Habrá
que prepararse para lo peor en Oriente Medio. O, más bien, para
la continuación del mismo y peor presente actual. Es que las posiciones
israelí y palestina se endurecen al ritmo de la cumbre de la Liga
Arabe, que comienza mañana en Ammán, Jordania. La delegación
palestina espera que el mundo árabe rompa toda relación
con Israel y exija que se despliegue una fuerza internacional de protección
para los territorios palestinos. Del otro lado, el ministro de Defensa
israelí, Benjamin Ben Eliezer, anunció que su gobierno espera
que termine la cumbre árabe para lanzar una nueva política
represiva contra los palestinos, incluyendo la intervención en
las zonas autónomas, para terminar con la violencia que recrudeció
ayer. Mientras tanto, el premier israelí, Ariel Sharon, dijo de
todo contra la comisión Mitchell, encargada de investigar los hechos
de violencia desde el comienzo de la Intifada, y con la que se reunió
ayer.
Esta comisión pertenece a la ONU y está presidida por el
ex senador norteamericano George Mitchell. Después de siete días
de investigaciones, deben ofrecer esta semana el resultado de ellas. Ayer
por la mañana, Sharon, que intenta mostrarse menos halcón
de lo que indica su historia, pero nunca pierde su afición por
las declaraciones explosivas, dijo por la mañana que nadie,
y repito nadie, tiene el derecho de llevar a Israel y al pueblo judío
ante un tribunal de los pueblos del mundo. Mitchell respondió:
No vinimos a juzgar a nadie, porque no se trata de una comisión
con poderes judiciales. Vinimos a hacer nuestro trabajo de forma imparcial.
Después, ambos se reunieron, y según la radio oficial israelí,
Sharon le dijo a Mitchell que si el informe no es objetivo y responsabiliza
únicamente a Israel, (el líder palestino) Yasser Arafat
entenderá que el terrorismo da frutos. Los palestinos le
habían pedido a Mitchell que acusara a los israelíes.
Más allá del tema de la comisión Mitchell, palestinos
e israelíes están moviendo fichas y aliados para un escenario
en el que el término negociaciones de paz aparece claramente
ausente. Sharon viajó la semana pasada a los Estados Unidos y obtuvo
el apoyo de la Casa Blanca en varios puntos, sobre todo el de no intervenir
demasiado en el proceso, tal como ocurría en los tiempos cercanos
de Bill Clinton.
Los palestinos, por su parte, esperan tres cosas de la Liga Arabe: que
suscriba el pedido palestino para el envío de una fuerza de protección
internacional para los territorios autónomos, que sus países
rompan relaciones con Israel y que hagan efectiva la ayuda financiera
que los países árabes se comprometieron a darles. La Liga
Arabe tendrá que resolver, además, una posición común
por el tema de Irak, ya que los recelos entre esta nación y Kuwait
y Arabia Saudita continúan.
Mientras tanto, la violencia continúa. Ayer fue atacado Gilad Zar,
jefe de Seguridad en los asentamientos judíos en territorio palestino
en Cisjordania. Un civil israelí fue secuestrado en la localidad
palestina de Tulkarem, y después fue rescatado por las fuerzas
oficiales palestinas. Altos mandos militares israelíes consideran
que los palestinos incrementarán la violencia para llamar la atención
de la Liga Arabe.
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