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Una bofetada de Viena para Haider

Por Alfredo Grieco y Bavio

Después de una campaña marcada por bien elegidos slogans xenófobos y aun antisemitas, el ultraderechista Partido de la Libertad (FPO) austríaco, cuyo adalid es el gobernador de Carintia, Joerg Haider, sufrió ayer un duro revés en las elecciones municipales en Viena. La capital de Austria fue recuperada por los socialdemócratas (SPO).
Escrutado el total de los votos, el FPO de Haider obtuvo un 20,2 por ciento, un 7,7 por ciento menos que lo obtenido en las elecciones pasadas.
Por el contrario, los socialdemócratas del alcalde Michael Haupl lograron tal avance en su propio caudal que les permitió alzarse con la mayoría absoluta de las bancas que cinco años atrás había perdido en el parlamento local. El SPO logró así ubicar 52 (antes 43) representantes de los 100 con que cuenta el cuerpo en total. El Partido Popular Austríaco (OVP) del conservador canciller Wolfgang Schuessel, que gobierna a nivel nacional en coalición junto con su aliado de extrema derecha FPO, obtuvo según este escrutinio el 16,4 por ciento de los votos, lo que significa un aumento del 1,1 por ciento respecto de las últimas elecciones.
La elección de ayer era considerada la prueba hasta ahora más importante de la gestión del canciller Schuessel. Su gobierno adoptó en el interior polémicas medidas de austeridad y en el exterior fue fustigado (y aun puesto en cuarentena por la Unión Europea) por el filonazismo del líder Haider, despreocupado y espontáneo a la hora de elogiar el régimen laboral del Tercer Reich o la honorabilidad de los SS. El partido de Haider fue precisamente el gran perdedor en los comicios de ayer, pero entre las clases medias e “intelectuales” vienesas se encuentran algunos de sus más vocales opositores. El partido del carismático Haider no tiene cargos de responsabilidad en Viena, aunque la policía local es sospechada de serle favorable más allá de lo razonable.
Haupl declaró que tomaba los resultados de las elecciones “con una gran alegría, pero también con una gran humildad”. Resaltó que ninguna encuesta le había augurado a la socialdemocracia un triunfo semejante. Por su parte, la primera candidata ultraderechista, Helene Partik-Pable, denunció que su partido había sido “víctima de una campaña difamatoria”. Pero aseguró a la televisión nacional que este mal resultado “no tendría incidencia para el gobierno federal”, donde su partido, dijo, hace un buen trabajo. El jefe del conservadurismo, Bernhard Gorg, felicitó al SPO por su victoria, aunque dijo no creer en la continuación del trabajo junto con el SPO en el ayuntamiento, como se hizo hasta ahora. El primer candidato de la lista verde, Christoph Chorherr, por el contrario, se mostró dispuesto a colaborar con el SPO en el gobierno de la ciudad.
La socialdemocracia fue despojada del gobierno federal en el 2000, como consecuencia de la alianza entre los conservadores y la extrema derecha. Pero desde que el partido de ultraderecha de Haider, que se proclama populista y el mejor defensor de las clases bajas, entró en la coalición gubernamental, ésta impuso una política de austeridad que logró records de impopularidad. El asombro podía estar sólo en algunos de sus votantes o de los observadores. Porque la derecha de Haider une un componente tradicional, reaccionario, rural, católico, con otro neoliberal y probusiness, adversario férreo del estatismo de la economía austríaca. No es necesario insistir en la contradicción. Y sus pérdidas, como las que sufrió la extrema derecha francesa, ayudan a los conservadores.

 

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