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Alternativas y sindicatos en una
discusión con Piumato y Bonasso

La CGT rebelde de Hugo Moyano auspició unas jornadas que cerraron el dirigente judicial Julio Piumato, el periodista Miguel Bonasso y un líder indigenista ecuatoriano. Bonasso dijo que las protestas sociales no tienen todavía su expresión política en lo que definió como un “polo opositor”.

“Es responsabilidad de todos resistir para que no le sea tan fácil al sistema. ¿Cómo es posible que resignemos la búsqueda de la libertad? Lo peor del ser humano es la resignación. Por eso considero que las distintas luchas que se dan en el continente, y en nuestro país en particular, son la única forma de dejarles a los que nos sucedan un principio fundamental: el espíritu de lucha, necesario para la liberación de los pueblos de nuestra América morena.” Así habló el secretario general de la CGT rebelde, Hugo Moyano, para concluir el primer encuentro del “Pensamiento Estratégico de la Patria Grande”. La reunión de clausura contó también con la presencia de numerosos miembros de organizaciones sindicales y sociales de América Latina y la participación especial de Miguel Bonasso, escritor y periodista de Página/12.
Las jornadas apuntaron, según sus organizadores, a “construir un pensamiento alternativo al sistema capitalista neoliberal imperante en casi todo el globo”. Los temas en los que se centraron las reuniones, que se desarrollaron en la sede central del SMATA, ahondaron en problemáticas comunes a todos los países de la región, como “Identidad y región”, “Reconstrucción del Estado y Comunidad Organizada” o “Economía y Comunidad organizada”.
El panel final del encuentro interamericano se tituló “Responsabilidad política de las organizaciones sociales. El sindicato”, y tuvo como panelistas a Bonasso, Julio Piumato (secretario de prensa de la CGT) y Manuel Ganzi, miembro perteneciente a la Federación Nacional de organizaciones indígenas y campesinos negros de Ecuador. Ganzi contó los problemas sociales y económicos que sufre la comunidad ecuatoriana, y destacó el rol que cumplen las organizaciones indígenas. “La sociedad indígena ecuatoriana, olvidada y desterrada de su tierra madre, de la que comemos, vivimos y finalmente morimos, hoy está reemplazando la fuerza que perdieron los sindicatos en los últimos años. Pero esperamos que la lucha se expanda hacia los otros sectores de la sociedad”, explicó entre quechua y castellano.
Bonasso apeló a “la necesidad de crear una expresión política” que acompañe el éxito que alcanzaron ciertas manifestaciones populares y sindicales en los últimos años, y de esta manera extender la posición popular hacia las esferas gubernamentales.
“Este capitalismo bandolero y salvaje ha podido establecerse por claudicaciones notorias de buena parte de la dirigencia sindical y política argentina. Y como el poder opera sobre la base de las rivalidades y competencias del pueblo, es necesario dirigirnos hacia un planteo cada vez más inteligentemente unitario. Creo que tenemos una tarea ciclópea por delante, ya que las expresiones de lucha no tienen un correlato político. Falta una polea de transmisión como expresión de una existencia sindical, para reconstituir un bloque social y político opositor”, sostuvo el periodista.
Piumato reivindicó la tarea gremial al sostener que “fue la organización sindical la que enfrentó a la dictadura genocida y la que enfrenta hoy el apabullador avance del modelo económico. Sin la fuerza y la lucha de los gremios, hoy estaríamos con un modelo consolidado y pensando un nefasto destino”.
Tras el cierre del panel, Moyano subió al escenario junto a otros dirigentes sindicales, para cerrar las jornadas con una reflexión: “A todos los países de Latinoamérica nos ha ocurrido lo mismo: nos quitaron nuestra identidad y nuestros valores. La tarea que tenemos los que creemos en la unidad latinoamericana es expandir estos encuentros para seguir repensando nuestro presente y recuperar nuestra identidad. Porque son el camino correcto para lograr que las generaciones futuras tengan la posibilidad de ser libres.”

 

OPINION
Por Jorge Altamira *

El impuesto infame

Cavallo es fiel a sí mismo. Siempre el manotazo al bolsillo de los trabajadores. Por eso lo único concreto que hizo hasta ahora es el impuesto al uso de la cuenta corriente, que le permitiría recaudar unos 6000 millones de pesos. Un verdadero desfalco, que pagarán los que menos tienen, por la sencilla razón de que los grandes pulpos lo trasladarán a los precios o lo evadirán y eventualmente podrían deducirlo del IVA.
La recaudación de este impuesto le permitirá al Gobierno pagar sus deudas y salarios en pesos. Cavallo podrá también socorrer con esa plata a Ruckauf y a De la Sota, que todos los días se jactan de bajar impuestos pero no dicen que sus Tesoros se encuentran en bancarrota.
Cavallo cita la exitosa aplicación de este impuesto en Brasil, pero no ha dicho que el jueves pasado, en Nueva York, el presidente del Banco Central de Brasil, Arminio Fraga, lo calificó como un “impuesto infame” (O Estado de Sao Paulo 23/3). Aludía con eso a sus características recesivas, a que incrementa el costo final de producción y a que es forzosamente pagado por los consumidores y el pequeño comercio, pero no por la gran industria que tiene su propio sistema de compensaciones y pagos. Para los bancos representa un negociado fantástico; primero, porque pueden manejar centenares de millones de pesos durante los quince días que van desde la recaudación hasta su entrega al Tesoro; segundo, porque Cavallo estableció que cualquier pago por arriba de mil pesos debe hacerse con cheque.
El impuesto al cheque atiende al déficit fiscal, pero no a la cesación de pagos de la deuda externa, porque para eso hacen falta dólares y en la Argentina los dólares se van. Se van de dos maneras: por cuenta corriente de pago de intereses de la deuda y remisión de ganancias empresariales al exterior, y por cuenta de pagos, que registra la salida de capitales. La Argentina no puede incluso colocar hoy nueva deuda para pagar la que se vence. Aunque Cavallo podría pagar la deuda externa cambiando la plata del nuevo impuesto por reservas del Banco Central, esta variante no solamente haría crecer la vulnerabilidad de la Argentina sino que su efecto recesivo sería tremendo, porque quitaría dinero al mercado interno para mandarlo a Londres o a Nueva York.
Cuando Cavallo, precisamente, dice que el peso está sobrevaluado en un 20 por ciento, está queriendo decir devaluación. Hasta ahora había dicho siempre que en un sistema de convertibilidad la paridad de la moneda es la que debe ser –que no puede estar ni subvaluada ni sobrevaluada–. Que diga ahora que el peso es caro no solamente pretende justificar nuevas rebajas de aportes patronales, porque esto no alcanza para corregir tamaña sobrevaluación. Pretende, por sobre todo, preparar una declaración unilateral de cese de pagos y una devaluación.
La reprogramación de la deuda externa argentina es discutida abiertamente en los círculos financieros internacionales. El problema es que hoy sólo podría hacerse a tasas usurarias, como el canje de Machinea, hace un mes, cuando reprogramó deuda al 13 por ciento de interés anual. La alternativa sería que la reprogramación fuera unilateral, o sea, se paga lo que se puede. Pero esto desataría una situación a la ecuatoriana, en la que Cavallo tuvo mucho que ver, con fuga de capitales y devaluación.
Cuando se examina esta situación en su conjunto resulta claro que cualquier salida requiere medidas extraordinarias; el problema ya no es la excepcionalidad de lo que se haga sino quién lo hace y en beneficio de quién. Lo que corresponde es, primero, la nacionalización del comercio exterior y de la banca y la reestatización de las AFJPs (bajo control obrero), para que se reoriente el ahorro nacional. Sobre esta base debe cesarse el pago de la deuda externa y con estos medios en poder del Estado montar un plan de prioridades, a discutir en un congreso de trabajadores.

* Legislador porteño. Partido Obrero.

 

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