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OPINION

Querer, hacer y ser

Por James Neilson

Siempre se da una brecha entre lo que los gobiernos prometen antes de asumir y lo que llegan a hacer luego de recibir el premio que habían buscado, pero no es nada común que resulte ser tan extraordinariamente ancha como es la fosa que separa los compromisos que formulan los candidatos presidenciales argentinos de las medidas que terminan tomando una vez en el poder. He aquí una causa, tal vez la principal, de la depresión anímica que se apoderó del país a comienzos del año pasado. Parecía que los dirigentes políticos creen que su labor se limita a articular los deseos de la ciudadanía, de expresar de la forma más entrañable que puedan lo que la mayoría quisiera ver, pero nada más. Es por este motivo que las campañas electorales suelen ser meros torneos entre demagogos cuyas palabras apasionadas, en ocasiones escritas por “asesores de imagen” que trabajan para empresas globalizadas, no tienen ninguna relación evidente con lo que vendrá después, lo cual es una forma de fraude por parte de quienes han jibarizado la política convirtiéndola en un bazar persa en que se venden espejismos y retratos de santones falsos que, claro está, sólo sirven para satisfacer a quienes entienden que no tendrán salvación en este mundo.
Carlos Menem pudo saltar por encima del abismo porque todos festejaban sus travesuras y no hubo ninguna más desopilante que su metamorfosis instantánea de populista rabioso en “neoliberal” seductor de yanquis. En cambio, nadie nunca había felicitado a Fernando de la Rúa por su estilo juguetón. Encarnaba –¿se acuerda?– la sinceridad y la rectitud y fue por eso que triunfó en octubre de 1999. No sorprende, pues, que su gestión haya sido tan tortuosa. A diferencia de Menem, se sintió obligado a probar suerte con una receta que es de suponer sospechaba sería inapropiada.
Domingo Cavallo se cree el hombre que finalmente conseguirá reducir al mínimo la distancia entre lo político (es decir, las promesas) y lo económico (o sea, lo que efectivamente ocurre) que a través de los años ha provocado tantos estragos en la Argentina. ¿Podrá hacerlo? Su “plan” contiene una fuerte dosis de voluntarismo, además de otros ingredientes que resultarán menos apetecibles de lo que muchos imaginan, pero por extraño que parezca no cabe duda de que se asemeja mucho más el proyecto aliancista original que los esfuerzos fiscalistas que fueron ensayados por Machinea y López Murphy. De todos modos, en vista de la alternativa que asomaba la semana pasada cuando el Gobierno se derretía, es probable que la mayoría lo acepte de buen grado.


 

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