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Liberarse de Brasil, pero recaudar a la brasileña

Son las primeras cartas que mostró Domingo Cavallo. Se abrió de la unión aduanera con el gran vecino para negociar por las suyas con el resto del mundo, y lanzó un rústico impuestazo.

Cavallo resolvió sacudirse
la tutela comercial brasileña.
El Mercosur retrocede y su destino
se vuelve más incierto.

Por Julio Nudler

Domingo Cavallo mostró hasta ahora dos instrumentos básicos de su plan. Uno es el impuesto a las cuentas corrientes, similar al brasileño, que sirve para recaudar contra viento y marea, y es clave para tranquilizar a los acreedores y permitir más adelante la reducción o supresión de otros impuestos (a los intereses, renta mínima presunta, ingresos brutos y contribuciones patronales). La otra herramienta es el aumento de aranceles para la importación de bienes de consumo, y la simultánea reducción a cero del arancel para introducir bienes de capital (equipamiento productivo) e informáticos. Estas decisiones rompen el arancel externo común (AEC) del Mercosur, con lo cual lo desarman como unión aduanera, retrotrayéndolo al status más modesto de un área de libre comercio. Más allá del propósito de dar mayor protección aduanera a la producción local de bienes de consumo, en la medida en que aún exista, de recaudar más por derechos aduaneros y de abaratar la inversión en capacidad productiva, Cavallo quiere recuperar para el país márgenes de negociación comercial con el mundo, saliéndose de la tutela brasileña. No podrá evitar, con todo, que la imagen del bloque austral sufra así un deterioro adicional. A partir de esto, nada obstará para que cada uno de los cuatro socios negocie por su cuenta con otros bloques o países, lo cual en verdad ya venía ocurriendo hasta cierto punto a pesar del AEC.
Con el impuesto a las cuentas corrientes (ver nota en la página 17) el cordobés busca librarse de estar mes a mes pendiente de la recaudación, cada uno de cuyos resbalones arrojaba dudas a su vez sobre el cumplimiento de las metas comprometidas con el FMI para la obtención del blindaje. Si por este medio el fisco lograse embolsar unos $ 2000 millones, tendría resuelto el exceso anual del déficit fiscal, según lo calculara Ricardo López Murphy, por encima de los $ 6500 millones establecidos. Todo lo que el flamante gravamen prodigue por encima de ese monto serviría para financiar el desmontaje de otros tributos.
En cuanto a la reforma del Estado, aunque Cavallo no es Manuel Solanet, el halcón de FIEL, ni es un fiscalista a ultranza, tipo Daniel Artana, tiene no obstante en sus carpetas la intención de reducir impuestos muy agresivamente, para lo cual deberá cortar tanto gasto público como pueda. Esta es su estrategia para bajar costos y compensarles así a los sectores de bienes transables (los que se comercian internacionalmente) la desventaja que les provoca la sobrevaluación del peso. Su idea es que el Estado les cueste menos, para lo cual debe achicarlo. En este mismo sentido debe sumarse, en un plazo no muy lejano, la eventual eliminación del ahora recreado impuesto a las cuentas corrientes, o al menos una marcada disminución de su alícuota, para terminar con las distorsiones que va a introducir. Sin medir la capacidad contributiva, castiga especialmente a los sectores “dinerointensivos”.
Si no en lo inmediato, Cavallo también recortará la estructura del sector público para abrirle oportunidades de negocio al capital privado. A organismos como la DGI, la Aduana o la Ansés los tiene claramente marcados. Además de generar más espacio presupuestario para invertir en infraestructura y en programas sociales, según la agenda que se plantea este Cavallo de máximas aspiraciones políticas, la supresión de gasto público está pensada como un medio para fomentar ese “ambiente de negocios” que anhelan los mediterráneos, y como un anzuelo para atraer capitales hacia la inversión fija, cuya virtud es no generar la contrapartida de deuda, a diferencia de la financiera. Cree que el modelo de la privatización y el desguace de YPF puede ser todavía aplicado a varios elefantes blancos. ¿También la extranjerización?
Si el ajuste no está en el corazón de su estrategia es porque lo cree política y socialmente inviable, a menos que se logre previamente el crecimiento. Su punto de partida es que la Argentina no aguanta un año más sin crecer, y que para lograrse es necesario atacar simultánea y vertiginosamente en todos los frentes posibles. De esto se deduce que, enel estado actual de fragmentación política, es impensable tener que llevar cada nueva decisión al Parlamento. Como prenda de cambio ofrece su convicción de que es posible crecer sin pasar antes por la convulsión de una devaluación y del default. En su momento se sabrá si es como la cuenta.

 

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