Por Adrián De Benedictis
Al mismo tiempo que las fuerzas
militares desplazaban del gobierno a Isabel Perón, aquel 24 de
marzo de 1976, también quedó registrado se transmitió
el encuentro por televisión, pese a las circunstancias como
una fecha significativa en la historia del fútbol argentino durante
aquella década. La Selección conducida por César
Luis Menotti, en helada gira europea de fogueo, le ganaba 2-1 (goles de
Scotta y Houseman) a la poderosa Polonia, en el estadio Slaski de Chorzow,
en el marco de la preparación para el Mundial 78. Polonia,
una de las cinco mejores selecciones de Europa por entonces, no había
perdido nunca actuando en esa cancha inaugurada en junio de 1953,
y su última derrota como local se remontaba al 5 de julio de 1966,
cuando Inglaterra le ganó 1-0.
El buen nivel de juego que mostró Argentina fue factor de múltiples
elogios. Y uno de los protagonistas principales de esa victoria y de ese
equipo, el capitán Jorge Omar Carrascosa, decía por aquellos
días: Esto sirvió más que nada para que se
consolide un trabajo. Yo, desde atrás, quedé asombrado por
el entendimiento que tuvo la línea de cuatro. Igual o mejor que
contra Rusia. Y eso que antes de salir del país no andaba bien.
Así, allá lejos, todo era felicidad. Precisamente, antes
de enfrentar a los polacos, Argentina había iniciado su aventura
con un memorable, casi pintoresco, triunfo por 1-0 (gol de Kempes) ante
la Unión Soviética bajo la nieve en Kiev.
Al mismo tiempo, los hechos que se desarrollaban en el país eran
desconocidos por los jugadores. Hoy, desde su empresa de seguros en Adrogué,
Carrascosa rememora: La noticia del golpe nos tomó de sorpresa.
Nosotros estábamos concentrados solamente en el juego, y enterarse
de eso fue algo muy fuerte. Pero, claro, las novedades que les llegaban
a los futbolistas eran escasas y muy imprecisas. En ese sentido, Carrascosa
recuerda hoy: Allá no nos decían todo lo que queríamos
saber. No sabíamos exactamente lo que estaba sucediendo.
Tras esas dos victorias iniciales, Argentina completó su gira con
tres encuentros más con resultados menos halagüeños:
dos derrotas sucesivas, ante Hungría (0-2), y Hertha Berlín
de Alemania (1-2), y el último paso fue un empate sin goles ante
el Sevilla español.
A la distancia, el jugador que sería después, en el 78,
el gran ausente, renunciante principista a la Selección de Menotti,
recuerda que el mayor temor tenía que ver con las familias que
se encontraban en el país: Uno siempre estaba pendiente de
que a la familia no le pasara nada. El único contacto que yo tenía
era telefónico, pero el deseo de todos era regresar lo más
rápido posible para estar con los suyos, dice hoy Carrascosa,
y añade: Al peronismo le quedaba poco tiempo para terminar
su gobierno, pero igualmente uno percibía que se venía gestando
algo así. Resulta curioso, pero la muerte de Perón también
había encontrado a la Selección en Europa, cuando participaba
del Mundial del 74.
Por estas horas, Carrascosa insiste en que, a medida que pasaban
los días, el deseo era terminar cuanto antes la gira para estar
rápido en el país. Esa era la verdad. Después
de esos dos primeros triunfos, el nivel del equipo no fue el mismo, y
le siguieron dos derrotas consecutivas. De todas maneras, Carrascosa explica
que ante Hungría (ganó con goles de Nyilasi y Fazekas)
sentimos mucho el cansancio de los viajes, y además creo que habíamos
hecho un gran desgaste en los dos partidos anteriores. Pero no quiero
echarle la culpa de haber perdido al cambio en el país. En
ese encuentro ante los húngaros, el 27 de marzo de 1976, el capitán
Carrascosa intercambió banderines con Balint en estadio Neps de
Budapest.
Fue una linda gira, se hacía todo pensando en el Mundial
de Argentina. Recuerdo que hacía mucho frío, y después
de las victorias nos trataban con más respeto. Así
relata Carrascosa aquella historia. El gran lateral izquierdo que fue
un emblema tanto dentro como fuera de la cancha. La otra historia, la
que se escribía aquí, nadie quería recordarla.
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