Una niña de diez años, internada en el Hospital de Niños
Sor Ludovica de La Plata, marcó la llegada de la leptospirosis
a la capital bonaerense, mientras que se conocieron cinco casos nuevos
en la provincia de Santa Fe. El ministro de Salud bonaerense, Juan José
Mussi, a pesar de las novedades adversas, estimó que la situación
se va a ir atenuando, especialmente en el partido de Quilmes,
donde se produjo la explosión de la enfermedad, con 44 infectados,
tres de los cuales murieron. Es una enfermedad de la pobreza y hasta
ahora teníamos apenas diez casos por año en la provincia,
pero se potenció por cuestiones que tienen que ver con el medio
ambiente y con las malas condiciones de salubridad en las viviendas,
explicó Mussi. Por su parte, voceros del gobierno porteño
desmintieron a Página/12 que se haya producido un segundo caso
de leptospirosis en la ciudad de Buenos Aires, además del ocurrido
en el barrio de Belgrano.
Si hubiera ocurrido, tendríamos que tener conocimiento y
no tenemos ninguna información al respecto, aseguró
anoche a este diario el subsecretario de Servicios de Salud, Edgardo Trivisono.
Hasta ahora, el secretario de Salud porteño, Marcos Buchbinder,
admitió que hubo un solo caso, en lo que va del año, en
el barrio de Belgrano, poco después del gran temporal del 24 de
enero último que provocó inundaciones en esa zona de la
ciudad. Anoche se mencionó la presencia de un segundo caso, en
Villa Lugano, pero se presume que sería una confusión con
un contagio fatal ocurrido el año pasado y que fue denunciado en
su momento por la defensora del Pueblo de la ciudad, Alicia Oliveira.
El siguiente sería el resumen de los casos efectivamente producidos
este año y detectadospor las autoridades sanitarias: 44 en Quilmes,
siete en Santa Fe, cuatro en el norte de Misiones, uno en la ciudad de
Buenos Aires y uno en la localidad de Abasto, cerca de La Plata. De los
57 casos, cinco fueron fatales, tres en Quilmes y los dos restantes en
Misiones. Una niña de 10 años, residente en Abasto, fue
internada ayer en el Hospital de Niños de La Plata.
El caso fue confirmado por la directora del establecimiento, Herminia
Itarte. La nena permanece internada en el sector de enfermedades
infecciosas, recibe tratamiento con antibióticos y su evolución
es favorable, hizo saber la doctora Itarte. Dijo también
que el Instituto de Zoonosis de Azul confirmó que se trata de leptospirosis.
Por ese motivo se está realizando ahora una tarea preventiva destinada
a saber si otros miembros de la familia tuvieron contacto con la fuente
de contagio, ya que se trata de una enfermedad que no se transmite de
persona en persona sino a través de los animales, ratas, perros,
gatos o caballos.
Las lestospiras llegan al medio ambiente por medio de la orina de los
animales y se transmite a los seres humano por contacto directo, por la
piel o las mucosas. Por eso, los distintos ministerios de Salud del país
recomendaron ayer no caminar descalzos sobre el barro, hervir el agua
de pozo y lavar bien las verduras. Los que tengan contacto diario con
los animales deben usar guantes, botas altas y otros elementos de protección.
Voceros de la Municipalidad de Quilmes rechazaron versiones, procedentes
de Santa Fe, que indicarían que los casos ocurridos en esa provincia
son derivación de lo que sucedió antes en la
comuna bonaerense. En Santa Fe hubo siete casos confirmados. Los enfermos
que son asistidos en el Hospital Centenario de Rosario fueron identificados
como Nicolás Ansaldi, de 42 años, y Héctor Fratari,
de 50. Ambos son oriundos de la zona rural de San Genaro, ubicada a 90
kilómetros de Rosario.
En Quilmes, los vecinos resolvieron levantar hasta el sábado la
protesta que incluía el corte de la avenida Calchaquí, en
las proximidades del afectado barrio de La Cañada. En Misiones,
mientras tanto, las autoridades sanitarias confirmaron la muerte de un
hombre y una adolescente, pero negaron que se trate de un brote
epidémico. La psicosis generó medidas de prevención
en Catamarca y en Córdoba, donde hasta el momento no se han producido
casos de leptospirosis.
EL
JUICIO POR EL TRIPLE CRIMEN EN CIPOLLETTI
El silencio de los acusados
La segunda audiencia del juicio
oral por el triple crimen fue interrumpida ayer con el pedido de nulidad
realizado por los defensores de los acusados Guillermo González
Pino y Claudio Kielmasz. Con el argumento de que en la requisitoria de
la fiscalía hay una falta absoluta de pruebas, la defensa
hizo un intento de frenar el proceso, pero los jueces decidieron rechazar
el pedido. Luego, ambos imputados se negaron a declarar, tras lo cual
el tribunal dispuso un cuarto intermedio hasta el próximo martes
cuando declararán los primeros testigos. En orden, se sentarán
ante el tribunal los padres de las víctimas y testigos de los pasos
dados por Kielmasz, el hombre de las mil versiones de la masacre y quien
condujo a Ulises González hasta el lugar donde se encontró
el arma con el que le dispararon a las chicas.
¡A mí nunca me llamaron el loco como dice en el expediente!
Esa fue la única frase que dijo ayer el otrora verborrágico
Claudio Kielmasz ante los jueces cuando le leyeron sus datos y tuvo la
oportunidad de hablar por su inocencia. No es el único sobrenombre
que se le adjudica a lo largo de la causa. Pero su personalidad ha quedado
reflejada en el camino sinuoso de sus siete declaraciones, cada una de
ellas con una nueva versión de lo que supuestamente vio desde lejos
ese 11 de noviembre en que fueron rematadas Paula y María Emilia
González y su amiga Verónica Villar.
Kielmasz llegó en un supuesto estado de shock a la casa de la familia
González, en el barrio San Pablo, el 16 de diciembre de 1997, a
poco más de un mes del crimen. Era un sábado. Se mostraba
muy asustado, lloraba, parecía un chico que necesitaba protección
cuenta Susana González sobre la tarde en que lo conoció.
Contó que había visto cómo las mataban en los olivillos,
donde aparecieron los cuerpos, pero a mí ya me parecía extraño
porque decía que estaba a cien metros, y que eran las nueve de
la noche. A esa hora sin luz era imposible que hubiera visto tan claro
todo.
El 17 de diciembre, Kielmasz acompañó a Ulises González
y a Edith Chiminelli al lugar donde estaba el arma homicida. Después
se hizo proteger por la Policía Federal, fue resguardado en un
hotel de Neuquén, pero pronto sus contradicciones lo convirtieron
en sospechoso. Antes de la Navidad ya estaba preso. Luego, su propia concubina
declararía que lo vio el día del asesinato con la ropa manchada
de sangre. La misma situación lo mantiene encerrado a González
Pino. Su ex pareja también lo vio ensangrentado y lavando la camioneta
gris en la que habrían trasladado a las víctimas. Ayer el
abogado de Pino, Eves Tejeda, al solicitar la nulidad del juicio por falta
total de pruebas, calificó la requisitoria fiscal como monstruosa.
Se basa, paradójicamente, en las falencias de la primera etapa
de la investigación, cuando por acción y omisión
de la policía rionegrina se perdieron los elementos fundamentales.
|