Al
cierre de esta edición, no aparecía a la vista un ganador
firme de la 73ª edición de los Oscar de la Academia de Ciencias
Cinematográficas de Hollywood, en una noche particularmente imprevisible,
en la cual Gladiador, El tigre y el dragón y (en menor medida)
Traffic venían repartiéndose los primeros premios que se
entregaban en el Shrine Auditorium de Los Angeles.
La ceremonia había comenzado puntualmente a las 22.30 (hora argentina),
con un viaje estelar por la galaxia Hollywood, con música de 2001:
Odisea del espacio, imágenes de ganadores de otros tiempos y una
conexión con el módulo espacial Destiny, en
órbita alrededor de la Tierra. La apertura estuvo a cargo del nuevo
animador del show, el comediante Steve Martin, que después de siete
años hegemonizados por Billy Crystal tuvo la responsabilidad de
hacer reír no sólo a la platea del Shrine Auditorium sino
también de animar a 800 millones de televidentes en todo el mundo,
que pacientemente dispusieron de casi cuatro horas de sus vidas para echar
una ojeada al mundillo de Hollywood.
Cada uno de esos espectadores está pensando que todos somos
gays, bromeó Martin en su primera andanada de chistes. Luego
fue identificando a algunos de los famosos en la platea y se detuvo en
el veterano Charlton Heston. Cuidado con lo que le dicen,
susurró Martin. Está convencido de que es él
el protagonista de Gladiador, aludió en referencia a su legendaria
interpretación en Ben Hur, más de cuatro décadas
atrás. Cuando reparó en la joven Kate Hudson, Martin a su
vez disparó: Me encanta darle la bienvenida a las nuevas
estrellas. Me recuerdan que cada vez estoy más cerca de la muerte.
Sobre
la duración del show, que siempre es excesiva, Martin primero dejó
deslizar para horror de la platea que no había apuro,
que disponían de cinco horas, pero después prometió
un televisor como premio para aquel ganador que diera el discurso
de agradecimiento más breve. Y le dedicó el chiste especialmente
a Julia Roberts, en previsión de su triunfo, capaz de desatar un
mar de lágrimas. Todo el primer tramo del espectáculo se
desarrolló, de hecho, a un ritmo crucero apreciable, con cinco
primeros premios en media hora, más la primera canción de
la noche a cargo de Sting, que interpretó My Funny Friend
and Me, de la película de Disney Las locuras del emperador.
Hasta entonces, nada había sido demasiado espectacular, considerando
que además de premios varios a rubros técnicos y cortometrajes,
el Oscar a la mejor actriz secundaria fue para una tapada,
Marcia Gay Harden por Pollock, un film muy elogiado por la crítica,
pero escasamente difundido incluso en los Estados Unidos (en la Argentina
no tiene aún distribución asegurada).
Menos sorpresivo resultó el triunfo de Benicio del Toro como mejor
actor de reparto por Traffic, en un rubro en el que solamente Albert Finney,
por Erin Brockovich, parecía oponerle alguna resistencia. Respetuoso
de las normas impuestas, Del Toro se tomó menos de 45 segundos
para agradecer a su director, Steven Soderbergh, y para mencionar especialmente
a la ciudad fronteriza de Nogales, entre México y Arizona, donde
transcurrió parte del rodaje de la película. Fuera de micrófono,
para los acreditados en la sala de prensa, Del Toro declaró que
pensaba llevarse su estatuilla de gira por su tierra natal, Puerto Rico.
La única ovación de la noche, con un aplauso de pie de toda
la sala, correspondió al legendario productor italiano Dino De
Laurentiis, que supo respaldar la obra de directores de la talla de Federico
Fellini, Roberto Rossellini, Ingmar Bergman, Robert Altman y David Lynch,
en una carrera que abarca más de 60 años. De Laurentiis
se llevó el premio Irving Thalberg, dedicado a los hombres que
más contribuyeron a la industria.
Bastante antes de los fastos arriba del escenario, se había sucedido
el desfile de estrellas por la alfombra roja, vitoreadas por fans apostados
en las gradas desde dos días antes. Aturdidos por el ruido, divas,
divos y starlets fueron atravesando dificultosamente la alfombra de la
fama. La actriz inglesa Julie Walters le confesó a los cronistas
apostados en la entrada del Auditorium que llevaba
un pedazo de carbón, a modo de amuleto,según una vieja leyenda
minera que aprendió durante el rodaje de Billy Elliot. A su vez,
el español Javier Bardem calificó como una pesadilla
su paseo por la alfombra roja de Hollywood y confesó su nerviosismo.
Esto es una pesadilla, todo el mundo grita, dijo a las cadenas
de televisión Bardem, vestido con un traje de Armani y que desfiló
acompañado por su madre y su novia, entre el tronar de los helicópteros
y los gritos y aplausos del público. No es uno de los mejores
momentos de mi vida; es uno de los momentos de mayor ansiedad, confesó
Bardem. Otra de las estrellas que realizó su paso triunfal por
la alfombra roja fue el puertorriqueño Del Toro, que eligió
también para la velada un esmoquin de Armani. Llevo algo
así como doce años en este trabajo y mi vida ha cambiado
ahora porque el teléfono no deja de sonar. Pero es fantástico,
indicó a las cadenas de televisión. Joaquin Phoenix (Gladiador),
el otro puertorriqueño candidato al Oscar al mejor actor secundario,
acudió a la velada acompañado por su madre. Pero quien se
llevó los mayores elogios por su elegancia muy años
locos fue la francesa Juliette Binoche. ¡Estás
tan chic!, se asombró la cronista de E! Entertainment, Joan
Rivers, famosa por su lengua viperina, que supo destruir a más
de una estrella.
Aunque con excepciones, este año la alfombra roja ofreció
menos escotes atrevidos que la pasada edición, quizá en
vista de que las bajas temperaturas de los días previos amenazaban
con hacer sufrir a quienes se atrevieran a exponer demasiada piel. Sin
embargo, el clima del gran día resultó agradable
y el paso de las celebridades de Hollywood por la antesala de la entrega
marchó sobre ruedas.
Por
televisión
La
entrega de los premios de la Academia tuvo dos versiones televisivas:
la señal de cable E! Entertainment presentó su ya clásico
From the red carpet, con la conducción de Tom ONeil
y Melisa Rivers, pero por sobre todo con la experiencia de Joan Rivers
como encargada de encarar a las estrellas que entraban al lugar. La
platinada veterana cumplió su función no sólo
con solvencia, sino también con la chispa que le hizo falta
a más de un entrevistado. En Azul, en tanto, la larga espera
de la ceremonia (la transmisión comenzó una hora y media
antes) fue mucho más llevadera que lo usual, con Axel Kuschevatzky,
Juan Castro y Cristina Pérez demostrando poseer la suficiente
cantidad de información como para evitar baches incómodos
y frases gratuitas. Suficiente para diferenciarla de experimentos
anteriores. |
Los
que pasaron por el podio
Promediando
la entrega de las estatuillas, éstos eran los ganadores.
Dirección artística:
Tim Yip, por El tigre y el dragón.
Actriz secundaria:
Marcia Gay Harden, por Pollock.
Montaje: Stephen
Mirrione, por Traffic.
Corto de acción
viva: Quiero ser, de Florian Gallenberger.
Corto de animación:
Father and Daughter, de Michael Dudok de Wit.
Vestuario: Janty
Yates, por Gladiador.
Actor secundario:
Benicio del Toro, por Traffic.
Sonido: S. Millan,
B. Beemer y K. Weston, por Gladiador.
Edición de
sonido: Jon Johnson, por U571.
Fotografía:
Peter Pau, por El tigre y el dragón.
Maquillaje: Gail
Ryan y Rick Baker, por El Grinch.
Cortometraje documental:
Big Mama, de Tracy Seretean.
Largometraje documental:
Into the Arms of Strangers: Stories of the Kindertransport, de Mark
Jonathan Harris y Deborah Oppenheimer.
Efectos visuales:
Tim Burke, Rob Harvey, John Nelson y Neil Corbould, por Gladiador.
Banda de sonido: Tan
Dun, por El tigre y el dragón.
Película extranjera:
El tigre y el dragón.
Premio honorario:
Jack Cardiff (Director de fotografía, primero en recibir
esta clase de premio).
Premio Irving Thalberg:
Dino de Laurentiis (Productor).
Canción:
Things have changed (Bob Dylan, Fin de semana de locos)
Actor: Russell
Crowe, por Gladiador.
Actriz: Julia
Roberts, por Erin Brockovich.
|
|