El aspecto más celebrado de la globalización, el judicial,
tuvo otro episodio histórico. Ayer fue Pinochet y hoy es Milosevic.
Algo que hace seis meses parecía hasta ridículo, ayer se
hizo realidad: Slobodan Milosevic, presidente por diez años de
lo que quedó de la antigua Yugoslavia y principal impulsor de las
limpiezas étnicas en Kosovo que derivaron en la muy poco celebrada
guerra de la OTAN el año pasado, fue arrestado ayer por las autoridades
judiciales yugoslavas. Como Al Capone con la evasión de impuestos,
los cargos contra Milosevic no son los más evidentes, ya que el
principal presentado ahora es el de corrupción. La noticia llegó
horas antes de que venciera el plazo de Estados Unidos para que Yugoslavia
entregara a Milosevic, reclamado por el Tribunal Internacional de Justicia
de La Haya. De lo contrario, la Casa Blanca cortaría la ayuda financiera
a Yugoslavia.
El rumor de la detención de Milosevic había corrido desde
temprano por Belgrado. Un miembro de su Partido Socialista (SPS) confirmó
que la detención iba a ocurrir en algún momento, aunque
otros socialistas lo desmintieran. Por la noche, el jefe del grupo socialista
en el Parlamento serbio, Branislaw Ivkovic, anunció que la policía
se dirigía a la casa de Milosevic, en el barrio Dedinje de Belgrado,
para detenerlo. Inmediatamente, unas 300 personas se congregaron frente
a la casa del ex presidente cantando Slobo, Slobo y Si
eres serbio, únete a nosotros. Milosevic saludó a
sus simpatizantes y entró al vehículo judicial.
Por el momento, la detención de Milosevic por parte de las autoridades
serbias no significa que haya voluntad de entregarlo a La Haya. De hecho,
la cooperación con la Justicia internacional que debe
mostrar Yugoslavia ante Estados Unidos y la Unión Europea ya había
provocado muchos roces entre los tribunales y el propio presidente Vojislav
Kostunica. La semana pasada, la Justicia serbia detuvo a Vladimir Stakic,
un serbio bosnio acusado por el Tribunal de La Haya, y rápidamente
dio curso a su extradición. Cuando se enteró, Kostunica
dijo que la extradición de Stakic era ilegal bajo la legislación
serbia. Belgrado ha prometido un nuevo acuerdo de cooperación con
La Haya, pero eso podría demorar meses en convertirse en ley. Aludiendo
a los serbios bosnios, el gobierno yugoslavo ha anunciado que cualquier
acusado de crímenes de guerra que no sea un ciudadano yugoslavo
no será recibido en Serbia, la principal república que compone
Yugoslavia.
Cuando se trata de Milosevic, la cuestión se complica más.
Kostunica es un nacionalista moderado y, aunque está a favor del
enjuiciamiento del ex presidente yugoslavo, no ve con buenos ojos que
sea extraditado a La Haya. El hecho de que los cargos contra Milosevic
no sean los de crímenes de guerra y contra la humanidad, como quiere
La Haya, y de que la detención llegara horas antes de que expirara
el plazo norteamericano para que Yugoslavia mostrara buena voluntad,
indican que esto se parece a una solución de compromiso. Justamente,
el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, había dicho
poco antes del arresto de Milosevic que iba a postergar el ultimátum
hasta por lo menos el lunes.
La situación es muy complicada para Yugoslavia. La entrega del
ex presidente a La Haya es el principal signo que esperan la Casa Blanca
y la Unión Europea de la voluntad yugoslava de cooperar para que
se juzguen los crímenes cometidos durante los diez años
de Milosevic. El incumplimiento del ultimátum podría llevar
a que el Congreso norteamericano decidiera cortar la ayuda a Yugoslavia
y a que los organismos financieros internacionales cortaran los créditos
para Belgrado, que necesita desesperadamente de fondos externos para emprender
su reconstrucción de posguerra.
Los medios de comunicación ayudan para la extradición de
Milosevic, con sus constantes revelaciones sobre la corrupción
y el matonismo de su régimen. Esto hizo que la opinión pública
se estuviera volcando en contra de la posición de dejar a Milosevic
en libertad. Las últimas encuestas deopinión mostraban a
una mayoría de serbios en favor de su arresto y a una creciente
minoría en favor de su extradición a La Haya.
PROTESTAS,
SEIS MUERTOS Y MAS DE 130 HERIDOS
Otro viernes negro en Tierra Santa
Por
Suzanne Goldenberg *
Desde
Sakhnin, Israel
Miles de palestinos
atacaron a las tropas israelíes con piedras y armas ayer en una
jornada de ira, lo que provocó un denso contraataque
israelí que mató a seis manifestantes e hirió a más
de 130. En las ciudades de Cisjordania, los jóvenes arrojaron piedras
a los soldados, que respondieron disparando con fuego real desde jeeps
y puestos fortificados.
En Israel, mientras tanto, decenas de miles de árabes israelíes
marcharon pacíficamente en la ciudad de Sakhnin, al norte de Galilea,
en una conmemoración anual de protesta por las expropiaciones de
tierra de 1976, cuando seis árabes israelíes fueron muertos
por la policía. Cerca de allí, otros lloraban a tres residentes
de la ciudad muertos por la policía israelí durante protestas
antigubernamentales el año pasado. Por primera vez ayer, judíos
israelíes se unieron a la marcha contra la confiscación
por parte de Israel de 5000 acres de campos y plantaciones de olivos cerca
de la ciudad.
Los enfrentamientos de ayer en Cisjordania y Gaza coronaron una tumultuosa
semana que comenzó con la acción de un francotirador palestino
que provocó la muerte de una beba judía de 10 meses y continuó
con ataques suicidas con bombas, disparos y con misiles. En Sakhnin, el
epicentro de las protestas del Día de la Tierra, una mujer con
un pañuelo azul en la cabeza se agachaba sobre una nueva tumba
en el cementerio de la ciudad, cubierta de coronas de flores y carteles.
Imad Ghanian, un vendedor de 25 años, estaba entre los 13 palestinos
israelíes muertos por la policía el otoño pasado
cuando las ciudades árabes de Galilea salieron a la calle a apoyar
la Intifada en Cisjordania y Gaza. Era uno de los ángeles
de Dios caminando en la tierra, dijo su madre, Rukiya Ghaniam.
Para el millón de ciudadanos árabes de Israel, este Día
de la Tierra tenía una resonancia particular. Con cicatrices por
la matanza de los 13 manifestantes, y profundamente sospechosa del nuevo
primer ministro Ariel Sharon, la comunidad se encuentra atrapada entre
su propia lucha por los derechos civiles dentro del Estado judío
y sus simpatías por los palestinos. Pero la comunidad está
volviéndose cada vez más agresiva. Cuando Abid al-Munaim
Abu Saleh llegó ayer para visitar la tumba de su hijo, Walid, de
21 años, que también fue muerto por la policía en
octubre pasado, fue recibido como un héroe. Abu Saleh tenía
un yeso en su brazo derecho, por una fractura que se hizo al golpear a
un policía que estaba testificando la semana pasada en una investigación
judicial por las muertes de los 13 manifestantes. Le rompió la
nariz al policía, obligando a suspender la investigación.
En la ciudad cisjordana de Nablús, donde multitudes airadas comenzaron
a reunirse después de las oraciones del viernes, cinco hombres
resultaron muertos por las fuerzas israelíes. Las fuentes del hospital
dijeron que por lo menos dos tenían disparos en la cabeza. Las
fuerzas israelíes le dispararon a un sexto hombre en la cabeza
en Ramalá, abriendo fuego directamente contra cientos de manifestantes
con balas reales, y luego con ametralladoras. En Hebron, cinco manifestantes
fueron heridos con balas reales.
* De The Guardian de Gran Bretaña, especial para
Página/12
DEBATE
Por Juan Gelman
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El uso de la
palabra
Desde la publicación en estas páginas de mi artículo
Del estado del Estado de Israel he recibido cartas de
judíos y no judíos, algunas solidarias, otras indignadas.
La del Sr. Edwin Yabo primer secretario para asuntos de prensa
y cultura de la embajada de Israel en Argentina se caracteriza
por contestar cosas que no digo, atribuirme intenciones que no tengo,
y pasar por alto el hecho denunciado. Mi esposa y yo no estuvimos
de visita en Israel, como el Sr. Yabo afirma: acudimos al entierro
de mi hermana, al que casi no llegamos por el verdugueo al que fuimos
sometidos en el aeropuerto Ben Gurión. También omite
comentar la razón del verdugueo, que pone en duda con abundancia
de talveces. Supongo que tiene formas de verificar la
autenticidad de mi relato.
Lo que el Sr. Yabo pasa fundamentalmente por alto es que fuimos
detenidos por nuestras opiniones críticas a las políticas
antipalestinas del gobierno de Israel, formuladas en español
y entre nosotros, dos ciudadanos argentinos a bordo de un avión
británico. Vaya control ideológico estrechísimo
que nos propinó el señor de civil sentado delante
nuestro en el vuelo, que se dio vuelta y nos gritó enough
(basta) y me señaló a un señor
de uniforme cuando llegamos al edificio de control de migraciones.
Quien me pidió los pasaportes y no creo que por simple trámite
identificatorio, como el Sr. Yabo propone. En fin, se trata de un
episodio menor bien me lo señaló una de las
personas que leyeron la nota y al tema de fondo me referiré
en la contratapa de mañana.
Agradezco, por último, al Sr. Yabo sus instrucciones acerca
de cómo debo hacer uso de la palabra y de cómo debo
titular mis artículos. Correspondo a esa cortesía
sugiriéndole que se haga algo para mejorar la formación
profesional de Mr. Enough: se denunció solito y, sin embargo,
pertenece a una fuerza de seguridad que figura merecidamente entre
las mejores del mundo.
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