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RESULTADOS ALARMANTES EN UN ESTUDIO NUTRICIONAL DE LOS NIÑOS DEL CONURBANO
Los chicos sin hierro

La investigación del gobierno analizó a los chicos de hasta 6 años y sus conclusiones asustan: la mitad de los menores de 2 sufre anemia; el número de obesos entre 4 y 6 años es cuatro veces mayor al esperado; aumentan los chicos de baja estatura. Los especialistas advierten que la anemia puede dejar secuelas y afectar el desarrollo intelectual de los chicos.

Por Mariana Carbajal

El estado nutricional de la población infantil del conurbano bonaerense es alarmante. Un relevamiento del gobierno de la provincia de Buenos Aires, al que tuvo acceso Página/12, detectó que el número de obesos entre 4 y 6 años es cuatro veces mayor al esperado; que hay más niños petisos y su proporción aumenta en los sectores más pobres; que el 66 por ciento de los chicos no cubre la recomendación de hierro y la mitad de los menores de 2 años sufre anemia. El estudio será presentado oficialmente el mes próximo. “El nivel de anemia encontrado es muy alto”, advirtió el coordinador general de Programas Sociales del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, Adrián Díaz, al ser consultado sobre los resultados. La baja talla es un indicador de desnutrición crónica, y el sobrepeso, de mala alimentación, e implica un riesgo mayor de sufrir en el futuro enfermedades cardiovasculares, colesterol alto y diabetes. La anemia –en general, por falta de ingesta de carne– es el aspecto más grave: deja lesiones irreversibles en los menores y condiciona su desarrollo intelectual: serán menos inteligentes y tendrán un menor rendimiento escolar. El tema “merece una fuerte atención del gobierno”, consideró María del Carmen Morasso, jefa de Nutrición de Unicef. Los resultados “son muy preocupantes”, advirtió Adelaida Rodrigo, titular del Centro de Estudios de Rehabilitación Nutricional de la provincia. “Se está hipotecando el futuro de los chicos. Es criminal”, alertó Alejandro O’Donnell, director del Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (Cesni) (ver aparte).
“El perfil nutricional de baja talla, sobrepeso y anemia es el mismo que encontraron recientemente otros estudios en Tierra del Fuego y Córdoba, lo que indica que el Estado debe replantear sus estrategias desde el punto de vista alimentario y nutricional. No se trata de dar más cantidad de alimentos sino de ver la calidad de la comida y modificar hábitos alimentarios. Estamos trabajando en el fortalecimiento con hierro de la leche en polvo y en la inclusión de alimentación complementaria en la caja que se entrega a las poblaciones más pobres”, informó Díaz, quien condujo la investigación en la provincia y a partir de noviembre asumió en el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación.
En las conclusiones del trabajo se pone en evidencia el “fracaso” de las intervenciones de los servicios de salud provinciales para revertir la tendencia de anemia, en especial en el grupo de menores de 2 años, teniendo en cuenta –dice el informe– que más de una década atrás ya se habían encontrado valores similares en el conurbano. “El estudio está mostrando malos hábitos alimentarios y un estilo de vida poco saludable en términos de sedentarismo”, indicó Díaz.
¿Por qué son alarmantes los resultados del estudio? En primer lugar, por el impacto de la anemia, por deficiencia de hierro, en la inteligencia de los niños. “El hierro es un nutriente esencial para el desarrollo del sistema nervioso central y las competencias intelectuales. Su déficit puede llevar a alteraciones irreversibles a nivel intelectual”, explicó a Página/12 Rodrigo, que además de investigadora es jefa del Servicio de Epidemiología del Hospital de Niños de La Plata.
“Hay una creencia popular que indica que el chico gordito está bien alimentado, pero el sobrepeso puede tener consecuencias graves en la salud”, indicó Arnaldo Medina, director de Programas Sanitarios del Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires, desde donde se realizó la encuesta nutricional. Los chicos obesos tienen mayor tendencia a tener colesterol alto y desarrollar en el futuro enfermedades metabólicas como la diabetes, y crónicas como hipertensión y cardiovasculares. La baja talla significa que, en algún momento de su vida, el menor no estuvo bien alimentado.
Los datos principales del estudio son los siguientes:
La desnutrición aguda no representa una problemática de relevancia, en tanto que la obesidad muestra niveles superiores a los esperados.
Mientras que el porcentaje de sobrepeso esperado es del 2,3 por ciento de los menores de 6 años, el estudio encontró que son obesos el 7,6 por ciento de los niños de esa edad.
El sobrepeso tiende a aumentar con la edad y llega al 10 por ciento de los chicos de 4 a 6 años. En los de 0 a 1 año alcanza al 4,3 por ciento; en los de 1 a 2, al 6,2 por ciento; en los de 2 a 3 años, al 7,3 por ciento; y en los de 3 a 4, al 8, 5 por ciento.
La anemia afecta al 48 por ciento de los menores de 2 años. En el resto de edades la prevalencia es “igualmente alta”, y oscila entre el 15 y 30 por ciento de los niños.
El 66 por ciento de los chicos no cubre la recomendación nutricional de hierro. Este porcentaje es aún mayor en los menores de 2 años, donde llega al 75 por ciento.
El nivel de lactancia materna exclusiva al cuarto mes de vida se encuentra muy por debajo de la meta del 60 por ciento: apenas el 33 por ciento. “El bajo nivel de amamantamiento exclusivo implica un riesgo mayor de anemia y un desajuste en la dieta regular en cuanto a aportes de nutrientes para el bebé”, indicó Díaz.
Hay un 3,6 por ciento de niños con baja altura, cuando el porcentaje esperado es de 2,3 por ciento. El mayor retardo de talla se encuentra en los niveles económicos más bajos. A mayores NBI, los niños son más gordos y más petisos.
Aunque el estudio detectó también sobrepeso en los sectores medios y medios altos, el tipo de patología difiere de aquella observada en los bolsones de pobreza. “En los primeros, se debe a la ingesta de comida ‘chatarra’, como hamburguesas de marca, salchichas y snacks: los chicos ricos comen con mejor aceptación este tipo de alimentos saturados en grasas y las madres prefieren no discutir con ellos; las que trabajan, además, no tienen tiempo para preparar una comida balanceada y apetecible. En los segundos, el sobrepeso responde a que en sus hogares no pueden comprar alimentos nutritivos porque no tienen dinero”, diferenció Susana Gutt, jefa del Servicio de Nutrición del Hospital Italiano. La dieta de los más pobres es hipercalórica, basada en harinas (fideos y polenta) con bajo índice de alimentos frescos. “El gordo pobre es bastante diferente del gordo rico: tiene carencias en proteínas, hierro, vitamina A y calcio y, por lo general, más bajo peso al nacer y retardo en el crecimiento para la edad”, detalló Jorge Braguinsky, docente autorizado de la Cátedra de Nutrición de la Facultad de Medicina de la UBA. El otro factor que influye en el sobrepeso infantil es actualmente el sedentarismo a causa del problema de la inseguridad. “Los chicos no pueden salir a la calle, no tienen potrero, están encerrados en sus casas mirando televisión, tienen menor movimiento y empiezan a ser obesos”, describió Gutt.
El estudio fue realizado a lo largo del año 2000 a través del Programa Materno Infantil de la provincia, con fondos de la Nación y el apoyo de Unicef y la Organización Panamericana de la Salud (OPS). “Los datos son muy confiables. El estudio es muy serio”, dijo a este diario Morasso, de Unicef. La evaluación nutricional de los niños se hizo por medio de una encuesta domiciliaria, en la que se estudiaron 1388 niños menores de 6 años (739 varones y 649 mujeres) pertenecientes a 988 hogares de diferente nivel socio-económico, de una muestra representativa del conurbano. El relevamiento estuvo a cargo de equipos de nutricionistas, asistentes sociales y extraccionistas de sangre, que midieron y pesaron a los chicos y les tomaron muestras de sangre e interrogaron a sus padres sobre el consumo de alimentos de los menores. Según confirmó a Página/12 Medina, el informe final del trabajo será presentado oficialmente el mes próximo, junto con las medidas que implementará el gobierno bonaerense para revertir los cuadros detectados.

 

¿Qué deberían comer?

Por M.C.
Aunque depende de la edad del niño, para evitar la anemia y el sobrepeso infantil, una dieta balanceada debe incluir diariamente carne vacuna, distintos tipos de vegetales, lácteos, huevos y frutas, aconsejó el médico nutricionista Jorge Braguinsky, docente autorizado de la Cátedra de Nutrición de la Facultad de Medicina de la UBA.
“La carne vacuna es, lejos, la principal fuente de hierro. En este caso, el hierro aprovechable es dos veces el que puede proveer el pollo, 4 veces el del pescado y varias veces el de verduras ricas en hierro como las lentejas. Es un alimento muy completo porque, además, aporta proteínas de alta calidad y vitaminas del complejo B. Con 120 a 150 gramos por día se cubre el requerimiento de hierro diario. Lo ideal es que sea baja en grasas. La carne vacuna es más magra que el pollo que se vende en la ciudad; también son cortes magros la pechuga y el cerdo desgrasado”, explicó Braguinsky, a cargo también del curso de posgrado en Nutrición de la Universidad Favaloro.
“Los chicos deberían aprender a comer distintos tipos de vegetales. Es un proceso difícil porque suelen rechazarlos, pero si en la casa los padres acostumbran incluirlos en sus comidas, es más fácil”, agregó el especialista. Además de frutas y lácteos –con un cuarto litro de leche y 100 gramos de queso no descremado por día, o medio litro de leche se cubre el requerimiento de calcio–, otro alimento importante para los niños son las claras de huevo por su contenido de proteínas. “En chicos menores de 3 años es aconsejable un huevo entero, en los mayores dos o tres claras por día, pero sin la yema”, explicó Braguinsky.

 

Opinan los especialistas

“Hipotecan su futuro”
Alejandro O’Donnell Director del Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil.

“La baja talla, el sobrepeso y la anemia son los problemas de nutrición más graves de los chicos argentinos. Significa que las condiciones en las que están siendo criados son muy malas. Un gran número de ellos no va a lograr desarrollar su potencial genético y sufrirá alteraciones en el desarrollo intelectual. Sin dudas, se está hipotecando su futuro. Estos chicos, poco estimulados y poco inteligentes, van a significar en el futuro un tremendo costo en salud, por las enfermedades que están asociadas con estos cuadros y porque debido a su bajo nivel intelectual no podrán acceder a empleos calificados y seguirán siendo pobres. Lo más terrible es que hace 16 años se detectaron niveles similares de anemia en la población infantil y los gobiernos no han hecho nada al respecto. Es absolutamente criminal. Se calcula que si la Argentina tuviera la misma prevalencia de anemia que los países desarrollados –donde es bajísima–, el coeficiente intelectual de la población subiría 8 puntos, lo cual implicaría que se acabarían los alumnos repetidores. Hay una relación clara entre baja talla y repitencia escolar: cuanto más petiso, más repetidor. Un país no puede descuidar a los chicos de esta manera.”

“Es muy preocupante”
María Adelaida Rodrigo Directora del Centro de Estudios de Rehabilitación Nutricional.

“El diagnóstico es muy preocupante y coincide con una tendencia regional en Latinoamérica: la desnutrición aguda va desapareciendo y surge una desnutrición oculta, que se observa a través de la anemia. Lo más grave es que los chicos nacen con buen peso, pero su nivel nutricional se va deteriorando a lo largo de los primeros tres años de vida. Esta tendencia al sobrepeso y la baja talla es un reflejo de la mala alimentación. Los chicos reciben comidas hipercalóricas (polenta, fideos), y ‘chatarra’ (hamburguesas, snacks, bebidas edulcoradas en vez de agua y jugos naturales), y un bajo nivel de comidas frescas. Lo grave es que la carencia de hierro puede llevar a alteraciones irreversibles a nivel intelectual. En los sectores más pobres el Estado debe focalizar programas que apunten a paliar no sólo el déficit nutricional sino que incluyan además la promoción de la educación en la crianza infantil, como ocurre en otros países. El objetivo es enseñarles a las madres cómo llevar adelante la atención de la niñez. Estos programas, en realidad, comienzan con el control del buen estado de salud de la madre. Además, se les debe enseñar la importancia de la lactancia materna y cómo llevarla a cabo, la alimentación complementaria de los chicos y la higiene y salud en el hogar.”

“Un panorama desolador”
Olga Ramos Presidenta de la Sociedad Argentina de Nutrición.

“Es importante que el Estado entregue alimentos fortificados con hierro para bajar los niveles de anemia. En los bolsones de pobreza, las escuelas deberían convertirse en semihogares, es decir, allí los chicos tendrían que recibir el desayuno, el almuerzo y la merienda, cubriendo al menos el 75 por ciento de las necesidades nutricionales, calóricas y de vitaminas de los chicos. Falta también educación alimentaria, pero sólo se puede hacer en la clase media baja, que todavía tiene recursos para darles de comer a sus hijos. En las poblaciones más críticas, no tienen con qué alimentarlos. El otro problema es la baja prevalencia de lactancia materna. Ha bajado porque las mujeres tienen que salir a trabajar. Antes eran obreras y tenían protección gremial y la posibilidad de una licencia por maternidad. Pero ya no quedan fábricas y las mujeres se emplean en el servicio doméstico. ¿Cuánto tiempo pueden tener de licencia? Un mes como máximo. En esas condiciones, ¿cómo van a amamantar? Por eso, lo más importante para revertir la mala nutrición infantil es bajar el índice de desempleo. Cualquier otra medida es complementaria. El panorama es desolador, porque un cerebro infantil mal alimentado significa que el chico tendrá dificultades de aprendizaje y cuando sea mayor no podrá insertarse en el mercado más que como un trabajador poco especializado.”

“No hay excusas”
María del Carmen Morasso Jefa de Nutrición de Unicef.

“Esperábamos los resultados del estudio para confirmar que la anemia es el problema más grave de los chicos en la Argentina, y que merece fuerte atención de los gobiernos. En Chaco ya hemos detectado que el cuadro afecta al 60 por ciento de la población infantil. Esta situación empieza con las madres que tienen anemia durante el embarazo e incluso antes. En todo el mundo las mujeres en gestación toman tabletas de hierro. En la Argentina, en cambio, es muy bajo el número que recibe este complemento. Hay otro elemento que juega en contra de los chicos: cuando nacen, existe la tendencia a cortarles el cordón umbilical inmediatamente y hay que esperar que deje de latir, como hacen todos los mamíferos; esos dos o tres minutos son de vital importancia: la sangre que sigue recibiendo el pequeño lleva una gran reserva de hierro para el niño. Otro aspecto negativo es el bajo nivel de lactancia materna, que apenas llega a un tercio de los bebés en los primeros meses y debería ser exclusiva hasta el sexto mes. Además, hay una tendencia a empezar muy tarde a darles carne a los chicos. Existe la tecnología para revertir estos cuadros y no hay excusas en costos para no hacerlo. Las políticas públicas deberían incluir campañas informativas para alertar a la gente sobre los riesgos que corren por la anemia.”

 

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