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RECUERDOS PERSONALES SOBRE EL DIA DEL GOLPE
Mi 24 de marzo

Doce testimonios sobre el 24 de marzo, doce relatos que tienen cosas en común aun entre los que se fueron, los que se tuvieron que ir, los que se quedaron y los que fueron encarcelados: la sensación de un corte brutal, de una tragedia que todos veían venir y nadie sabía evitar.

La Junta en pleno, después de asaltar el poder y desatar una represión diseñada para la muerte y el miedo.

Luis Brandoni*
Estaba filmando Juan que reía, con Dora Baret y dirección de Carlos Galletini. Las versiones sobre las claves del golpe eran por demás inquietantes, por eso estuve dos días durmiendo fuera de casa. Recuerdo la sensación de angustia que me produjo oír los comunicados oficiales, con su música. Yo había vuelto del exilio unos meses antes. Estuve en México desde setiembre del ‘74 hasta julio del ‘75. Había recibido amenazas de la Triple A por mi trabajo gremial en Actores. Había una elección en la Asociación de Actores, fue en noviembre, y la gano estando ya en el exilio. Así que tampoco me extrañó que el 26 de marzo me prohibieron en Canal 9. Hacía un personaje en la tira “La Aventura de Vivir”, con Martha González, y me lo mandaron a Japón. Comenzaban a funcionar las listas negras en la Argentina.
* Actor y diputado nacional.

Juan Pablo Cafiero*
Ese día fui a la Plaza de Mayo y estuve junto a un grupo de mujeres trabajadoras del Ministerio de Acción Social que –ubicadas sobre un vallado– pedían por Isabel Perón. Pensando que era estéril mi presencia allí, fui a mi trabajo. Busqué por teléfono a mi esposa, y cuando me dijo que empezaba con el trabajo de parto, me fui en tren hasta mi casa. A las pocas horas nació mi hija. Cuando salí de la maternidad todo estaba trágicamente cambiado. Hubo un cambio drástico particularmente para la militancia política y social. Si bien ya se vivían episodios de violencia paramilitar, con el golpe, con la complicidad civil y empresarial, se organizaron las bases de un estado terrorista. Allí cambiaron las formas de acción política y de relación entre los compañeros. Creció la solidaridad, se evaporó el sectarismo, se ganó un singular respeto por la institucionalidad, canalizando la lucha política en el debate democrático y el repudio a la violencia.
* Diputado nacional Frepaso.

Leonor Manso*
Recuerdo claramente que ese día teníamos que entrar a Canal 13, donde estábamos haciendo un unitario, “La Batalla de los Angeles”, que protagonizábamos con Pepe Soriano, y no nos dejaron entrar. Yo no llegué hasta la puerta del canal porque ya mis compañeros me habían avisado, y nos juntamos en un bar de la esquina. Estaban María Rosa Gallo y Miguel Angel Solá, entre los actores de ese elenco espectacular que tenía el programa. Estábamos muy tristes. Y consternados porque mucha gente estaba feliz con el golpe. Pienso en eso y pienso en lo que vivimos hoy. En este golpe que es la vuelta de Cavallo. Y todo me parece un eterno retorno.
* Actriz y directora de teatro.

Luis Farinello*
Se veía venir, era un hecho, uno tenía una visión clara de lo que iba a pasar. Que la democracia iba a durar poco, que había que defenderla. Ese día me fui a la Plaza de Mayo, esperaba encontrar a mucha gente, pero no, la Plaza estaba vacía. Sentí que se acrecentaba el miedo. Antes del golpe sabíamos lo que estaba pasando con las Tres A, pero en democracia uno se sentía más seguro. Después vino la indefensión, uno estaba regalado, frágil. Me fui a vivir cerca del Obispo, casi al lado. Por la noche todo se agudizaba, me vigilaban. No sé... todo era un sobresalto; una frenada, un ruido eran suficientes para estar en estado de alerta. Muchos me aconsejaron para que me fuera del país, que no estuviera tan expuesto, pero me quedé. El golpe trajo eso desolación, angustia, incertidumbre.
* Religioso, candidato a senador por el Polo Social.

Carmen Argibay*
El mismo 24 de marzo a las 3 de la madrugada me fueron a detener a mi casa. Tenía 34 años y era secretaria de la Secretaría General de la Cámara del Crimen. Tiraron la puerta abajo a culatazos y me llevaron detenida a la cárcel de Devoto. A fines de marzo salió un decreto ómnibus por el cual quedé a disposición del Poder Ejecutivo. Salí en libertad, por otro decreto, el 22 de diciembre de 1976. Afuera me encontré con que había sido dada de baja en mi trabajo en Tribunales y en la Facultad de Derecho donde era profesora, por supuestas conexiones con la guerrilla. Por mi función en el Poder Judicial yo no militaba en ninguna organización política. Nunca, durante el tiempo que estuve en prisión, me interrogaron. Pero adentro sufrí serios problemas de salud; incluso, llegué a tener un espasmo de coronarias. Al salir me fui tres meses a Europa, donde vivía un hermano, pero aunque me ofrecieron quedarme allí resolví volver y empezar a ejercer mi profesión de abogada. Di clases de francés e inglés para reforzar mi presupuesto, hasta que en 1984 me nombraron jueza de sentencia. Mi paso por la cárcel me marcó profundamente. Mi primera reacción cuando me ofrecieron ser magistrada fue decir que no. Pero varios amigos me convencieron: por haber estado detenida iba a poder ofrecer más garantías que ninguna otra persona a los procesados. Desde ese momento, pienso mucho antes de mandar a alguien a la cárcel. Sé cómo lo va a pasar adentro.
* Jueza de Cámara del Tribunal Oral Nº 2 de Capital Federal y fundadora y ex presidenta de la Asociación de Mujeres Jueces de la Argentina.

Alejandro Borensztein*
Tengo en mente la tapa de La Razón del día anterior: hablaba de un “final inminente” en su titular. Había tipos armados en las esquinas de mi barrio. Camiones avanzando por la avenida Figueroa Alcorta, y mucha gente aplaudiéndolos. La sensación era que uno escuchaba la voluntad de que eso ocurriera, pero yo sentía que eso estaba mal. Tenía 17 años y entraba a la Facultad de Arquitectura. El gobierno de Isabel me parecía un bochorno pero lo que venía con el golpe me parecía peor. Y sin embargo la gente lo pedía y lo aplaudía. Esa es la historia de la Argentina. Por eso, cuando unos años después con un amigo conseguimos entradas para ver ArgentinaHolanda en la cancha de River, ya no me asombró escuchar cómo todo el estadio ovacionó la entrada de la Junta Militar al Monumental.
* Productor de televisión.

Daniel Goldman*
Recuerdo el sonido de los tanques pasando por la esquina de mi casa, por la avenida Gaona. A los dos días me detuvieron, junto con mi hermana y unos amigos, y nos llevaron a la Comisaría 37ª. Ese día me cambió la vida para siempre: a partir de ahí cargué con un miedo muy grande, con una soledad atroz. No volví a ser el mismo que era antes del golpe, vivía en un estado permanente de vértigo, con una paranoia que no tenía antes, y que sólo la puedo comparar con la sensación que me invadió el día del atentado a la AMIA, esa sensación de que hay momentos en que la vida humana no vale nada. Creo que lo único que me devolvió a lo que había sido antes de esa época fue el nacimiento de mi hija, hace trece años, que fue lo mismo que me impulsó a luchar por los derechos humanos. Recuerdo también una tarde de 1977: salíamos del cine con un amigo y de un patrullero bajaron dos policías que nos obligaron a ponernos contra la pared. Uno me puso una ametralladora en la espalda y me dijo: “Si te das vuelta, te mato”. Tardaron un minuto en irse, pero nosotros estuvimos media hora ahí parados, sin movernos; la gente pasaba al lado nuestro y no hacía nada. Hay noches en que sueño con ese día, siento de nuevo el fríodel caño en la espalda. Y me acuerdo de lo que siempre decimos con un amigo: cómo nos jodieron la vida...
* Rabino.

Jorge Yoma*
Esa noche volví tarde a mi casa. Había ido a una peña en el club Newell’s Old Boys de Chilecito con unos compañeros de la JP y del Partido Peronista Auténtico. La peña era para recaudar fondos para las tareas sociales en barrios humildes que hacía el Partido Peronista Auténtico. Nos habíamos ido con cierta tranquilidad porque Lorenzo Miguel había dicho que no había golpe, pero luego escuchamos al radical Ricardo Balbín decir en un mensaje al país que “un enfermo tiene cura hasta cinco minutos antes de su muerte”. Nos fuimos a dormir bastante preocupados. Unas horas después me fue a buscar la Gendarmería. Así me enteré, por los gendarmes en mi casa en Chilecito, a las 7 de la mañana del 24 de marzo. Yo era del Partido Peronista Auténtico. Me llevaron al Escuadrón, donde estuve detenido los primeros tres días. Después me llevaron a La Rioja, allí estuve unos días en la unidad del Ejército. Recién me blanquearon a los diez días, me llevaron a la cárcel de La Rioja, comunicaron al juzgado mi detención y me pusieron a disposición del Poder Ejecutivo y del área 3.14, que por entonces comandaba Luciano Benjamín Menéndez, jefe del tercer cuerpo de Ejército con sede en Córdoba. Después de la cárcel, la represión, la muerte y desaparición de muchos compañeros, el exilio de mi hermano mayor en Venezuela, mamá que iba de cuartel en cuartel tratando de que yo no desaparezca... Todo eso me marcó definitivamente. Me marcó, además, en la lucha por las libertades públicas, la libertad de expresión, el sufragio, que hasta ese momento en el peronismo despreciábamos: considerábamos que eran pequeñoburguesas. La experiencia en la cárcel me llevó a revalorizar esas cosas. Revaloricé también la vida, a partir de la muerte de muchos compañeros.
* Senador, PJ.

Fabio Posca*
Vivía en La Falda, en las sierras de Córdoba. No teníamos televisión porque la señal no llegaba, problema de antenas. Pero me acuerdo cómo la radio contaba sobre las protestas y la represión, con esa urgencia que transmitía el clima revolucionario de la época. Y recuerdo también la angustia y la impotencia de mi viejo, y sus discusiones con mi abuela que pensaba un poco diferente. Eran pesadas y terminaban siempre mal. Como mi paso por el colegio, donde la represión se daba en nimiedades, pero con un rigor desmesurado y bajo un sistema de castigos que no contemplaba ningún tipo de contención.
* Actor.

Carlos Ulanovsky*
Ese día comprendí la sensación verdaderamente aciaga de que la historia se repite, pero si durante la época de Isabel había sido como farsa ahora era en forma de tragedia. Con mi mujer veníamos de vivir en México esquivando el clima que imponía la Triple A, y volvimos, desoyendo las voces que vaticinaban el golpe. Y el 24 de marzo prendimos la radio y escuchamos la marchita de los comunicados. Recuerdo además dos cosas: un terror persistente y continuo, realimentado por lo que se vivía en los lugares que frecuentábamos, donde las conversaciones en voz baja eran: ¿Viste a quién se chuparon? ¿Viste a quién reventaron? Y la certeza de que el exilio era la única manera de no caer en algún acto de indignidad. Nos volvíamos a México. Y fui, así, un exiliado del miedo.
* Periodista.

José Nun*
El golpe me encontró dando clases en el Departamento de Ciencia Política de la Universidad de Toronto (Canadá). Recuerdo que, al día siguiente, desfilaron por mi oficina varios colegas para expresarme sus condolencias por la caída de la democracia argentina y, en cada caso, debí esforzarme por explicarles que era un horror que seguía aotro horror porque, a esa altura, cualquier parecido del gobierno derrocadocon la democracia era ya puramente formal.Desde luego, no pude regresar al país. Participé activamente en diversas tareas solidarias pero el mío fue un exilio de los llamados “dorados” porque desde 1970 yo ya era profesor titular de Ciencia Política en Toronto, a lo cual agregué después viajes periódicos a México para enseñar en Flacso. La desesperación que uno sentía era cómo poder ayudar muy concretamentea tantas víctimas de la dictadura y creo que conseguimos hacer algo gracias al esfuerzo mancomunado de ungrupo importantede amigos argentinos, canadienses y latinoamericanos con los cuales decidimos no limitarnos a “sufrir a distancia”.
* Politólogo.

Vilma Ripoll *
Yo vivía y militaba en Rosario. Había sido presidenta del centro de estudiantes de enfermería de la Universidad, trabajaba en el PAMI I, donde hacía docencia y era delegada. Estaba identificada como activista estudiantil y gremial. En 1974 había ingresado al Partido Socialista de los Trabajadores, que casi un año antes del golpe ya funcionaba en la clandestinidad porque las Tres A nos habían asesinado varios compañeros. El golpe no significó un cambio sustancial desde el punto de vista de la actividad militante, pero sí de los riesgos de las relaciones cotidianas. Empezó a instalarse un miedo en la sociedad, que a veces hasta ponía en riesgo la seguridad y la vida. Por ejemplo en mi pueblo, Firmat, Santa Fe, se decía –como de militantes de otras corrientes– que yo era guerrillera, siendo que desde el PST siempre criticamos esa metodología. En agosto del ‘77 un grupo de tareas allanó mi departamento. A los pocos días fueron a buscar a una compañera de trabajo en el PAMI, diciéndole que la próxima era yo. A mí pudieron avisarme. A ella no, y la secuestraron, llevándosela de adentro del sanatorio después de haberlo rodeado. Frente a esta persecución, y que a otras militantes del PST también trabajadoras de la Salud y que vivían conmigo las habían secuestrado en Córdoba, en el partido decidimos que saliera del país. Así comenzó mi exilio en Colombia, que duró cuatro años. Allá también trabajé como enfermera y ayudé a formar el sindicato del sector. Lógicamente, milité en un partido trotskista hermano, desde donde hicimos campañas contra la dictadura y reclamamos la libertad de los presos en Argentina. En el ‘79, cuando la revolución nicaragüense, desde Colombia organizamos la Brigada Simón Bolívar que combatió contra Somoza. Volví al país antes de la Guerra de Malvinas. Entré al Sanatorio Güemes y luego al Hospital Italiano, donde trabajé y fui delegada general hasta ser electa diputada.

* Legisladora porteña de MST-Izquierda Unida.

 

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