Por
Emanuel Respighi
En
los juegos, como en la vida misma, siempre hay vencedores y vencidos.
Y este fin de semana se descubrieron los rostros de los primeros expulsados
de El Bar y Gran Hermano, los dos reality game
show que intentarán reproducir o multiplicar el éxito de
Expedición Robinson, próximo a volver a la pantalla
del 13. Si bien hubo un eliminado por cada programa, fueron tres las personas-personajes
que se marcharon: Patricia, la cordobesa de llanto fácil, hizo
honor a sus constantes amenazas y se retiró por propia voluntad
de la casa de Gran Hermano. La manera que cada canal eligió
para publicitar la novedad, y las diferentes reacciones de los grupos,
marcaron la distancia que separa a ambos programas.
El viernes por la noche fue el día que eligió Cuatro Cabezas,
la productora de El Bar, para dar a conocer el eliminado semanal.
Los candidatos a la expulsión eran Estrella, que se ganó
ese lugar por haber obtenido la mayor cantidad de votos negativos por
parte de sus compañeros, y Maximiliano, quien fue nominado directamente
por Celeste, la participante que más adhesiones recibió.
Las personalidades de los nominados eran bien diferentes.
Mientras Estrella es una docente de escuelas diferenciales, católica
apostólica practicante y autodefinida tradicionalista,
Maxi es un frustrado jugador de fútbol profesional que no sabe
qué hacer con su vida y que, por lo visto en la remera que suele
lucir, no disimula su pasión por los Ramones.
Con poca angustia y sin generar emoción alguna, Estrella fue la
eliminada por el público con el 79 por ciento de los votos en contra.
No se imaginan el alivio que tengo. Me quería ir, expresó
Estrella tras conocer la noticia, mientras buscaba su valija en la que
no faltaban las botellas de agua bendita que había llevado para
tomar durante la convivencia. Y se marchó. Ante la indiferencia
de sus (ex) compañeros, que sólo sentían emoción
por el reencuentro con algunos familiares que los visitaron esa misma
noche.
La eliminación en Gran Hermano, en cambio, era un tanto
más incierta ya que el público tenía motivos de sobra
para votar a cualquiera de las nominadas. Lorena, la madre divorciada
apodada La Cardone, se ganó rápidamente el voto
de sus compañeros por su fuerte carácter, que le motivó
enfrentamientos durante la primer semana. Por el contrario, Patricia es
la cara opuesta de Lorena. De carácter débil y sensible,
Patricia se pasó la mayor parte de la convivencia llorando y amenazando
con que se iría. La conductora del programa, Soledad Silveyra forzada
en su intención de emocionar con gestos y palabras finalmente estériles,
fue la encargada de darle la noticia a Lorena, informándole que
había sido eliminada por el 68 por ciento de los votos. Bien,
fue la escueta respuesta de Lorena, acompañándose de unas
lágrimas que fueron las primeras que se vieron en el ciclo. Pero
a la noche le faltaba aún un aditivo. En el mismo momento en que
Lorena se despedía de los demás residentes, Patricia llamó
a Solita para cumplir con la promesa tantas veces anunciada: Yo
también me quiero ir de la casa. No lo esperábamos,
le contestó la conductora con cara de sorpresa cuando, en realidad,
no la había. Las imágenes editadas de Patricia que se emitieron
a continuación y la presencia de sus familiares parecieron desmentir
la exclamación de Silveyra. La cordobesa, claro, se retiró
llorando.
Sin demasiado asombro terminó la primer ronda eliminatoria de los
dos reality shows. Una diferencia de matiz separa a ambos ciclos. Mientras
que en el programa de Telefé parece prevalecer el cuidado por la
imagen, en el ciclo de Cuatro Cabezas los participantes se muestran sin
inhibiciones: discusiones que casi terminan a las trompadas, alianzas
y romances rodeados de indicios de sexo furtivo se cruzan a diario. Respondiendo
a su slogan publicitario, El Bar parecería ser el
verdadero reality show, aunque en materia de televisión,
nunca se sabe.
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