Por Mariana Carbajal
Si los dos disfrutan de
la sexualidad, el hombre debe tener igual responsabilidad que la mujer
en el control de la natalidad. Hasta ahora han sido ellas las que han
puesto su cuerpo. Llegó nuestro turno. Así explicó
a Página/12 Ricardo Mena su decisión de presentarse en la
Justicia para reclamar que le realicen en un hospital público una
vasectomía para no tener más chicos. Mena, de 46 años
y padre de cuatro hijos, no está solo en esta iniciativa inédita
en el país. Lo acompañan otros tres varones, como él,
movidos porque su ajustada situación económica no les permitiría
criar más niños. Son todos de Río Negro, donde cinco
meses atrás se aprobó una ley que convirtió a la
vasectomía y a la ligadura de trompas de Falopio en métodos
anticonceptivos legales. Sin embargo, como la norma todavía no
fue reglamentada por el Poder Ejecutivo provincial, no entró en
vigencia.
Mena vive en la ciudad de General Roca. Es letrista y tiene dos hijos
de 25 y 21 años de su primer matrimonio, y otros dos, de 5 años
y 8 meses, con su actual pareja, Marcela DAlessandro, una sufrida
maestra, de 36 años. Con el último embarazo decidimos
no tener más hijos por una combinación de factores; pero
en principio, por una cuestión económica, contó
Mena. Mi mujer tiene la obra social estatal, que le cubría
la atención del parto en una clínica privada, pero sólo
por una cesárea y la ligadura de trompas nos pedían 500
pesos, sin contar otros honorarios médicos como el del anestesista.
Finalmente, resolvimos que se atendiera en el hospital público,
pero nos dijeron que no realizan la ligadura si no está en riesgo
la vida de la mujer, algo que no estaba en juego en el caso de mi esposa.
Pese a ello, creemos que tenemos el derecho a decidir si no queremos tener
más hijos, consideró Mena. Si hubiesen tenido el dinero
necesario aseguró, hubieran resuelto el problema en
el sector privado.
Ahora acordamos que me haga la vasectomía, porque la operación
es más sencilla y menos agresiva que para la mujer. Además,
yo tengo cuatro hijos y mi mujer, dos. Si los dos disfrutamos de la sexualidad,
debemos compartir la responsabilidad en el control de la natalidad. Las
mujeres siempre se hicieron cargo de tomar pastillas, ponerse un DIU,
criar a los chicos. Siempre pusieron el cuerpo. Ahora llegó nuestro
turno, opinó.
Los otros tres interesados en la operación son de Villa Regina,
una pequeña localidad frutihortícola del Alto Valle de Río
Negro. Ya tenemos cuatro nenas, de entre 13 años y 4 meses,
y la situación económica no está como para criar
más. Tengo trabajo en los meses de la cosecha, que son cuatro,
y el resto del año tenemos que tratar de sobrevivir, dijo
a este diario Miguel Angel Bermejo, un camionero de 46 años. Supongamos
que nuestra pareja se rompa... de todas formas con las cuatro hijas que
tengo estoy hecho. Ya no quiero hacer más hijos, agregó.
Siempre le tocó asumir la decisión de la anticoncepción
a la mujer. No sé si es por machismo que uno le dice que tome pastillas,
pero esta vez la decisión la tomé yo. No quiero tener más
hijos. Con los que tengo está bien porque puedo alimentarlos,
precisó Daniel Lescano, changarín, de 31 años. Tiene
un hijo de 4 años con una discapacidad motriz, otro de un año
y medio y el tercero en camino. Queríamos tener dos, pero
el año pasado a pesar de tomar píldoras mi mujer quedó
embarazada, describió.
El 19 de marzo Mena, Bermejo, Lescano y otro varón de 35 años
que prefirió mantenerse en el anonimato solicitaron la realización
de la vasectomía en el Hospital de Villa Regina. Pero el director
del centro de salud, Héctor De Feo, rechazó inmediatamente
la petición. Por esa razón, los cuatro resolvieron presentar
en los próximos días un recurso de amparo en la Justicia
para reclamar su derecho a practicarse la intervención. En su negativa,
De Feo alegó que todavía no es legal la operación
sin una autorización judicial. En octubre, Río Negro se
convirtió en la primera y única provincia del país
en modificar una ley local que regula el ejercicio de la medicina, a fin
de permitir que las intervencionesquirúrgicas de infertilidad,
tanto masculinas como femeninas, sean legales y en el sector público
no se exija más que el consentimiento del interesado. Sin embargo,
como todavía no fue reglamentada por el Ejecutivo provincial, la
norma no entró en vigencia.
Precisamente fue en el Hospital de Villa Regina, donde de la mano del
jefe de Tocoginecología, Mario Mas, surgió la movilización
popular que terminó con la sanción de la ley (ver aparte).
Estamos trabajando en la reglamentación. Esperamos tenerla
lista antes de treinta días, informó a Página/12
Claudio Di Tella, subsecretario del Ministerio de Salud de la provincia.
Se sabe que en el sector privado, tanto la ligadura de trompas como la
vasectomía se realiza sin otra condición que el pago de
la cirugía. En cambio, en la mayoría de los hospitales los
médicos se oponen a realizar cualquiera de las dos operaciones
sin autorización judicial porque la ley nacional 17.132 prohíbe
a los profesionales practicar intervenciones que provoquen la esterilización
sin que exista indicación terapéutica perfectamente determinada.
Qué es una
vasectomía
Por M.C.
La vasectomía es una operación sencilla
y no afecta el disfrute sexual. El hombre sigue teniendo semen en
un volumen normal, pero sin espermatozoides, explicó
a Página/12 el médico José Vázquez,
jefe de Andrología del Hospital de Clínicas. La intervención
se realiza con anestesia local y consiste en la ligadura de los
conductos deferentes, que son los que llevan los espermatozoides
desde cada testículo al exterior. Se considera irreversible,
aunque las técnicas quirúrgicas actuales permiten
revertirla en un 50 por ciento aproximadamente. Pero los pacientes
deben tener en cuenta que puede ocurrir que no se pueda volver atrás,
aclaró el especialista. Vázquez indicó que
la ligadura de trompas de Falopio el equivalente en las mujeres
es una cirugía mucho más compleja que la vasectomía,
debido a que se debe ingresar en el abdomen de la mujer y
para ello se requiere anestesia general, aunque aclaró
por laparoscopia la intervención se ha simplificado notablemente.
La vasectomía es una operación muy utilizada
en Europa y los Estados Unidos, agregó. En Europa,
donde el índice de natalidad es muy bajo, muchos hombres
suelen practicársela después de tener el primer hijo,
señaló. En la Argentina, en cambio, no es habitual
porque la ley de ejercicio de la medicina prohíbe expresamente
la esterilización de cualquier persona, salvo que medie una
indicación terapéutica, y en el caso de los hombres
es extraño que exista. No así en mujeres, donde la
ligadura puede ser indicada cuando hay cesáreas previas u
otra patología que ponga en riesgo la vida de la paciente
con un futuro embarazo, añadió. Es una
ley que no comparto porque coarta la libertad personal, concluyó
el especialista.
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Decisión
igualitaria
Por M. C.
La decisión de cuatro varones de reclamar en la Justicia
el derecho a practicarse una vasectomía, para regular su
fertilidad, sorprendió por lo inédita. A diferencia
de lo que ocurre en otros países, en la Argentina no es nada
habitual un pedido de estas características: acá es
bastante fuerte la concepción tradicional de la masculinidad
por la cual cancelar la posibilidad de procreación es como
quitarse uno de los baluartes de confirmación de la virilidad,
analizó el psicoanalista Norberto Inda, especialista en temas
de género. Para los hombres, crear descendencia, hacerle
hijos a la mujer, es una confirmación narcisística
de lo potentes que son. Hacen una ecuación entre potencia
y capacidad de procrear. Estos mismos varones son, por otra parte,
los que cuesta trabajo que se hagan papás, porque se borran
y desaparecen, agregó Inda.
La noticia que viene de Río Negro lo sorprendió gratamente.
Es una decisión igualitaria en el sentido de que tanto
varones como mujeres debemos preocuparnos por el destino de nuestros
actos: así como nos cuidamos de enfermedades de transmisión
sexual, también debemos hacerlo de una procreación
no deseada, opinó Inda. Sergio Sinay, especialista
en psicología del varón, también destacó
la actitud de los cuatro varones. Es una forma de empezar
a mirar la paternidad como una responsabilidad y no como el hecho
de poner la semillita y ser después proveedores.
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LA
BATALLA POR LA LIGADURA DE TROMPAS
Primero fueron las mujeres
La lucha por los derechos reproductivos
en Villa Regina lleva nombre de mujer: en marzo del año pasado,
70 madres de familia numerosa se presentaron en el hospital local para
solicitar la ligadura de sus trompas de Falopio, en respuesta a una convocatoria
abierta por el doctor Mario Mas, jefe del servicio de Tocoginecología.
La movida desembocó, seis meses después, en la sanción
de una ley provincial que contempla la ligadura y la vasectomía
como métodos anticonceptivos legales, eliminando la autorización
judicial que se requería en esos casos.
No quiero tener más hijos; tengo el deber de no tener más
hijos. Quiero ejercer un derecho personalísimo, en orden a una
procreación responsable, priorizando sobre todas las cosas de este
mundo mi propia salud y el bienestar de mi actual grupo familiar,
señaló Stella Maris Passamonti en el recurso de amparo presentado
por el abogado Luciano Garrido. Stella fue una de las primeras 20 mujeres
que recurrieron a la Justicia rionegrina para que autorizara la ligadura.
Entre todas sumaban 128 hijos. La jueza María Evelina García
autorizó las cirugías, amparándose en el artículo
19 de la Constitución Nacional, que consagra la voluntad procreacional
como un derecho personalísimo.
Poco después llegaron a los tribunales de Río Negro otros
40 recursos de amparo por el mismo tema. El 27 de septiembre, la Legislatura
provincial aprobó con 42 votos a favor y sólo uno
en contra la nueva ley de Salud Reproductiva. El requisito
de la autorización judicial sólo pone en peligro la salud
de los pacientes y entorpece innecesariamente el proceso, cuyo fin es
la intervención quirúrgica. Esta situación se ve
agravada por las dificultades que enfrentan las mujeres para el ejercicio
del derecho de acceso a la Justicia, reflexionó Mas en aquel
momento.
La ligadura de trompas es un método de infertilización femenina:
la obstrucción de los conductos impide que el óvulo y los
espermatozoides se encuentren. Los médicos reconocen que los hospitales
públicos están en desventaja: en las instituciones
privadas, la ligadura se realiza sin necesidad de recurrir a la Justicia.
Quisimos consagrar la igualdad de oportunidades, ya que esta práctica
se realizaba en función de que las mujeres tuvieran plata para
pagarla, discriminando a las mujeres de bajos recursos, señaló
la legisladora rionegrina Amanda Isidori, una de las autoras de la reforma
de la ley provincial de Salud Reproductiva.
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