Por Hilda Cabrera
En medio de una atmósfera
saturada por el desconcierto y el descalabro político y económico,
el anuncio de la puesta en marcha de la tercera edición del Festival
Internacional de Teatro en Buenos Aires parecía un despropósito.
No lo era obviamente para los programadores, quienes, según puntualizó
la directora ejecutiva Graciela Casabé, estuvieron dando
vueltas durante dos años por festivales y teatros del mundo
hasta encontrar aquello que mejor encajara con la propuesta para el 2001:
presentar compañías y artistas nuevos para la mayoría
de los espectadores locales, y no poner todas las fichas en las grandes
figuras, como sucedió en 1997 con la cantante italiana Milva y
la actriz alemana Hanna Schygulla, y en 1999 con Vittorio Gassman, artistas
capaces de seducir a un público heterogéneo. Otra apuesta
es reservarle un lugar al ascendente teatro del Este de Europa, porque
lo que está pasando allí es muy fuerte. Se trata,
en líneas generales, de creaciones muy visuales pero que
no responden a grandes producciones, y guardan cierta relación
con la Argentina, donde los mejores espectáculos se encuentran
en los márgenes, en las salas independientes.
Para esta edición, que se realizará entre el 12 y 30 de
setiembre, Cultura de la Ciudad destinaría, puntualizó en
la ceremonia de anuncio el secretario Jorge Telerman, un presupuesto máximo
de setecientos mil pesos. El ahorro sobre esa cifra dependerá del
apoyo que se reciba a través de los sponsors y lo que ingrese por
boletería. El problema es, como siempre, optimizar el autofinanciamiento.
Colaboran en esto las embajadas e instituciones culturales extranjeras
que se encargan, salvo excepciones, de los pasajes y el traslado de las
escenografías. En materia de asesoramiento artístico se
ha convocado (para el área internacional) a los dramaturgos Mauricio
Kartun y Daniel Veronese y creado un comité de selección
de obras nacionales.
Aunque consecuentes con la proclamada intención de privilegiar
la excelencia y no dejarse invadir por la seducción de los famosos,
los responsables de este evento (dedicado al teatro, la danza, la música
y las artes visuales) optaron por artistas y agrupaciones de prestigio,
como lo es la Compañía Schaubühne de Berlín,
que presentará dos coreografías de Sasha Waltz: Körper
(Cuerpo) y Zweiland (Doble paisaje). Codirectora desde 1999 del teatro
Schaubühne, Waltz desarrolla en la primera pieza situaciones inspiradas
en los materiales expuestos en el Museo Judío de Berlín,
y en la segunda, coreografías sobre imágenes y hechos cotidianos
de esa misma ciudad. También desde Alemania llegarán el
compositor y saxofonista Roger Hanschel y el Auryn Quartett para interpretar
obras para cuarteto y saxofón extraídas de Years of the
fifth period, ciclo que alcanzó repercusión internacional
por la original integración de música clásica y jazz.
Bélgica participará con Iets op Bach (Algo sobre Bach),
interpretada por Les Ballets C. de la B., agrupación creada por
Alain Platel. La música es ejecutada por el Baroque Ensemble que
conduce Roel Dieltiens. La historia de la oca es el título que
presenta la canadiense Les Deux Mondes, dirigida por Daniel Meilleur.
Esta obra surgió de un trabajo de investigación sobre los
abusos y la violencia ejercida sobre los niños en toda época
y lugar. Hechos consumados, de Juan Radrigán, es la apuesta chilena
del Teatro de la Memoria, dirigido por Alfredo Castro. Radrigán,
obrero textil y autodidacta, sorprendió en 1981 (fecha de estreno
de esta obra) por la humanidad y humor desplegados por sus personajes,
en su mayoría gente marginada. Conocer gente, comer mierda es una
parodia sobre el aburrimiento y la desorientación que presentará
La Carnicería Teatro, de España, dirigida por el argentino
Rodrigo García, afincado en la Península. La materia cárnea
inspiró también el trabajo que mostrarán los uruguayos
del grupo Trenes y Lunas. Bajo el título de El cerdo, el director
Alberto Rivero, presentará una historia de metamorfosis. Otro Drácula
llegará desde Estados Unidos, traído por la Philip Glass
Ensemble, una estilización musical del mito que algunos críticos
extranjeros asocian con la estética del puestista estadounidense
Bob Wilson. House es otra propuesta del mismo país, dirigida por
Richard Maxwell. Cuenta la historia de un homicidio y una fuga hilarante.
Dentro de lo que produce Europa del Este en materia musical, los organizadores
se decidieron por el violinista Goran Bregovic (nacido en Sarajevo y formado
en Praga) y su Banda y Orquesta de Funerales y Bodas. La agrupación
tocará temas famosos, como los que compuso e interpretó
en las películas Tiempo de gitanos, Sueños en Arizona y
Underground. De Lituania se verá Ugnies veidas (Cara quemada) por
la Compañía de Oskaras Korsunovas, su director. El tema
es la confrontación del individuo con el medio y consigo. También
de origen lituano es la Compañía Menofortas que dirige Eimuntas
Nekrosius. Mostrará una versión de Hamlet, protagonizada
por una figura del rock lituano: Andrius Mamotovas. The white cabin es
el título con que los directores Massim Issaev y Pavel Semtchenko
(de Axe, Teatro Ruso de Ingeniería) dieron a conocer internacionalmente
este trabajo que conjuga actuación, música, video y cine.
Francia participa con Les veilleurs (Los serenos), obra del Centre Choréographique
National dOrleans, dirigida por el húngaro Josef Nadj (sobre
música del argentino Mauricio Kagel), y Tentations datypismes,
de la Compañía Ilotopie.
Se espera la visita de la agrupación holandesa Dogtroep, con Onno,
metáfora sobre el habitante de una gran ciudad. A estos títulos
se suman Extra dry, espectáculo que representa a Italia y Holanda
e interpreta la Compañía Emio Greco & PC, dirigida por
Pieter C. Scholten. Fix (Fijo) y Rush (Apuro) son, por último,
las propuestas de la Akram Khan Company, de Inglaterra. Dos coreografías
de Akram Khan, hijo de inmigrantes de Bangladesh nacido en Gran Bretaña
que participó de algunas puestas de Peter Brook, la Royal Shakespeare
Company, y en el proyecto The X Group, generado en Bruselas.
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