” contenidos en el proyecto de ley sobre derechos y culturas indígenas, redactado hace cinco años por la parlamentaria Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa), es el punto más complicado de una iniciativa que, de ser aprobada, enmendará la Constitución. Los cambios en la Carta Magna afectarían a 10 millones de indígenas agrupados en 57 etnias, el 10 por ciento de la población total de México.
El proyecto de ley tradujo los Acuerdos de San Andrés Larraínzar, firmados en 1996 por delegados del gobierno de Ernesto Zedillo (1994 diciembre del 2000) y del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). El Ejecutivo, sin embargo, objetó varios artículos del proyecto de ley que, en su opinión, desvirtuaban el espíritu de los acuerdos y podían franquear el paso a reclamaciones independentistas o causar conflictos civiles por la posesión de tierras. Los zapatistas denunciaron burla e incumplimiento y se retiraron de las negociaciones.
Las imprecisiones técnico-jurídicas sobre los límites de la autonomía y de la autodeterminación, sobre demarcaciones territoriales, o sobre los usos y costumbres como referente legal en las comunidades indígenas, enfrentan todavía a ambas partes. Los defensores del proyecto argumentan que los Acuerdos de San Andrés, recogidos en el documento de la Cocopa, establecen como marco de todos los usos y costumbres el respeto de las garantías y los derechos individuales fijados en la Constitución.
Por su parte, los adversarios señalan vacíos legales que pueden ser llenados por interpretaciones diferentes. Mencionan como ejemplo la posibilidad de que los indígenas reclamen como propias tierras que hoy son propiedad de mexicanos no indígenas. Los derechos individuales, protestan, se subordinan a los comunitarios.

 

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