Por Esteban Pintos
Desde Miami
La banda de rock en actividad
más grande del mundo iniciará esta noche su primera gira
del siglo XXI, con la expectativa propia de la puesta en marcha de una
maquinaria que sólo una marca registrada del tamaño U2 puede
provocar. El bautizado Elevation Tour, que oficia de presentación
mundial del nuevo disco All that things you cant leave behind, tendrá
su primer acto hoy sábado hay otra función prevista
para el lunes 26 en el estadio cubierto National Rental Car de Fort
Lauderdale, a una hora de Miami Beach, a metros del gigantesco shopping
Sawgrass Mills (el favorito de los argentinos compradores compulsivos
que asuelan esta ciudad). La fecha coincide con el inicio de un gigantesco
encuentro de música electrónica, el anual Winter Music Conference,
con la presencia de estrellas del género como Fatboy Slim, Daft
Punk, Roni Size y otro centenar de grupos, dúos, solistas y djs,
muchos djs. Entre ellos, en lugar de privilegio en la programación,
el argentino Hernán Cattaneo.
El segmento USA de la gira, que luego se extenderá por este país
y Canadá hasta el 21 de junio, arranca con dos funciones sold out
y una pequeña controversia alrededor de la disposición del
público en una de estas denominadas arena, en su mayoría,
hogar de los equipos de básquetbol y hockey sobre hielo de cada
ciudad, con una capacidad no superior a las 20.000 personas. El tema de
controversia es que no habrá asientos en la zona cercana al escenario
y eso es visto como un potencial peligro para la seguridad de los asistentes.
Pero no deja de ser casi gracioso: el problema de mucha gente parada,
y agitándose, puede suceder con bandas de explosiva combustión
escénica como Korn, Limp Bizkit o Rage Against the Machine. ¿Pero
alguien puede esperar que eso suceda, que haya mosh pit, pogo y otras
revulsiones de cuerpos escuchando las canciones de U2? Claro, las recientes
tragedias ocurridas en Dinamarca con Pearl Jam y en Australia con Limp
Bizkit han erizado la piel de la industria de organización de grandes
shows de rock. Pero éste, claramente, no parece ser el caso.
El tema realmente importante o el que merece verdadera expectativa es
el show, la música. Sobre todo después del gesto de la banda
irlandesa de volver a las fuentes en el sonido y la sencillez de las canciones
del nuevo disco. Y de las declaraciones de Bono y The Edge, los jefes
y caras visibles del cuarteto, que prometieron sin dar muchas explicaciones
ni precisiones sobre el contenido ni la ornamentación del show
que todo será en torno de las canciones. Nada de pantallas de televisión
gigantescas ni limones como naves espaciales ni arcos a la McDonalds:
sólo cuatro músicos de rock tocando nuevas y viejas grandes
canciones. Sin embargo, habrá un concepto de puesta en escena.
El encargado, como ha sucedido en cada espectáculo de U2 desde
1982, es el diseñador Willie Williams, quien definió el
show desde un regreso a lo básico. Será, más
claramente que nunca, sobre la relación entre la banda y el público,
agregó.
La decisión de vender localidades para presenciar el show de pie,
evidentemente, se relaciona con eso. La banda tocará en el centro
del lugar, en un escenario con forma de diamante y rodeada de unos 300
espectadores afortunado-pudientes que pagaron o se ganaron tickets de
130 dólares (en lugar de los 46 dólares usuales). En un
principio, como para acentuar el sentido minimal, la idea era abolir cualquier
pantalla de video. Idea peregrina, por cierto. Finalmente, habrá
pantallas pero no a gran escala ni con protagonismo central. Será,
en todo caso, como una cortesía para los espectadores más
alejados del escenario.
Sobre las canciones, la intención gira en torno de incluir sólo
algunas canciones del nuevo disco y luego descargar una catarata de clásicos.
Al menos, eso es lo que puede intuirse de las declaraciones de Bono y
de lo visto en dos shows de pretemporada, ocurridos en Nueva York y Londres.
En escenarios más bien pequeños, ciertamente inesperados
para una banda acusada de gigantismo, los cuatro irlandeses hicieron real
aquello de volver a lo básico. Será un show musicéntrico.
No habrá un gran concepto. Es posible que utilicemos muchas de
las cosas que hemos aprendido a lo largo de los últimos diez años
de tocar aquellos grandes Zoo TV y Popmart, dijo el guitarrista
The Edge hace un par de días a la prensa de su país. Más
allá de las canciones, la gente de pie y las pantallas de video,
la otra noticia es el cambio de número de apertura. Inicialmente
estaba anunciada la presencia de la explosiva británica Polly Jean
Harvey, pero una gripe inoportuna la bajó de las primeras fechas
de la gira se asegura que recién se integrará en dos
semanas. En su lugar, estarán los mucho más insulsos
The Corrs. Esta es, tal vez, la única mala noticia de estos días
soleados.
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