Por Claudio Scaletta
A pesar de los graves efectos
provocados por la estrategia de ocultamiento del rebrote de la fiebre
aftosa en el país, el Senasa continúa negando la existencia
de la totalidad de los nuevos focos. Página/12 accedió a
información interna del organismo sanitario, que registra entre
los meses de agosto del 2000 y el 8 de marzo de 2001 394 focos aftósicos
diseminados entre las provincias de Buenos Aires (134), Chaco (1), Córdoba
(104), Corrientes (3), Entre Ríos (6), Formosa (13), La Pampa (77),
Mendoza (3), Misiones (1), San Luis (28) y Santa Fe (24).
Las cifras contrastan notablemente con el número difundido por
el Senasa, que ayer, con el reconocimiento de 14 nuevos focos, elevó
la cifra oficial a 92 en total. También con la distribución
geográfica y el consecuente plan de regionalización presentado
cuando todavía Víctor Machinea estaba al frente del organismo
sanitario, pues se han registrado focos de la enfermedad hasta en la provincia
de Mendoza, concretamente en la zona de San Rafael, lo que vuelve estéril
la hipótesis que centra la lucha en el reforzamiento de la frontera
norte con un núcleo en la zona de engorde en el centro del país.
Los protocolos que dan cuenta de los casi 400 focos son documentos oficiales
del Senasa completados por los veterinarios actuantes ante cada denuncia
de la enfermedad realizada por los propietarios de los establecimientos
afectados (ver facsímil). En los 394 protocolos 126 correspondientes
al año 2000 y 268 al 2001 intervinieron no menos de 40 profesionales
con amplia experiencia en trabajo de campo y el diagnóstico clínico
fue siempre aftosa. Luego, los protocolos, junto a las correspondientes
muestras obtenidas de los animales enfermos, son enviados al laboratorio
del organismo sanitario. Resulta difícil creer que 40 profesionales
distintos hayan enviado coincidentemente diagnósticos equivocados.
La estrategia de ocultamiento, de la que al parecer el Senasa no logra
desprenderse, no resultó sólo en el bochorno y la pérdida
de credibilidad internacional, sino en ingentes pérdidas económicas
para el país, las que en parte deberán ser afrontadas por
el Estado nacional, es decir, por la totalidad de los contribuyentes.
Sin embargo, los responsables de la estrategia fueron premiados con el
ascenso. Solo para citar a los actores más representativos, Eduardo
Greco pasó de la dirección de Epidemiología a la
vicepresidencia del Senasa y Marcelo de la Sota subió un nivel
desde la dirección de Lucha Sanitaria a la Dirección Nacional
de Sanidad. Si bien estos funcionarios ya no ocupan estos cargos, todavía
permanecen en puestos relevantes de la institución.
No obstante, la responsabilidad por la propagación descontrolada
de la enfermedad no es exclusiva del Senasa. Del ocultamiento participaron
la totalidad de las asociaciones de productores, como la Sociedad Rural,
Coninagro, Federación Agraria y Confederaciones Rurales todas
ellas con participación en el Senasa, los consejos profesionales
de veterinarios, las autoridades provinciales y la industria frigorífica.
Todos estaban al tanto de la magnitud de la presencia de la enfermedad.
Y todos callaron. Según justificó el ex secretario de Agricultura
Antonio Berhongaray, se trató de una razón de Estado.
La ayer anunciada reestructuración del Senasa (ver aparte) incluye
en la conducción del organismo a Bernardo Cané, quien en
recientes declaraciones consideró que todo el rodeo vacuno del
país corre riesgo de contagio. La sugerencia de Cané
fue que la totalidad del ganado vacuno debería ser vacunado. Según
el último Censo Nacional Agropecuario realizado por el Indec, el
país cuenta con alrededor de 49 millones de bovinos. La cifra supone
que las dosis de vacunas deberán superar con creces los 35 millones
anunciados por la actual intervención del organismo. La potenciación
de la demanda profundizará los ya adelantados problemas de abastecimiento.
Durante la fallida y efímera etapa con status sanitario de libre
deaftosa sin vacunación, la producción de vacunas
se redujo a un mínimo banco de emergencia abastecido por un solo
laboratorio (Biosidus).
En tanto, el cierre de los mercados de exportación comenzó
a generar los previsibles efectos sobre el mercado de trabajo. Desde el
pasado lunes 26 y hasta el próximo 2 de abril inclusive, el frigorífico
estadounidense Swift adelantó las vacaciones de 1154 operarios
sobre una planta de 1630. La medida de Swift ayudó para que el
Gobierno apurara un subsidio a los frigoríficos de 300 pesos por
trabajador, los que tienen un ingreso promedio de 600 pesos. El anuncio
del subsidio fue hecho por el secretario de Trabajo, Anselmo Rivas. El
acuerdo, alcanzado con sindicalistas y empresas del sector, supone que
los frigoríficos se comprometen a no extinguir la relación
laboral. Rivas se ocupó de aclarar que el subsidio era una
excepción que sólo se extendería por 6 meses, hasta
que el país consiga recuperar los mercados de exportación.
Ciertamente, una previsión temporal optimista.
Triunvirato para Senasa
El flamante secretario de Agricultura, Marcelo Regúnaga,
anunció su voluntad de que la conducción del Senasa
sea ejercida por un triunvirato integrado por Bernardo Cané,
el actual interventor Héctor Salamanco y Alfredo Bigatti.
La propuesta, sin embargo, todavía no ha sido aprobada por
el titular de Economía, Domingo Cavallo, aunque se descuenta
su aprobación.
Cané ejerció la conducción del Senasa desde
1989 a 1996 y es considerado como uno de los gestores de que Argentina
obtenga la calificación sanitaria de Libre de aftosa
con vacunación. Salamanco y Bigatti, fueron designados
hace poco más de 15 días por el fugaz secretario de
la Producción, Víctor Savanti, como interventor y
subinterventor, respectivamente, del organismo sanitario.
Aunque aún no está definido, se estima que los tres
integrantes del triunvirato tendrán la misma jerarquía
pues, según Regúnaga, el objetivo es sumar experiencias
y voluntades para recuperar la sanidad del ganado. El problema
de la aftosa estuvo entre los tratados hoy en la reunión
del gabinete nacional.
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Afectados
La aftosa sirvió a Brasil para establecer una nueva barrera
paraarancelaria contra Argentina. El Ministerio de Agricultura del
vecino país prohibió la importación de productos
vegetales procedentes de las regiones argentinas donde hay brotes
de fiebre aftosa. El objetivo declarado es evitar la contaminación
del ganado brasileño. La producción de las áreas
no infectadas sólo podrán importarse con certificado
concedido por sus autoridades sanitarias. Los principales productos
alcanzados por la medida son arroz, maíz, soja, trigo, frutas
y hortalizas. En el 2000 Brasil importó 10.431.674 toneladas
por 1392,3 millones de dólares productos vegetales argentinos.
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