Por Diego Fischerman
Una mujer mata. Pero, en la
mirada de Dmitri Shostakovich, es más una víctima que otra
cosa. El drama rural de Nikolai Leskov le sirvió al joven compositor
ruso para hablar en contra de la mediocridad del mundo de los comerciantes
pueblerinos. El asesinato, en todo caso, debería perdonársele
a cualquiera que viviera en ese mundo. Y Mstislav Rostropovich redobla
la apuesta. Amigo de Shostakovich, abanderado de Lady Macbeth del Distrito
de Mtsensk (es una de las óperas más importantes del
siglo XX) y responsable de dirigirla musicalmente en Buenos Aires
a partir de esta noche, este músico capaz de contar en primera
persona gran parte de la historia musical del siglo XX muestra, en la
régie de Sergio Renán, no sólo simpatía sino
hasta una suerte de paternal protección hacia ella.
La puesta, que se estrenó hace un año en el Teatro Real
de Madrid, significará el estreno americano de la versión
original de la ópera (en 1968 fue programada la corrección
inducida por el gobierno soviético, titulada con el nombre de Katerina
Ismailova, la protagonista). Con funciones, además de la de hoy,
mañana (a beneficio del Hospital de Niños), el domingo 1°
de abril, martes 3, miércoles 4, viernes 6 y sábado 7, esta
lectura juega con recursos multimediáticos y con la interacción
de la orquesta (situada en el centro de la escena) y de su director con
los personajes. Las proyecciones de video a veces refieren detalles de
lo que sucede en el escenario y en ocasiones muestran material filmado
y la acción transcurre en dos niveles del escenario. El equipo
técnico encabezado por Renán incluye a Tito Egurza en el
diseño de escenografía, luces y multimedia, a la italiana
Leda Lojódice como coreógrafa. a la vestuarista Renata Schussheim,
el iluminador Roberto Traferri, a Willy Landin como colaborador del régisseur
y a Juan de Torres como coreógrafo repositor. Junto al Coro Estable
del Colón, dirigido por Vittorio Sicuri, y a la Orquesta Estable,
se desempeñarán dos elencos. En el papel de Katerina Ismailova
se alternarán las sopranos Svetlana Dobronravova y Svetlana Savina,
los tenores Christopher Ventris y Oleg Videman tendrán a su cargo
el papel de Sergei, los bajos Valery Gilmanov y Andrei Antonov el de Boris
Timofeevich Ismailov, los tenores Ioiry Komov y Ludovit Ludha el de Zinovi
Borisovich Ismailov y las contraltos Lyutsina Kazachenko y Svetlana Rossiiskaia
el de Soniechka).
Compuesta en 1932 y estrenada en 1934, esta ópera tuvo problemas
para subir a escena desde ese mismo momento. No habrá orquesta.
Nos juntamos un grupo de amigos y para mí fue una de las situaciones
más difíciles de mi vida como músico. Nunca había
tocado en la fila de los cellos; nunca había sido parte de la orquesta
y eso me puso particularmente nervioso. Todo era poco si se trataba de
lograr que esta obra, que es una de las más extraordinarias de
la historia, pudiera representarse, cuenta hoy Rostropovich. Después
del estreno, Shostakovich tuvo muchos problemas. A Stalin no le gustó
la ópera y, cuando ya llevaba un año de representaciones
exitosas, el Pravda publicó una crítica anónima,
aunque todos suponíamos que la había escrito Zdanov, titulada
¿Esto es ópera? y donde se la acusaba de ofender al lenguaje
musical. A partir de eso, Lady Macbeth de Mtsensk fue prohibida y recién
después de la muerte de Stalin se pudo hablar de una reposición,
aunque con reformas. Las modificaciones de Katerina Ismailova, la nueva
versión, eran tan importantes para el espíritu soviético
como el reemplazo de los caballos que retozaban en el original por las
palomas de la nueva ópera.
Rostropovich cuenta, también, como la Cuarta Sinfonía salvó
la vida del compositor. No era fácil vivir en esos años.
Realmente se mataba gente por cosas como no componer al gusto de Stalin.
Y la suerte de Shostakovich estaba casi decidida después de Lady
Macbeth. Lo que le salvó la vida fue la repercusión de la
Sinfonía Nº 4, que hubiera hecho demasiado sospechoso que
al compositor le pasara algo. El cellista y director trabajó
junto a Shostakovich que, al igual que Prokofiev, le dedicó
varias obras en numerosas oportunidades. Lady Macbeth, sin embargo,
es para él una causa especial y eligió esta revolucionaria
puesta para llevarla a través de todo el mundo.
CUARTO
AÑO PARA EL FESTIVAL DE NUEVAS MUSICAS
Apostar al riesgo estético
La radio, los conciertos y,
por supuesto, la televisión ofrecen un paisaje cada vez más
homogéneo. Si allí se reflejara con alguna fidelidad la
realidad musical argentina, debería llegarse a la conclusión
de que, fuera de los éxitos industriales norteamericanos, de algún
fenómeno de folklore pediátrico y de la música tropical,
no existe nada de nada. Las cosas, obviamente, no son así. Existe
una actividad subterránea que abarca campos tan disímiles
como la música de tradición escrita, las distintas derivaciones
de la electrónica (tanto las que vienen de la música académica
como las que descienden de alguna rama del pop), el jazz y las diversas
formas que toma la música de tradición popular en un país
como la Argentina. El Festival de Nuevas Músicas nuclea a gran
parte de esa movida y, en su cuarto año consecutivo, promete una
variedad sumamente representativa de esas tendencias que no suelen aparecer
en los medios masivos de comunicación. El próximo concierto
de este ciclo será este sábado a las 21, en la Casa Azul
(Tucumán 844), y allí se presentará Lucio Capece
en saxo soprano y clarinete bajo (un músico que estudió
en Lyon con el notable Louis Sclavis y en Nueva York con Marilyn Crispell,
que durante años fue pianista de Anthony Braxton), junto al dúo
Cuerpo, conformado por Gabriel Paiuk en piano y el guitarrista Hernán
Vives. El sábado 7 de abril, en el mismo horario y lugar, actuará
el grupo Avión Negro, conformado por Capece, Sergio Merce en saxo
tenor, Martín Cucurulo en guitarra eléctrica, Adrián
Fanello en contrabajo y Gerardo Velikovsky en batería.
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