Por
Mariana Carbajal
Una
salida tan habitual para los adolescentes como ir al cine es una rareza
entre los chicos de 13 y 14 del sur de la ciudad de Buenos Aires. A pesar
de vivir a minutos de cualquiera de las salas que se multiplicaron en
los últimos años en la Capital Federal, el 75 por ciento
de los alumnos de los sectores populares de Lugano, Villa Soldati y Pompeya
no vio nunca una película en una pantalla gigante. El dato fue
detectado a través de una encuesta de la Secretaría de Educación
del gobierno porteño. Las ilusiones de los pibes en torno del cine
son diversas. Para algunos, será el camino para conocer lugares
como el bosque y el mar. Para otros, una forma de evadirse por un
rato y ver la realidad de otra forma de la que la estoy viendo.
El relevamiento fue realizado en el marco del programa La escuela,
al cine, una iniciativa por la cual 3600 alumnos de 16 escuelas
de los barrios más carenciados del sur podrán concurrir
el cine y ver tres películas argentinas a lo largo del año.
Las expectativas de los chicos sobre el cine quedaron reflejadas en la
encuesta. Se les preguntó para qué creen que sirve ver una
película en pantalla gigante: apenas el 25 por ciento respondió
para divertirse, disfrutar, entretenerse, salir con amigos o pasarla bien.
Para cuatro de cada diez, la experiencia de ir al cine tiene que ver con
el aprendizaje más que con una práctica lúdica. Para
conocer lugares como el bosque y el mar; para aprender experiencias
que capaz te pasan en la realidad; para que me ayude en la
vida; para pensar; para enterarme de lo que pasa
en otros lugares; para poder ser algo en la vida; para
conocer más cosas fueron algunas de las respuestas que dieron.
Estos chicos que en su mayoría no fue nunca al cine hablaron
de aprender, conocer, descubrir, entender, lo que nos hace pensar que
los alumnos de los sectores populares valoran al cine en su función
educativa en la medida en que esperan de él una contribución
a la tarea de enseñar y de aprender, analizó Roxana
Morduchowicz, directora del programa La escuela al cine.
Otro grupo de chicos, un 20 por ciento, imagina que el hecho de ir al
cine le permitirá desenchufarse de su casa y de los
problemas que los angustian diariamente. A mí el cine me
gustaría para ver la realidad de otra forma de la que la estoy
viendo, dijo uno de ellos. Para que si estoy triste me pueda
reír, contestó otro. Para despejarme;
para salir de todos los conflictos; para salir de mi
casa, fueron otras respuestas.
El relevamiento fue realizado a comienzos del ciclo lectivo entre 550
alumnos de 13 y 14 años de escuelas de Lugano, Villa Soldati y
Pompeya. La primera pregunta ¿fuiste al cine el año
pasado? nos confirmó la necesidad de implementar un programa
para acercar a los chicos a una expresión cultural tan importante
como es el cine. Una amplia mayoría respondió que no había
ido nunca a lo largo del 2000. Pero en virtud de las otras respuestas
que dieron inferimos que en realidad nunca en su vida pisaron una sala
cinematográfica: les planteamos que mencionaran el título
de la película que vieron en el cine que más les gustó
y sólo respondió un 20 por ciento de los encuestados,
señaló a Página/12 Morduchowicz.
El programa se inspira en uno similar que conoció Morduchowicz
durante un viaje a Inglaterra y será llevado adelante en colaboración
con el Instituto Nacional de Cine y el complejo de salas Hoyts, ubicado
en el Shopping Abasto, donde los chicos verán las películas.
En total, participarán del proyecto 1800 alumnos de primer año
y otro tanto de segundo de las 16 escuelas con población más
pobre de los barrios de Lugano, Soldati, Pompeya, Parque Patricios, la
Boca, Barracas, Liniers y Mataderos.
Verán tres películas recientes argentinas de distintos
géneros. La idea es que no sólo disfruten del placer de
ir al cine sino que la salida se convierta en una experiencia educativa.
Al finalizar cada función, loschicos van a tener la posibilidad
de hablar en la sala con algún profesional que participó
del film puede ser el director, un actor, el maquillador, el guionista,
o el sonidista para que conozcan la cultura del cine desde sus protagonistas,
explicó Morduchowicz.
La primera película la verán el 5 de abril los chicos de
primer año y el 3 de mayo los de segundo. Será Cabeza de
Tigre, un film histórico del director Claudio Etcheberry (con las
actuaciones de Damián De Santo y Héctor Alterio) que todavía
no fue estrenado y cuya trama gira en torno del fusilamiento de Liniers.
En junio verán Sólo gente, (un drama, de Roberto Maioco,
con Pablo Etcharri y Lito Cruz) y en setiembre el exitoso policial Nueve
Reinas, estas dos últimas estrenadas en 2000. El programa se completa
con la entrega de material a los docentes para que puedan continuar trabajando
el tema en las aulas.
¿Quiénes
van al cine?
Por
M. C.
La
semana posterior a la asunción del ex ministro de Economía
Ricardo López Murphy, cuando se respiraba un clima general
de desesperanza, la concurrencia al cine cayó en más
de 100.000 espectadores, es decir, un 30 por ciento, reveló
a Página/12 el sociólogo Rolando Santos, experto en
temas del mercado cinematográfico. Santos precisó
que el consumo de películas es hipersensible
a las fluctuaciones económicas y señaló que
en la última década quedó marginado del cine
el vasto y creciente sector de los desempleados y subempleados.
Los últimos tres años se destacan por dos fenómenos:
por un lado, la apertura de 300 salas nuevas; por el otro, la profundización
de la recesión económica que frenó el crecimiento
de la afluencia de público. Una vez más en el
marco de una recesión prolongada, el consumo de películas
se vuelve errático y ciclotímico de acuerdo a humores
colectivos: la apertura de salas continúa atrayendo público,
pero poco tiempo después los complejos se encuentran por
debajo de las expectativas generadas, como ocurrió en Puerto
Madero, agregó. Según cifras del Sindicato de
la Industria del Cine Argentino, entre enero y fines de setiembre
de 2000, el público en la Capital Federal aumentó
5,1 por ciento, en relación al año anterior, mientras
que en todo el país el incremento fue inferior: apenas 2,7
por ciento.
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