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Crónica de la noche en que nació
una nueva alianza en Diputados

La media sanción a la ley de cheque se votó en la madrugada de ayer. Hubo peronistas que apoyaron al Gobierno y aliancistas que se le opusieron. Los bloopers. Los discursos de Carrió y Lamberto.

El mayor blooper de la noche. Falló el nuevo sistema de conteo de votos, que costó una fortuna.

Por F. Y.

Una nueva alianza alumbró en la madrugada de ayer la Cámara de Diputados cuando menemistas y ruckaufistas votaron junto con radicales, frepasistas –oficialistas y rebeldes– y cavallistas la primera parte de la Ley de Competitividad, como la denominó el superministro Domingo Cavallo. La mayoría del bloque del PJ interpretó una oposición a la iniciativa oficial con flamígeros pero también culposos discursos. Muy pocos legisladores se opusieron a la norma. Entre ellos estaban los socialistas democráticos y la radical Elisa Carrió, quien para argumentar su rechazo a la sesión de poderes especiales al Ejecutivo dijo: “No estamos frente a un plan económico, pero advierto que quien escribió este proyecto tiene una concepción autoritaria tan brutal que ni siquiera es elusivo. Ni Fujimori hubiera redactado un texto como éste”.
Poco a poco la nueva alianza fue cobrando cuerpo. La primera señal no fue el tenor de los discursos de los diputados de la Alianza, sino de aquellos justicialistas enrolados en las filas del ultramenemismo que prenunciaban su deseo de acompañar el proyecto de quien fuera durante los primeros años de la gestión de Carlos Menem, el salvador de la economía.
Uno de los más interesados en hacer notar su apoyo fue el porteño Daniel Scioli, quien sin dudarlo dijo que estaba dispuesto a brindar una respuesta a la unidad nacional a la que convocó Fernando de la Rúa y, como recordando un viejo slogan publicitario del menemismo, aseguró: “La realidad es agobiante; la gente está desesperada, triste, perdiendo la fe y el optimismo”, y agregó: “La situación que se vive en las empresas es crítica: caída de ventas, cierre de cuentas, renacimiento de la usura y una morosidad que nunca antes se había visto. Además estamos perdiendo la confianza internacional”. Después no hubo sorpresas, el ex motonauta acompañó junto a Claudio Sebastiani, Javier Mouriño, Ana Mosso, José Figueroa, Osvaldo Rial y los riojanos Ricardo Quintela, Alejandra Oviedo y Adrián Menem la Ley de Competitividad.
En cuanto a las razones de los menemistas para acompañar el nuevo oficialismo, en el bloque del PJ sostienen que hay al menos tres motivos, por un lado las viejas relaciones y, por el otro, “una feroz apriete de Cavallo” que se expresó también en la mano levantada del ex vicegobernador bonaerense, Rafael Romá. Y por último, algunos diputados justicialistas especulan que la “exagerada” condescendencia de los menemistas se origina en el fin de sus mandatos y “la posibilidad de incorporarse en un futuro gabinete del Mingo”.
La mayoría del bloque opositor se valió de dos diputados para expresar su desacuerdo. El primero de ellos, Oscar Lamberto, técnico pero también agudo e irónico, quien hizo una comparación de De la Rúa con Luis XVI. Al rey, memoró y fabuló, “no le gustaba gobernar”. Delegó todo su poder en un superministro de Economía, Turgot, que implementó “un plan casi como el de Cavallo”. El ministro murió de viejo, redondeó Lamberto, pero el rey terminó en la guillotina. El legislador santafesino logró así los primeros aplausos, alguno inesperado: el de la radical Beatriz Nofal. El otro peronista fue Jorge Matzkin, quien salió de su autoimpuesto ostracismo desde que dejó la jefatura del bloque y se permitió jactarse de conocer “al Cavallo auténtico” y se ofreció para advertirles a los aliancistas cuál será el final de la relación con el superministro. Cosechó más abucheos que aplausos.
El único momento descontracturado que se vivió en la sesión fue cuando los legisladores quisieron votar a través del nuevo sistema computarizado –costó un millón y medio de pesos–, pero que no funcionó a pesar de los tres intentos, lo que desató carcajadas y las bromas de los justicialistas.El tramo más intenso fue cuando Carrió develó la nueva alianza y la falta de originalidad de los argumentos del Ejecutivo para pedir estas medidas de emergencia. La chaqueña realizó un racconto de la historia de los últimos 25 años donde las recurrentes crisis económicas provocaron en los gobernantes, civiles o militares, la misma reacción: convocar a la unidad nacional y a un economista salvador. “En los setenta era Roberto Alemann, ahora es Cavallo”, dijo la legisladora. Aclaró que este proceso, atravesado en su totalidad por los capitales concentrados que generaron la deuda externa y “que Cavallo estatizó en 1982”. “Lo que ocurre es que la matriz económica que generó la exclusión de millones de argentinos está terminando en un proceso de deslegitimación muy fuerte de las instituciones republicanas y de los partidos tradicionales de la Argentina. Por eso hoy nos encuentra a todos desesperados tratando de solucionar en un día las grandes crisis de la historia llamando a un gobierno de unidad nacional. Lo cierto es que no hay un gobierno de unidad nacional porque ellos ya gobiernan desde hace mucho.”
La chaqueña fue aplaudida,pero no impidió que las 4.30 los diputados votaran la totalidad de los artículos más el agregado de la imposibilidad de que el Gobierno elimine los subsidios a las naftas patagónicas, el fondo especial del tabaco y otras exenciones. Luego, rapidito y sentados en la punta de las bancas, aprobaron un repudio a la dictadura militar, esa donde Cavallo fue funcionario.

 

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