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PANORAMA ECONOMICO
Por Julio Nudler

¿Crecimiento sin industria?

El fabricante de semáforos descubrió, repentinamente, que su producto es considerado un bien de capital, y que de ahora en más puede ser importado desde cualquier lugar del mundo sin pagar arancel alguno. Su posibilidad de competir contra un exportador español, por ejemplo, que obtiene financiación a menos del 3 por ciento anual y está cubierto con un seguro de crédito, que le garantiza el 70 por ciento de cada operación, parece evaporarse del todo. ¿Será ésta la política de crecimiento que prometió Domingo Cavallo? La correspondiente norma, conocida hace ocho días, precedió a la designación de Carlos Sánchez como secretario de Industria. Ello significa que éste, al asumir, encontró ya definido un aspecto clave de la política para el área. La pregunta que corre estos días por algunos sectores productivos es si, más allá de su heterodoxia y su desmarque del ultrafiscalismo de Ricardo López Murphy, el Cavallo actual es la continuación del anterior, y si en tal caso las consecuencias de su estrategia serán para la industria nacional, y por tanto para los trabajadores, tan duras como lo fueron en su quinquenio menemista.
La del cordobés es la única firma al pie de la resolución número 8 (Boletín Oficial del viernes 23), que bajó de 14 por ciento a cero el arancel de importación de todos los bienes de capital, incluyendo sus partes y piezas, lo cual expande sus efectos a sectores íntegros, como el metalmecánico, que ahora se sienten amenazados de extinción. Los afectados aseguran que, a partir de ahora, bastará aducir que cualquier producto, desde una válvula hasta un motor eléctrico, es parte de un bien de capital para ingresarlo por el canal del derecho cero. En todo caso, lo máximo que podría existir en el país son armadurías, suponiendo que el rótulo de “industria nacional” sea de alguna utilidad, como puede ocurrir en licitaciones del sector público. El original de esa resolución tiene tres páginas de texto y noventa de números, con todas las posiciones arancelarias alcanzadas. La norma también favorece el ingreso de bienes de capital usados, con el mismo arancel cero de los nuevos. Los usados venían recibiendo ya un derecho aduanero preferencial por una resolución anterior que firmara Débora Giorgi, que fue la primera responsable de Industria en la gestión de José Luis Machinea.
En los últimos años, desde que Alieto Guadagni conducía Industria, existía un régimen –ahora anulado, al igual que sus posteriores modificaciones– que permitía, bajo ciertos requisitos, importar bienes de capital desde fuera del Mercosur (extrazona) pagando, no el 14 por ciento (que era el arancel externo común, acordado por los cuatro países de esta ahora desarticulada unión aduanera) sino el 6, luego bajado a 3 por ciento. Como ocurre siempre, dado que comprobar la veracidad de los datos consignados por el solicitante del arancel preferencial -fundamentalmente, corroborar si nadie fabricaba los equipos en cuestión en Argentina o Brasil– insume tiempo y esfuerzo, la Secretaría de Industria creó un llamado Certificado de Trámite. Este, entregado al solicitante en el momento mismo de ingresar su pedido, lo habilitaba para efectuar en la Aduana el despacho a plaza de los bienes involucrados, pagando el arancel reducido. Mientras tanto, la secretaría giraba la consulta al sector industrial. Si éste (a través de las cámaras sectoriales correspondientes) respondía que los bienes en cuestión sí tenían producción dentro del Mercosur, Industria evaluaba a quién creerle. En caso de aceptar el pronunciamiento de las cámaras, enviaba una comunicación a Aduana para que ésta le cobrase al importador la diferencia de arancel.
Según los fabricantes locales, este mecanismo abrió la puerta para que ingresara equipamiento por valor de casi 3000 millones de dólares, gozando indebidamente –según ellos– del tratamiento arancelario preferencial. En la práctica, es muy poco lo que un fabricante puede hacer para defenderse.Cuando descubre en el Boletín Oficial (que lee en el desayuno, antes aún de abrir el diario) que alguien tramita la importación de algo que él produce, sabe que puede acudir a su cámara sectorial para que ésta notifique a Industria de su oposición, pero también sabe que llegará tarde: la mercancía ya habrá ingresado a plaza. El, de todas formas, ya no hará esa venta, y si el importador es cliente suyo, lo perderá como tal definitivamente. Es improbable, incluso, que la Aduana llegue a cobrarle al importador el arancel omitido. Aunque el comprador debe presentar, al momento del despacho, una póliza de caución por el derecho que está dejando de pagar, ese seguro vale por seis meses, renovables a doce. La experiencia es que el plazo expira antes de que Industria llegue a ninguna conclusión. Y si al día siguiente se repite otra operación idéntica, la denuncia anterior no será tomada como antecedente. Todo el papeleo empezará de nuevo y, lo más probable, tampoco conducirá a nada.
Algunos fabricantes denunciaban, además, que como algunos grandes importadores se jugaban sumas muy fuertes en estas cuestiones, porque hay diferencia entre pagar 14 por ciento de arancel o solamente 3, existían lobbistas capaces de lograr que, de manera misteriosa, se perdiesen algunas carpetas, o desaparecieran algunas hojas al menos, en las oficinas correspondientes, y así se empantanase cualquier observación. Pero las imputaciones de corrupción, incluida una minuciosa lista de funcionarios sospechados, sólo circulan verbalmente y no integran el expediente que, respecto de todo este asunto, está en la Justicia.
Los fabricantes de bienes de capital que se sintieron perjudicados presentaron en su momento una denuncia administrativa contra Industria, con copias giradas a otros ámbitos oficiales, entre ellos Economía y la AFIP, por haber “inventado” el Certificado de Trámite, en base al cual en la práctica se automatizaba el ingreso con preferencia arancelaria de cualquier bien de capital. La AFIP le pasó la denuncia a Nicolás Casullo, administrador de la Aduana (que también había cuestionado ese novedoso instrumento), y éste la presentó a la Justicia. Hoy la causa está en manos del juez penal Julio Cruciani. Impulsores claros de esta acción fueron los fiscales Maximiliano Rusconi y María Cristina Dellarole, que tienen asiento físico en la AFIP y se ocupan de investigar delitos tributarios y contrabando. La fiscalía cuarta de la Justicia penal, que parecía inclinarse por recomendar que la denuncia fuese enviada a la Justicia federal, finalmente optó por recomendar que se archivara. Sin embargo, Cruciani optaría por darle curso.
La apertura a ultranza en bienes de capital, ampliada a partes y piezas (éstas son identificadas por el número 90 al final de cada posición en el nomenclador arancelario), es una excelente noticia para las privatizadas. Antes de que pudiera ver la luz la reglamentación del Compre Argentino, que, supuestamente, abarcaría a las prestadoras privadas de servicios públicos, la resolución de Cavallo les abarata significativamente las importaciones desde extrazona para sus planes de inversión. Habrá que ver si contra esta ventaja se negocia desde el Gobierno una reducción proporcional de tarifas. Por otro lado, al abaratarse el equipamiento importado, al fabricante argentino se le tornará más difícil aprovechar el régimen del Compre Nacional, según fue aprobado por el actual Gobierno, que le da prioridad en las licitaciones, a igualdad de cotización.
Como paño frío para el desasosiego de los industriales de bienes de capital, informáticos y telecomunicaciones, ayer se oficializó la decisión de subsidiarles las ventas internas con un bono del 10 por ciento del precio, deducido de éste el valor de los insumos, partes y componentes que hubiesen importado a cero arancel. Ese título, transferible una única vez, podrá aplicarse a saldar impuestos nacionales. Este mecanismo compensador ya existió la vez pasada. Una vez más, y al igual que el régimen al quepretende contrabalancear siquiera en parte, plantea dudas sobre la capacidad de la burocracia para aplicarlo sin desvíos ni fraudes.


 

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