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STORANI ASPIRA A SER PRESIDENTE DEL RADICALISMO
De regreso al primer amor

No aspira a ser candidato. Quiere liderar el partido. Necesita que Alfonsín le dé su aval. Su principal adversario es Rozas.

Obstáculos: Sus posibles opositores
son el sector de Mestre en Córdoba, el de Usandizaga en Santa Fe, el nosiglismo en Capital y seguramente el delarruismo.

Federico Storani, ex ministro
del Interior quiere suceder a Alfonsín.
Sus bastiones: provincia de Buenos Aires
y el apoyo de Franja Morada.

Por José Natanson

Definitivamente alejado del Gobierno, Federico Storani ya tiene planes para el futuro. Según ha dicho a sus íntimos, no quiere ser candidato en octubre: su objetivo es convertirse, a fines de año, en el sucesor de Raúl Alfonsín como jefe del radicalismo.
Para entender la estrategia de Storani hay que rastrear sus últimos pasos políticos. En 1999, luego de dos años como jefe del bloque de diputados, Fredi se enfrascó en una dura pelea con Rafael Pascual por la presidencia de la Cámara. La cercanía de Pascual con Fernando de la Rúa fue la clave de la derrota de Storani, que terminó aceptando uno de los lugares más importantes del gabinete: el Ministerio del Interior.
Nunca se sintió del todo cómodo, especialmente con el progresivo ascenso del Grupo Sushi, hasta que el recorte educativo terminó de empujarlo fuera del Gobierno. Desde el llano, Fredi retomó el perfil progre que había suavizado desde su ingreso al Gobierno (sobre todo por la necesidad de justificar represiones). Así fue como el domingo, en un reportaje con Página/12, el ex funcionario atacó duramente al entorno presidencial y dijo cosas como: “Yo nunca pensé que De la Rúa fuera un líder” o “la gente dice que hoy gobierna Cavallo”. Ayer insistió por radio (ver aparte).
Bastante más tranquilo, Fredi ha tenido tiempo de pensar sus próximos pasos. “No quiero reciclarme como candidato”, sostiene ante sus íntimos. Y explica que, descartada su postulación a senador, su única posibilidad sería presentarse para diputado y volver a pelear la jefatura de la Cámara o la presidencia del bloque, dos lugares que no le resultan demasiado atractivos.
Por eso ha puesto su mirada en el partido. Las autoridades del Comité Nacional que preside Alfonsín se renuevan en noviembre o diciembre y Storani está decidido a encabezar la lista de delegados por la provincia, paso previo para pelear la jefatura de la UCR. Según sostienen quienes conversaron con él últimamente, su idea es relanzar su carrera desde la presidencia del radicalismo. “Hay que garantizar una conducción progresista”, asegura en la intimidad.
El peso interno de Storani es indiscutido. Aunque sus adversarios suelen criticarle las repetidas derrotas frente al PJ bonaerense, acumula una fuerza considerable: junto con Leopoldo Moreau y Juan Manuel Casella hegemoniza el poderoso radicalismo bonaerense, lo que incluye una aceitada estructura, un número de importante de diputados nacionales y la mayoría de los legisladores provinciales. Controla intendencias importantes como Quilmes, Bahía Blanca o Junín. Es el titular de la CON (Corriente de Opinión Nacional), a la que adhieren muchos dirigentes del interior, como el intendente de Catamarca, Eduardo Brizuela del Moral, o el radical más importante de San Luis, Walter Ceballos. Capitanea buena parte del radicalismo universitario. Y, aunque su estructura tiene baches –su presencia en Córdoba es limitada y nunca logró hacer pie en la Capital–, lo cierto es que es uno de los dirigentes con más peso dentro de la UCR. Es más: sus adversarios suelen decir que sólo se dedica a eso.
Aunque a primera vista todo esto debería alcanzarle para aspirar con chances a la jefatura del partido, es muy probable que despierte la oposición en algunos sectores: el que lidera Ramón Mestre en Córdoba, el de Horacio Usandizaga en Santa Fe, el nosiglismo en la Capital y seguramente el delarruismo.
Por eso, para conseguir el cargo será clave la negociación con Alfonsín, quizás el aspecto más complicado de la estrategia de Storani. Si bien el ex presidente está decidido a dejar la jefatura del partido, Fredi sospecha de un pacto con Angel Rozas. La historia viene de lejos: en 1999 Rozas peleaba con Moreau la presidencia del partido hasta que, pocos días antes de la elección, Alfonsín decidió respaldar a De la Rúa para el cargo, por lo que el chaqueño tuvo que dejar de lado sus aspiraciones. En la siguiente elección, Alfonsín se postuló para el puesto y –otra vez–el gobernador tuvo que abandonar la pelea. Todo esto –y las credenciales impecables del chaqueño: gobernador exitoso, primer aliancista, alta imagen pública– llevaron a Storani a formularse una pregunta básica: ¿habrá un pacto entre Alfonsín y Rozas para garantizarle al chaqueño que esta vez le toca?

 

Un Presidente sin poder real

Siguiendo con la línea de declaraciones duras que eligió desde que dejó el Ministerio del Interior, Federico Storani advirtió ayer sobre el “poder real” de Domingo Cavallo. “El Presidente tiene poder, pero tiene una cesión de poder en Cavallo que es evidente. Es el poder real: si (Cavallo) mañana dijera que se va de este gobierno se produciría una verdadera hecatombe y eso es poder real. Una cosa es que se declare la emergencia. A partir de eso se justifica que haya un gobierno de unidad nacional, pero si a uno de los convocados se le entrega prácticamente el poder ya no es un gobierno de unidad nacional”, explicó.

 

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