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�Una obra sobre la sensualidad�

El coreógrafo Mauricio Wainrot explica la génesis de la versión de �Carmina Burana� que acaba de estrenar, al frente del Ballet del Teatro San Martín. �Para mí Carmina... habla de los sentidos: el amor, la taberna, la primavera�, explica.

Una imagen de la puesta de �Carmina Burana�, primer estreno de la temporada 2001 del Ballet del San Martín.

Por Silvina Szperling

“Carmina Burana es una de esas piezas que uno no quiere hacer, como el Bolero de Ravel, o Consagración de la primavera. Una de esas obras musicales que, de tan escuchadas, ya no se escuchan más. Hasta que un día, manejando en una ruta europea, la escuché por la radio y la re-descubrí”, cuenta Mauricio Wainrot acerca de la génesis de la obra que acaba de montar en el Ballet del Teatro San Martín. Corría 1998 y le habían pedido que montara una obra para el Royal Ballet de Flandes “con mucha gente”. “A mí me encanta trabajar con masas. De todos modos, esta vez decidí hacer un solo que abriese la función y presentara un contraste con la pieza fuerte del programa.” Alina es ese solo, creado para Emilia Rubio. Una mujer frente a una pared (el telón de seguridad de la sala Martín Coronado), bailando muy cerca de la platea sobre la música de Arvo Pärt, predispone a una introspección que da pie, sin solución de continuidad, al primer movimiento de la cantata que Carl Orff estrenó en 1937, en versión Wainrot 1998.
“Para mí Carmina... habla de los sentidos, de la sensualidad: el amor, la taberna, la primavera. No quise hacer una historia literal. Uso la voz como un fondo. No me importa lo que dicen los cantantes del coro. Lo que quise fue usar los cuatro bloques para generar los diferentes climas y para eso me apoyé mucho en la creación de Carlos Gallardo para la escenografía y vestuario”, señala el coreógrafo. En efecto, cada movimiento tiene sus colores, sus formas, completamente distintas entre sí. Fortuna Imperatrix Mundi (primer y último movimiento) se presenta con los bailarines de ambos sexos en amplias polleras de colores subidos. Con una técnica de precisión notable, los integrantes del elenco van formando las figuras de este rito pagano que, curiosamente, detiene su devenir cada vez que la música lo hace. Cada puntuación de la composición es respetada por la coreografía de Wainrot, quien enlaza forma tras forma a la manera de un tejido. “Yo me dejo atrapar por cualquier música que me guste, que me mueva. Desde Janis Joplin, sobre cuyas canciones hice una obra, o las Canciones del caminante de Mahler”.
En el segundo movimiento, Primo Vera, la estética es casi una pastoral: colores y telas suaves, cuerpos semidesnudos, y una gran liviandad del movimiento, con una estructura de dúos y grupos que se suceden dinámicamente. Más tarde, In taberna abre con una potentísima pareja: Francisco Lorenzo y Paula Rodríguez se sacan chispas entre sí, sacan chispas al piso y al aire, en una performance que corta el aliento. Apoyados por un vestuario más “humano” y de tonos sobrios, el grupo entra luego en acción reforzando un momento pasional, marcando el punto más alto de la obra.
El Cours d’Amours llega con juegos de seducción y un nuevo cambio estético: ropas escasas y un permanente fluir de los cuerpos. La Fortuna (“que va y viene”) retorna para cerrar el ciclo o, tal vez, abrir uno nuevo. “Hice un cambio grande en mi forma de trabajo hace unos diez años, cuando dejé la dirección de Les Ballets Jazz de Montréal. Hasta ese momento, preparaba absolutamente todos los movimientos antes del ensayo, incluyendo dúos y tríos. Pasaba noches enteras sin dormir, golpeándome contra las paredes de los cuartos de hotel, de los baños. Llegaba al ensayo completamente extenuado, pero con todo claro para enseñárselo a los bailarines. Luego comencé a trabajar de otra forma: creo los movimientos exactamente igual que antes (el 99% de lo que se ve en escena ha pasado antes por mi cuerpo), pero los improviso frente a todos los integrantes del ballet. Así trabajo más rápido, la paso mucho mejor, el ensayo rinde a full y no estoy con esas ojeras imposibles cada mañana”, cuenta Wainrot.

 

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