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Carrascosa y el golpe que los sorprendió en Europa

El 24 de marzo de 1976, la selección
de Menotti en gira europea le ganó a Polonia 2-1. El capitán del equipo recuerda las extrañas circunstancias.

Jorge Carrascosa se saluda con Balint, el capitán húngaro. 27 de marzo de 1976 en Budapest: Hungría 2 Argentina 0.

Por Adrián De Benedictis

Al mismo tiempo que las fuerzas militares desplazaban del gobierno a Isabel Perón, aquel 24 de marzo de 1976, también quedó registrado –se transmitió el encuentro por televisión, pese a las circunstancias– como una fecha significativa en la historia del fútbol argentino durante aquella década. La Selección conducida por César Luis Menotti, en helada gira europea de fogueo, le ganaba 2-1 (goles de Scotta y Houseman) a la poderosa Polonia, en el estadio Slaski de Chorzow, en el marco de la preparación para el Mundial ‘78. Polonia, una de las cinco mejores selecciones de Europa por entonces, no había perdido nunca actuando en esa cancha –inaugurada en junio de 1953–, y su última derrota como local se remontaba al 5 de julio de 1966, cuando Inglaterra le ganó 1-0.
El buen nivel de juego que mostró Argentina fue factor de múltiples elogios. Y uno de los protagonistas principales de esa victoria y de ese equipo, el capitán Jorge Omar Carrascosa, decía por aquellos días: “Esto sirvió más que nada para que se consolide un trabajo. Yo, desde atrás, quedé asombrado por el entendimiento que tuvo la línea de cuatro. Igual o mejor que contra Rusia. Y eso que antes de salir del país no andaba bien”. Así, allá lejos, todo era felicidad. Precisamente, antes de enfrentar a los polacos, Argentina había iniciado su aventura con un memorable, casi pintoresco, triunfo por 1-0 (gol de Kempes) ante la Unión Soviética bajo la nieve en Kiev.
Al mismo tiempo, los hechos que se desarrollaban en el país eran desconocidos por los jugadores. Hoy, desde su empresa de seguros en Adrogué, Carrascosa rememora: “La noticia del golpe nos tomó de sorpresa. Nosotros estábamos concentrados solamente en el juego, y enterarse de eso fue algo muy fuerte”. Pero, claro, las novedades que les llegaban a los futbolistas eran escasas y muy imprecisas. En ese sentido, Carrascosa recuerda hoy: “Allá no nos decían todo lo que queríamos saber. No sabíamos exactamente lo que estaba sucediendo”.
Tras esas dos victorias iniciales, Argentina completó su gira con tres encuentros más con resultados menos halagüeños: dos derrotas sucesivas, ante Hungría (0-2), y Hertha Berlín de Alemania (1-2), y el último paso fue un empate sin goles ante el Sevilla español.
A la distancia, el jugador que sería después, en el ‘78, el gran ausente, renunciante principista a la Selección de Menotti, recuerda que el mayor temor tenía que ver con las familias que se encontraban en el país: “Uno siempre estaba pendiente de que a la familia no le pasara nada. El único contacto que yo tenía era telefónico, pero el deseo de todos era regresar lo más rápido posible para estar con los suyos”, dice hoy Carrascosa, y añade: “Al peronismo le quedaba poco tiempo para terminar su gobierno, pero igualmente uno percibía que se venía gestando algo así. Resulta curioso, pero la muerte de Perón también había encontrado a la Selección en Europa, cuando participaba del Mundial del ‘74”.
Por estas horas, Carrascosa insiste en que, “a medida que pasaban los días, el deseo era terminar cuanto antes la gira para estar rápido en el país. Esa era la verdad”. Después de esos dos primeros triunfos, el nivel del equipo no fue el mismo, y le siguieron dos derrotas consecutivas. De todas maneras, Carrascosa explica que “ante Hungría (ganó con goles de Nyilasi y Fazekas) sentimos mucho el cansancio de los viajes, y además creo que habíamos hecho un gran desgaste en los dos partidos anteriores. Pero no quiero echarle la culpa de haber perdido al cambio en el país”. En ese encuentro ante los húngaros, el 27 de marzo de 1976, el capitán Carrascosa intercambió banderines con Balint en estadio Neps de Budapest.
“Fue una linda gira, se hacía todo pensando en el Mundial de Argentina. Recuerdo que hacía mucho frío, y después de las victorias nos trataban con más respeto.” Así relata Carrascosa aquella historia. El gran lateral izquierdo que fue un emblema tanto dentro como fuera de la cancha. La otra historia, la que se escribía aquí, nadie quería recordarla.

 

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