Ocho radios FM de San Isidro y San Martín fueron allanadas y clausuradas
ayer después de una denuncia de la Fuerza Aérea que aseguró
que interfieren en las comunicaciones del Aeroparque Jorge Newbery. La
interferencia que terminó con el aire de estos medios afectaba,
según un estudio de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones,
la señal trasmitida por el aparato conocido como ILS: gracias a
él los aviones logran aterrizar cuando las condiciones de visibilidad
de la pista lo impiden. Se comprobó que no sólo podían
bloquear las señales sino que además generaban señales
falsas, con lo cual se corría un grave riesgo, explicó
el juez federal Rodolfo Canicoba Corral a Página/12. El problema
no se detectó por una denuncia de anormalidades por parte de los
pilotos comerciales, sino en una inspección de rutina de la fuerza,
el 28 de febrero. Desde entonces y hasta hace quince días el Aeroparque
funcionó, por precaución, sin el famoso aparato.
¿Cuál es la gravedad de las intromisiones de las FM truchas
que fueron clausuradas al tiempo que secuestraron sus equipos? En principio,
según los informes técnico, la acción de esas señales
sobre la del ILS podría haber provocado una tragedia. Podrían
producirse en determinadas circunstancias accidentes que estamos tratando
de evitar, dijo ayer a la prensa el juez de la causa. En realidad,
no se registraron en los últimos meses reclamos o avisos de los
pilotos comerciales indicando que el ILS los había hecho aterrizar
con errores. El aparato, llamado así por la sigla Instrument Landing
System, sistema de instrumentación de aterrizaje, emite una señal
radioeléctrica desde tierra que se traduce en el instrumento que
el piloto ve ante sí en la cabina. Allí puede observar una
marcación que le permite saber su ubicación respecto del
eje de la pista. Siguiendo las indicaciones es posible aterrizar con dirección
hacia la cabeza de la pista, donde está ubicado el ILS.
Se comenzaron a producir interferencias hacia el 28 de febrero cuando
se lo detectó durante el control rutinario de verificación
de las radioayudas del aterrizaje, explicó a este diario
el vicecomodoro Jorge Reta, vocero de la Fuerza Aérea. El control
de largo nombre es el que se hace en todos los aeropuertos comerciales
del país con un avión especialmente equipado para verificar
que las ayudas del aterrizaje, como el ILS, estén funcionando correctamente.
Desde el avión de prueba se ingresa al aeropuerto por instrumento,
que es usando el ILS y los instrumentos que hacen posible sortear condiciones
climáticas y atmosféricas adversas. Está preparado
para chequear si los registros que realizan son correctos.
En este caso comprobó que las señales del ILS no lo eran.
Por eso la Fuerza Aérea ordenó una revisión técnica
del aparato, moderno dentro de los de su tipo y renovado luego de que
el avión de LAPA accidentado lo arrollara a su paso. Después,
confirmado que no tenía fallas, se detectaron señales radiofónicas
que lo perturbaban. Esas son las que se apagaron ayer. Aunque por la detección
realizada por la CNT, que con un aparato detectó la ubicación
de cinco radios en San Isidro y tres más en San Martín,
la Fuerza Aérea debió suspender el uso del ILS hasta
hace unos quince días, una información que no fue
entregada a los pasajeros.
Durante el tiempo sin ese servicio los aviones tuvieron suerte: sólo
un día, el de la gran tormenta que inundó Belgrano, debieron
aterrizar en Ezeiza porque el techo de nubes y niebla era inferior a los
sesenta metros. Desde esa altura en adelante ya es imprescindible el uso
de ILS.
Autos en muchas partes
Veinticinco integrantes de una megabanda multifuncional dedicada
a robar autos, desarmarlos y venderlos como autopartes fueron detenidos
por la Federal tras una serie de operativos en la calle Warnes.
Los componentes de la megabanda operaban en cinco grupos independientes
pero conectados por sus jefes, de los cuales fueron atrapados cuatro
y uno se mantiene prófugo. La tarea de investigación
fue ordenada por la jueza María Dolores de Pombo, quien recibió
una serie de denuncias por robo de 4 por 4 y otros vehículos.
La investigación se inició a principios de 2000, pero
los cómplices comenzaron a tener sospechas por lo que se
apeló al departamento cafeteros: un federal, caracterizado
como vendedor de café ambulante, munido de su carrito y sus
respectivos termos de café, leche, té y pastafrola,
deambuló frente a las puertas de los comercios de autopartes
de la calle Warnes, donde obtuvo información clave. Como
correspondía al caso, se organizó un megaoperativo
con 70 federales y grupos especiales, en 24 allanamientos simultáneos.
Ayer algunas unidades (o lo que quedaba de ellas) fueron exhibidas
frente al Departamento Central de Policía.
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