Por Horacio Bernades
No es cosa fácil producir,
filmar y estrenar un documental en Argentina. Caso testigo, el de Daniel
Rosenfeld, porteño de 27 años y con sólidos antecedentes
en cine y televisión. Con estudios de música primero y más
tarde de guión, montaje y realización, Rosenfeld debió
esperar dos años y atravesar varios festivales para llegar finalmente
al estreno argentino de su primera película, Saluzzi, ensayo para
bandoneón y tres hermanos. Luego de su presentación en los
festivales de Berlín y Buenos Aires el año pasado, Saluzzi,
ensayo ... conocerá mañana su estreno oficial, precedida
por un fuerte y elogioso boca en boca.
Para su debut como realizador, Rosenfeld eligió filmar un personaje
y una obsesión. El personaje es el eminente bandoneonista salteño
Dino Saluzzi que, mientras urdía una obra personal fenomenal, grabó
con gente como Miles Davis, Jim Hall, Gil Evans, Charlie Haden, el Kronos
Quartet y Ricky Lee Jones, entre otros. Pero además, Saluzzi compone
regularmente música para películas, ya se trate de Nouvelle
Vague, de Godard, como de Todo sobre mi madre, de Pedro Almodóvar.
La obsesión: filmar el acto de crear, en el momento mismo en que
esa chispa empieza a arder. Devenido productor, guionista, realizador
y a la larga distribuidor de su película, Rosenfeld siguió
a Saluzzi a través de presentaciones, ensayos y habitaciones de
hotel, mientras el músico gestaba una nueva obra, todavía
inédita. El recorrido los llevó desde Venecia hasta el pueblo
natal de Camposanto, pasando por París, Zurich y varias ciudades
italianas. Ante el estreno de Ensayo..., Rosenfeld dialogó con
Página/12 sobre propuestas, intenciones y hallazgos.
¿Cómo surgió la idea?
Habiendo trabajado en Buenos Aires Viceversa y El viento se llevó
lo que, de Agresti, y en televisión en la serie El garante
y un ciclo de documentales llamado Tercer ojo, yo estaba interesado en
el tema de la creación artística. Cuando empecé a
trabajar en cine, mi intención era dedicarme a componer música.
Pero, una vez que me vinculé con la actividad, me dejé llevar
por las peripecias, siguiendo un recorrido en producción, montaje
y finalmente como asistente de dirección. Siempre admiré
a Saluzzi, que me parece extraordinario. Una de las veces que fui a escucharlo,
me animé a ponerme a conversar. De las conversaciones surgió
la idea de una película, que fue tomando forma sobre la marcha.
Tenía claro que no quería una biografía musical,
ni una película didáctica, ni un documental institucional
sobre un personaje exitoso. A Dino le pareció perfecto.
¿Por qué Saluzzi?
En primer lugar, porque como músico me parece un creador
absolutamente original, en tanto arrancó en el folklore, pero se
fue abriendo a otros lenguajes, que lo llevaron a algo mucho más
abstracto y difícil de definir. Una forma propia, que toma elementos
de jazz, de tango, de música contemporánea y las integra
de un modo que sería injusto etiquetar como fusión.
Saluzzi señala que la gente suele necesitar de ciertas clasificaciones
previas, para ponerse a escuchar. Necesitan saber si se trata de tango,
jazz, folklore o cualquier otra cosa. Y lo que él hace no es nada
de eso. De allí que, en otro momento de la película, él
se refiera a la soledad radical que implica esa clase de búsqueda.
Viendo la película, da la sensación de que, a medida
que Saluzzi le va dando forma a su nueva composición, usted hace
lo propio con las imágenes.
Bueno, ésa es una de las cosas que tenía claro que
quería buscar. Quería seguir el proceso de creación
musical y me parecía que no podía hacerlo de otro modo que
no fuera reproduciéndolo a mi vez. De allí la idea de que
la película es un ensayo. Saluzzi tiene una idea para su nueva
composición y le va dando forma, pensándola en voz alta,
pasándola alpentagrama y probando acordes, ensayando más
tarde la pieza con sus dos hermanos músicos. Intenté registrar
el modo en que esa materia se va modelando, tratando de controlar lo menos
posible, dejando que fuera el propio azar el que dictara el rumbo a seguir.
La película va asumiendo una forma musical, con estribillos
visuales y contrapuntos dados por distintos paisajes, pero también
por texturas de imagen que se alternan y contraponen.
Tenía presente que quería ser fiel al personaje y
que la mejor forma de hacerlo era a través de la forma de mi película.
Viendo la película en la mesa de montaje fui advirtiendo que cada
parte tiene un espíritu definido. Mientras que la parte europea,
que se ve en blanco y negro, es algo más fría y melancólica,
en el regreso a Salta, que se ve en colores, a Dino se lo nota más
feliz, rodeado por su madre, sus hermanos y los recuerdos de su padre
y tocando la música que aprendió de chico. Tal vez aflore
allí una oposición entre el exilio y el terruño,
que tiene mucho que ver con el recorrido de Saluzzi.
¿Cómo piensa seguir, después de Saluzzi ...?
Tengo dos proyectos. Uno es un documental sobre un equipo de rugby
formoseño, formado íntegramente por indios tobas y dirigido
por un ex nazi arrepentido, para el que cuento con aportes de Zentropa
(la compañía de producción de Lars Von Trier) y la
productora francesa Les Films dIci, una de las más importantes
del rubro. Paradójicamente, me está faltando un productor
argentino. Por otro lado, estoy escribiendo el guión para una película
de ficción que también transcurriría en Salta. Aunque
la historia es sórdida, porque es sobre un caso de prostitución
infantil, tengo la intención de narrarla en clave de fábula,
en las antípodas del realismo.
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