En su afanosa búsqueda de la masculinidad, el célebre actor
Rock Hudson llegó a tomar algunas sesiones con un foniatra que
tenía una técnica un tanto salvaje: para que su voz sonara
más grave le hacía gritar hasta quedarse mudo y le recomendaba
semejante esfuerzo especialmente cuando estuviera resfriado. Alfred Nobel,
el inventor de la dinamita, conoció a la mujer que sembró
en él la idea de instaurar un premio a favor de la paz en el mundo
de una forma muy singular: a través de un aviso en el diario, que
publicó en busca de una señora de edad madura, versada
en los idiomas, para secretaria y supervisora de la casa.
Si se hubiera cumplido con la última voluntad de Franz Kafka, su
genial obra sería hoy desconocida: poco antes de su muerte, redactó
una carta con valor de testamento donde le pedía a su amigo y albacea
Max Brod, que incinerara todos sus escritos inéditos y que no permitiera
la reedición del resto de su obra. Estos son algunos de los secretos
que serán develados a través de Legados, la
colección inédita de biografías no autorizadas que
entregará semanalmente Página/12 a partir del próximo
sábado. Personajes de la historia, el cine, la literatura, como
Nobel, Hudson, Kafka, San Martín, Marilyn Monroe y Juan XXIII serán
desnudados a través de la publicación de documentos íntimos
y reveladores de su pasado. Con una particularidad: las vidas son reconstruidas
a partir de sus testamentos, documentos con los que conmovieron a amigos
y familiares, definieron fortunas y sellaron destinos.
La nueva colección de Página/12 abarca las biografías
no autorizadas de artistas, guerreros, intelectuales, religiosos, inventores
y políticos que sacudieron la historia universal. Cada fascículo
es un texto apasionante que sorprende por su carga confesional, humorística
y melancólica. Las historias son contadas a través de sus
legados. Cuando alguien redacta un testamento, está en un
punto tomando conciencia, haciendo una síntesis de su propia vida.
Tiene que elegir a los personajes que se quedarán con sus objetos,
tiene la oportunidad de decir su frase final, señala Liliana
Viola, licenciada en Letras, investigadora, guionista de documentales
y autora de la colección. En cada fascículo, Viola reconstruye
a partir de los testamentos, las tramas más ocultas de la vida
de personalidades famosas de todo el mundo. Mi intención
fue colocarme detrás de la persona que se dispuso a escribir su
testamento, para ver qué tiene, qué cree que tiene y a quién
se lo va a dar. A partir de entonces, me embarqué a reconstruir
quién fue, cómo consiguió su fortuna o su fracaso,
cómo respondieron sus herederos y qué papel jugaron en su
vida, describió Viola. El puntapié inicial de esta
colección fue una amplia investigación sobre testamentos
que comenzó en la ciudad de Oxford y continuó en el país,
a través de la cual pudo develar secretos, dramas y anécdotas
desconocidas de la vida íntima de personajes como Marilyn, San
Martín, Kafka, Nobel y Hudson.
Por ejemplo, cuando Max Brod leyó el testamento de Kafka debió
enfrentarse a una encrucijada: traicionar al amigo o negarles a los lectores
la posibilidad de encontrarse con este escritor inusual. En menos de un
año el dilema estaba resuelto. No sólo no cumplió
con la última voluntad, sino que además revisó el
material, recopiló y luchó contra la censura y la violencia
de los tiempos del nazismo para acercar al público las invenciones
de Kafka. La genialidad de estas obras -.escribe Viola-. han forzado
a que la posteridad omitiera juicio frente a los actos del editor. Después
de todo, este póstumo mandato kafkiano y su correspondiente desobediencia
nos convierten a todos en intrusos, prisioneros también de una
larga traición.
Buceando en el testamento de José de San Martín, Viola descubrió
que una de sus voluntades despertó más de una polémica.
El general, nacido en Yapeyú, legó su sable, símbolo
de las campañas libertadoras, ni más ni menos que a Juan
Manuel de Rosas. La acción que podía leerse claramentecomo
un apoyo público a las políticas del gobernador de Buenos
Aires fue denostada por los unitarios y, en el mejor de los casos, achacada
a la senilidad del Libertador, escribió Viola. Sin embargo,
José Pacífico Otero, uno de sus biógrafos, asegura
que su cerebro se encontraba en perfecto estado de lucidez. Sabía
San Martín que el país estaba dividido en dos bandos, que
de uno estaba Rosas y los partidarios de su dictadura. La razón
de su agradecimiento, cuenta el fascículo sobre San Martín,
estaba en la acción de Rosas frente al bloqueo encarado por la
flota francesa y precisamente en su triunfo en la Vuelta de Obligado.
Finalmente, después de una larga estadía en Europa llevado
por Manuela, la hija de Rosas y su esposo, la espada retornó al
país hacia fines del siglo XIX, ante una petición del director
fundador del museo Histórico de Buenos Aires, para incluirlo entre
los objetos de la colección.
Mi fantasía -.confiesa Viola-. era poder reconstruir a partir
de los testamentos, el camino que han seguido los autores de policiales
o novelas de suspenso, al utilizar el legado como momento crucial de la
trama. Las familias, los amigos, los deudos se reúnen ansiosos
ante algún escribano encargado de leer el designio final y, en
medio de esa formalidad, aparecen las sorpresas. El muerto pone condiciones:
doy esto a cambio de tal cosa y así es como a pesar de no estar
sigue moviendo los hilos de las demás personas. Un legado es una
manera muy inteligente de seguir en el mundo.
Sin embargo, el destino puede jugarle al muerto una mala pasada. Como
le ocurrió a Marilyn Monroe. Sus objetos, que con el paso del tiempo
se convirtieron en una verdadera fortuna, fueron a parar a manos de una
mujer que la diva no había conocido en su vida.
Rock Hudson
En 1948 se publicó el informe Kinsey sobre sexualidad
masculina que significó una verdadera revolución para
las capas medias americanas. Su hipótesis más revolucionaria
decía que la homosexualidad no era consecuencia de ninguna
anomalía física ni de ningún trastorno psíquico.
Kinsey instaba a los psicoanalistas a que no intentaran rectificar
la conducta sexual sino que condujeran al paciente a aceptar su
condición (...). En su propia autobiografía, Rock
Hudson cuenta que compró inmediatamente aquel libro y que,
aunque no era un gran lector, leyó atentamente cada una de
las 840 páginas.
Fragmento del capítulo destinado a Rock Hudson.
|
La soltería
de Nobel
La leyenda cuenta que, cuando Alfred Nobel cumplió
43 años, se sintió lo suficientemente viejo como para
intentar cambiar su perfil de soltero empedernido. Entonces publicó
un aviso en el diario: el mayor señor adinerado, muy
educado, busca a la señora de edad madura, versada en los
idiomas, como secretaria y supervisora de la casa. Respondió
la cautivante condesa austríaca Berta Kinky. Una escritora,
militante pacifista que inspiró en él la idea de instaurar
un premio a favor de la paz en el mundo. Se hicieron grandes amigos
y Nobel llegó a proponerle matrimonio. Pero la propuesta
fue rechazada. El único amor de Nobel dejó su trabajo
para casarse con el señor Von Suttner. La correspondencia
entre Kinky y el inventor que duró años devela cómo
iban en aumento las preocupaciones de Nobel por el tema de la paz,
sin dudas, influido por su amiga (...). Unos años más
tarde, en 1905, la misma Berta fue galardonada con el Premio Nobel
como presidenta honoraria permanente de la Oficina Internacional
para la Paz en Berna.
Respecto de aquel anuncio en el diario, no se sabe si hubo otras
respuestas, ni siquiera si el pretendiente insistió con este
tipo de publicaciones. Lo cierto es que al momento de redactar su
testamento, después de algunos desengaños amorosos,
Nobel no tenía ningún heredero directo.
Fragmento del primer fascículo, dedicado a Alfred Nobel.
|
|