Por
F. Y.
Una
nueva alianza, bien heterodoxa. Compuesta por radicales (muchos pero no
todos), frepasistas, cavallistas (ellos sí, unánimes), menemistas,
un puñadito de ruckaufistas y algunos díscolos duhaldistas.
Ese curioso conjunto fue el que consiguió aprobar a media mañana
de ayer tras toda una noche de debate e insomnio, largos discursos, infinidad
de cafés y de chicanas, la Ley de Competitividad. Así consiguieron
153 votos afirmativos contra 81 rechazos. La oradora más fogosa
fue, otra vez, la radical Elisa Carrió, quien insistió en
rogar a sus colegas que rechazaran el proyecto del Ejecutivo.
El radicalismo logró disciplinar a su tropa y, más allá
de las fuertes diferencias internas, tuvo sólo dos deserciones:
el porteño Fernando Cantero y la chaqueña Elisa Carrió,
quien durante su discurso dijo, a voz en cuello, se los pido por
sus hijos, se los pido por la República, no voten esta ley
para luego, a Dios rogando y con el mazo dando, anunciar que iniciaría
una demanda contra los legisladores por considerarlos .infames traidores
a la patria. Nadie cambió el voto, pero algunos se preocuparon.
Fue el caso del peronista porteño Daniel Scioli quien corrió
presuroso a consultar a su compañero Dámaso Larraburu que
integra la comisión de Legislación Penal. ¿Es
cierto que nos pueden mandar presos a todos. El vasco
Larruburu, por toda respuesta, lanzó una carcajada.
Otros justicialistas y varios radicales se permitían repetir una
broma: justo ahora que se derogó el 2 x 1 Lilita nos quiere
mandar en cana.
La Alianza cosechó 99 votos, que incluyó a los bloquistas
sanjuaninos y los renovadores de Salta. El interbloque de partidos provinciales
aportó catorce voluntades, el peronismo 28 y Acción por
la República, fiel a su conductor, tuvo asistencia perfecta y colaboró
con sus 12 diputados.
La distribución de los 28 votos del PJ es una radiografía
casi perfecta de lo que ocurre en el partido. Casi la totalidad del menenismo
apoyó la iniciativa oficialista, cristalizando así la nueva
alianza que se había formado el viernes pasado cuando la Cámara
baja dio media sanción a la primera parte de la ley que presentó
Cavallo al Congreso donde solicita los superpoderes.
Los bonaerenses no fueron muy fieles al apoyo público que dio Carlos
Ruckauf el viernes pasado al super Ministro de Economía (ver página
8). Hilda González de Duhalde votó en contra, tras hablar
por teléfono con su esposo, el ex gobernador, y eso desató
una sucesión de rebeldías.
Los seguidores del gobernador cordobés, José Manuel De la
Sota, votaron divididos, tres a favor, dos en contra. Los cuatro diputados
del PJ de Santa Fe fueron más verticalistas, acataron incondicionalmente
la orden del gobernador Carlos Reutemann: votaron en contra.
En el Frepaso prácticamente no hubo novedades, los 14 rebeldes
que habían anunciado su rechazo, cumplieron. A éstos se
le sumaron los tres legisladores que tiene el Socialismo Popular. En tanto
los Socialistas Democráticos, donde militan Jorge Rivas, Héctor
Polino, Oscar González y Alfredo Bravo. Entre los provinciales
que acompañaron esta posición estuvieron el demócrata
mendocino, Gustavo Gutiérrez, el justicialista disidente Juan Domingo
Zacarías y el fueguino Ernesto Löffler.
EL
GOBIERNO QUIERE OTRA MESA DE DIALOGO
Invitando
a Menem y Alfonsín
En
el año y meses que lleva Fernando de la Rúa de presidente
convocó a varias mesas de diálogo, todas de duración
efímera y resultado incierto. Sin embargo, no piensa ceder así
nomás. Ayer, el Gobierno anunció la convocatoria a una nueva
ronda de encuentros con partidos políticos, que el Presidente piensa
inaugurar con su nuevo aliado, el ex presidente Carlos Menem, y con el
jefe de la UCR, Raúl Alfonsín. En paralelo, la ministra
de Trabajo, Patricia Bullrich, anticipó la posibilidad de llamar
a un encuentro para conversar con sindicalistas y empresarios. Con Domingo
Cavallo de viaje por Europa, el Gobierno quiso demostrar que mantiene
la iniciativa política aunque, por el momento, sus propuestas no
vayan más allá de reunir gente en un salón.
Supuestamente, las nuevas rondas de diálogo deberían concretarse
esta semana porque la próxima el Presidente viajará a Roma
a encontrarse con el papa Juan Pablo II. El vocero presidencial Ricardo
Ostuni adelantó que, como gesto, De la Rúa quiere
ver a Menem, con quien mantuvo una charla el viernes pasado en la reunión
de la America Society en el Hotel Alvear. Desde la asunción de
Cavallo, Menem respaldó la gestión del Gobierno y los legisladores
que le responden se mostraron en el Congreso más oficialistas que
varios hombres de la Alianza. Otro de los invitados iniciales será
Alfonsín, a quien De la Rúa no ve desde la designación
de Cavallo. Con el encumbramiento de su enemigo al frente de la conducción
económica, Alfonsín convocó a la mesa nacional de
la UCR, que redactó un frío apoyo al Gobierno en medio de
muchas voces críticas.
En la convocatoria, también entraría el líder del
Frepaso, Carlos Chacho Alvarez, quien ya anunció que
no colocaría hombres de su partido en cargos de primer nivel del
Gobierno. Alvarez buscó ser jefe de Gabinete, pero De la Rúa
respondió ofreciendo los ministerios del Interior y de Desarrollo
Social para su fuerza. Ahora, Interior está ocupado pero el Gobierno
no pierde esperanzas de que Desarrollo Social actualmente en manos
del ministro de Salud, Héctor Lombardo, en forma interina
sea encabezado por un frepasista.
Lo que no termina de quedar en claro es el objetivo final de la nueva
ronda dialoguista. Ostuni se limitó a informar de que la Rosada
quiere materializar en reuniones la convocatoria a la unidad
nacional detrás de la que De la Rúa trató de
relanzar su gestión a partir de los últimos cambios de gabinete.
Aunque, finalmente, no hubo tal gabinete de unidad e, incluso, su conformación
dejó profundas grietas dentro de la Alianza. Desde ya que de las
reuniones tampoco van a quedar afuera los gobernadores del PJ, algunos
de los cuales también vienen funcionando como activos apoyos del
Presidente en su pelea por los superpoderes en el Congreso.
La otra pata dialoguista la adelantó Bullrich, quien se mostró
entusiasmada por retomar la mesa de diálogo social. En su inaugural
y única convocatoria, la mesa que agrupó a funcionarios,
gremialistas y empresarios le sirvió al Gobierno para que la CGT
levantara un paro de 36 horas. La ministra explicó que tanto en
la Ley de Competitividad como en la de los poderes especiales no
hay delegación de facultades en los temas laborales como
pedían los sindicalistas, por lo que esta es la gran
oportunidad para volver a llamar a la mesa del diálogo social
que, hasta ahora, se mantuvo sólo en un paréntesis.
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