Por Alejandra Dandan
Subió a la tarima y francamente
asimiló las críticas que en todo Brasil intentaron boicotear
su título: Me llamo a mí misma Frankenstein aseguró
pero seré quien represente a mi país en el concurso de Miss
Universo. Su nombre es Juliana Dornelles Borges, nueva Miss Brasil
y dueña de un cuerpo trabajado 18 veces por las tijeras de un bisturí.
Originaria del Estado de Río Grande do Sul, Juliana generó
un furioso debate en torno a la legitimidad de su belleza, producida largamente
en millonarios laboratorios quirúrgicos. Gastó 7500 dólares
en operaciones que fueron recortando los bordes molestos de sus orejas,
recompusieron sus lolas según la estética del nuevo siglo
y hasta sustrajeron algunos lunares pélvicos molestos. Todo eso
provocó las críticas de modelos, ex modelos y missis de
todo el mundo, escandalizadas por la elección de lo que la prensa
brasileña llama Miss Silicona. En tanto, Buenos Aires se sumó
a la polémica. Página/12 dialogó con los expertos
del mundo de la moda entrenados en la producción de bellezas que
se mostraron fervorosos defensores de un look natural, muchas veces demasiado
difícil de definir.
Acaso la noticia debería plantearse de otro modo. La entronización
de la nueva Miss Brasil sería, tal vez, el resultado natural de
ese fatigoso trabajo sobre el cuerpo obligado por la cultura actual. Acaso
la furiosa polémica desatada en Brasil, el país con los
niveles más altos de cirugía estética después
de Estados Unidos, no tienda tanto a cuestionar la aprobación dada
el martes por el jurado sino, más bien, a mostrar el espanto ante
la construcción de un monstruo fabricado en el quirófano.
Claro que, si de monstruos se trata, Juliana sería una de las malvadas,
pero bellísimas, criaturas de cualquier cuento de hadas. Después
de todo, trabajó para conseguirlo: 7500 dólares en total
a recuperar seguramente con los premios y un meticuloso esfuerzo
de superproducción debajo de afiladísimas tijeras de estetas
modernos. Al comienzo fue sólo una lipoaspiración y un pequeño
implante de siliconas en sus senos. El resto, contó ella misma,
fueron apenas correcciones: en total 17. Se acentuó un poquito
los pómulos hasta allí excesivamente latinos, engordó
un poquito el labio superior, estilizó la línea de su mandíbula,
acentuó su curva lumbar, se adelgazó y redondeó el
mentón y, después, más relajada, se dedicó
a eliminar cierta cantidad de granos molestos y delinear orejas.
En Argentina, algunos aseguran preferirla con granos. Diego Litwik, representante
de Miss Argentina SA, es uno de ellos: Yo no la voto subrayó
con absoluta seguridad, y explicó: prefiero una cara llena
de granos que una toda de plástico.
Pero hasta esta defensa casi a ultranza de la natura desaparece cuando
el gerente de la permisionaria a cargo de la búsqueda de bellezas
nacionales piensa en sus propios números. Una cosa son los
concursos de belleza aclara y otra la agencia donde si una
chica viene con cirugía para vender su imagen, a mí como
negocio me sirve.
Diluida la polémica entre los que aquí preparan para el
próximo año el relanzamiento del concurso señorita
argentina, Juliana consigue nuevamente aliados entre algunas de las ex
modelos recicladas ahora en el entrenamiento y producción de chicas
para la televisión. Raquel Satragno, dueña de una escuela
de modelos, respondió no lo puedo creer cuando conoció
la existencia del premio a la muchacha de Río Grande do Sul. Sin
embargo, enseguida y más repuesta, concilió: Si la
eligieron y tiene una manito de bisturí a mí no me molestaría.
El problema fundamental para Satragno es de tecnología: Acá
aseguró quedan más feas.
Esa imagen que Litwik hojea sobre el diario de su escritorio es la de
una morena de ojos verdes, de unos legítimos 1,80 metros de alto.
Mientras el ejecutivo va especulando sobre la edad y pasa de unos treinta
a treinta y tres, se entera líneas más abajo que Juliana
Dornelles Borges tiene 22. El martes, esa chica consiguió imponerse
a otras veintiséis candidatas representantes de los estados de
Brasil. Lo que nadie dijo demasiado fuerte fue que, también la
mayoría de las missis, apelaron a la magia del bisturí para
mejorar sus formas. Y sobre esto hablaron los organizadores del certamen.
Es una guerra y todas las herramientas de belleza son válidas,
se interpuso Boanerges Gaeta frente a la ola de cuestionamientos abierta
entre quienes criticaron la legitimidad de la nueva reina. Fueron los
organizadores quienes de hecho alentaron la participación de Juliana
y del resto de las finalistas. Durante el lanzamiento hubo un anuncio
indicando, expresamente, que se permitían aspirantes operadas,
con lentes de contacto y tintura de cabello.
Nunca se me habría ocurrido, admite nuevamente extrañada
Raquel Satragno mientras convoca altas y flacas de belleza fotogénica
mayoritariamente para el concurso local organizado por su escuela,
donde será seleccionada la candidata a Miss Universo. A Satragno
no se le había ocurrido especificar, por ejemplo, si admitirá
o no a chicas operadas. Es que acá normalmente son muy pocas
las que tienen con cirugías, porque son muy chicas, tienen entre
17 y 23 años: después es cuando les empieza a molestar algunas
cosas; pero a mí insiste no me gusta. Ella misma
fue candidata y ganadora de uno de esos concursos donde llegó casi
sin tetas: Es más, me miraban con poco cariño.
La agencia Ford Models Internacional, una de las más prestigiosas
en el país, sostiene estas ideas. Nancy de Lio, de la filial Buenos
Aires, explica un principio casi trágico: la crisis de los veinte
entre las modelos locales. Como ya no tienen el cuerpo de los 15
o 16 y quieren un poco mantenerse así, bueno empiezan a plantearse
la cirugía.
A mí no me importa repitió varias veces Miss
Brasil: hice todo lo necesario para realizar mi sueño. Aún
me falta una cosa: un poco de siliconas en las nalgas, porque las encuentro
muy chatas.
RECHAZAN
LA IMPLEMENTACION DEL ACUERDO DE KIOTO
A Bush el calentamiento lo deja frío
Por Julian Berger
*
Desde
Washington
La administración Bush
pareció acabar con toda esperanza de revivir el tratado de Kioto
sobre calentamiento global, al declarar ayer que no tiene interés
en su implementación y tomar los primeros pasos hacia el retiro
de la firma norteamericana del acuerdo. La sentencia de muerte de Kioto,
anunciada por Christide Todd Whitman, jefa de la agencia de protección
del medio ambiente, significó un golpe para las expectativas europeas
de establecer un programa global para reducir la emisión de gases
de efecto invernadero, en medio de fuertes evidencias sobre el impacto
del cambio climático. Un panel de científicos de la ONU
recientemente informó que las temperaturas medias podrían
elevarse hasta 5.8 grados este siglo si no se hace un esfuerzo importante
por reducir las emisiones.
El ex vicepresidente Al Gore firmó el acuerdo de Kioto en nombre
de los Estados Unidos, pero nunca fue ratificado por el Senado. Un funcionario
del Departamento de Estado confirmó un informe del Washington Post
según el cual la nueva administración había solicitado
a esa dependencia que estudiara las formas de retirar formalmente la firma
del documento.
Condolezza Rice, consejera de seguridad nacional, les dijo en forma privada
a algunos embajadores europeos que Estados Unidos consideraba el acuerdo
de Kioto muerto, pero el canciller alemán, Gerhard
Schroeder, había esperado poder convencer a Bush cuando ambos se
reunieran hoy en Washington. Es importante que Estados Unidos acepte
su responsabilidad por el clima global. Es la mayor economía mundial
y los mayores consumidores de energía, le dijo Schroeder
a Los Angeles Times.
Las declaraciones de Whitman son un golpe para el canciller alemán
en la víspera de su llegada. Consultada sobre si el tratado de
Kioto tenía alguna posibilidad de sobrevivir, la funcionaria dijo:
No, no tenemos interés en implementar ese tratado.
En una carta dirigida a los senadores republicanos días atrás,
Bush dijo que se oponía al tratado según el cual Estados
Unidos tendría que reducir la emisión de gases de efecto
invernadero como el dióxido de carbono y el metano en un 7 por
ciento por debajo de los valores de 1990 para el 2012 porque eximía
a los países en desarrollo y perjudicaría a la economía
norteamericana.
Los líderes europeos habían esperado que el tratado se salvaría
después de que Whitman fue a la cumbre de medio ambiente del G8
en Trieste y firmó un escrito el 4 de marzo que decía: Nos
comprometemos a realizar un esfuerzo para alcanzar un acuerdo a fin de
asegurar la integridad del protocolo. Pero no se cumplió.
* De The Guardian de Londres, especial para Página/12
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