Por Martín Granovsky
Por cierto no luce eufórico,
pero tampoco deprimido. Y tampoco es, ya, el outsider fugaz del sistema
político desde dentro del sistema político que fue en los
días siguientes a su renuncia a la vicepresidencia. Página/12
entrevistó ayer a un Carlos Chacho Alvarez preocupado por el futuro
del Frepaso, con el peso del desgaste de 14 meses de gobierno de la Alianza
y atento al Huracán Cavallo.
¿El Frepaso está preparando la ruptura de la Alianza?
La mayoría de nuestra fuerza política, desde los lugares
de mayor responsabilidad, como las conducciones del partido en los distritos,
los intendentes del Frepaso y la representación institucional y
de gestión, sabe que estamos ante un dilema complicado. Se pone
a prueba el rol del Frepaso en esta coyuntura. Pero todos parten de un
piso de acuerdo mayoritario: el Frepaso debe continuar en la Alianza y
desde ahí renovar su identidad. De paso, ese debate reactualiza
la discusión sobre el modelo de construcción partidaria.
¿A qué modelo van a pasar?
El Frepaso fue una fuerza que se construyó bastante desorganizadamente
en base a los avances de la política nacional. Con poca atención
a la calidad interna de la fuerza. Dependíamos de los éxitos
de la estrategia nacional.
Dependíamos es pasado. ¿Y ahora?
Ahora estamos en una situación difícil de relación
con la sociedad, y entonces el modelo de organización debe cambiar.
¿Debe ser más institucional?
Sí.
¿Y más orgánico también?
También. Pero a la vez recuperando otra característica
de identidad: el Frepaso fue siempre abierto. Yo insistí mucho
en que no fuera excesivamente orgánico, porque si no, hubiera cerrado
falsas representatividades. Muchos militantes, pero poca relación
con la sociedad. Por eso elegimos un modelo flexible, abierto, viendo
más que pasaba afuera. Ahora, el desafío es mayor organicidad
sin cristalizar la fuerza, sobre todo en los distritos del interior. En
nuestra historia nosotros avanzamos no construyendo orgánicamente,
sino por incorporaciones. Así pasó cuando incorporamos al
intendente de Cipolletti. Ahí crecimos. Y antes, sin él,
el Frepaso había sacado, yendo solo, el 3 por ciento de los votos.
La clave es la relación con la sociedad.
Cuando usted dice que al Frepaso le faltó organicidad no
ignorará que ésa es una crítica en su contra.
Y yo la asumo. Pero aclaro que nunca quise traducir mucha orgánica
como cerremos acá, como estamos los que debemos
estar, como alambremos. Porque cuando alambra, también
alambra la irrepresentatividad.
Hay otra crítica, que parte incluso desde dentro de su fuerza.
Dice que el Frepaso no tuvo nitidez dentro del Gobierno. Que no se diferenció.
También es verdad. Fuimos muy prudentes en la primera etapa
porque entendíamos que se estaba ensayando un modelo de alianza
que no existía en la Argentina. En Chile la Concertación
se construyó con dos partidos con mucha tradición histórica,
y por eso se dio con tanto respeto del Gobierno hacia los partidos democristiano
y socialista. Los gabinetes se armaron con los partidos y al Presidente
no se le ocurría mover un ministro sin la correspondiente consulta.
En cambio en la Argentina la tradición era de un solo partido en
el gobierno. Quizá yo abusé en el reforzamiento del sistema
presidencialista. Sabía que el Frepaso estaba muy observado, y
que la Alianza estaba observada, y todos debíamos demostrar que
no éramos disfuncionales al esquema presidencialista de la Argentina.
Luego, hoy mirando para atrás se demuestra que la Alianza fue ganada
en economía porun criterio de adaptarse a las condiciones existentes.
Faltó imaginación, faltó mayor audacia para tomar
otras decisiones.
¿Por miedo?
Hubo un problema que arrastraron José Luis Machinea una
muy buena persona por la que yo siempre tuve y tengo mucho afecto
y su equipo. Por un lado, ellos cerraban la Alianza. Su equipo nos representaba
frente a los ortodoxos. Pero por otra lado estaba muy presente la experiencia
de fines de los 80. En un país con déficit fiscal
elevado y cierta desconfianza de los mercados, los márgenes de
acción se achican. Eso, más el conjunto de economistas que
tenía la Alianza en el gabinete, que empujaban con esa idea de
una política de alineamiento con los mercados, y sobre todo con
los mercados financieros, aplicando la teoría falaz del círculo
virtuoso que arrancaría de la solución del problema fiscal.
El ala política del primer gabinete intentó intentamos
dar batalla. Rodolfo Terragno, Federico Storani y yo lo hicimos. Pero
del otro lado estaba el núcleo duro. Me parece que Machinea estaba
en el medio, pero en situaciones de crisis extrema terminaba dominando
la visión más ortodoxa.
Vamos a ponerlo en sus términos: en ese punto usted fue demasiado
orgánico, ¿no?
Sí, y también nos faltaron especialistas propios.
Sentíamos al equipo de Machinea como nuestro. Tenemos economistas
del Frepaso con pensamiento propio, pero sin el suficiente grado de sistematización,
trabajo y estudio para instalar a nuestra fuerza como alternativa.
¿El Frepaso está atado al éxito de Cavallo,
a la necesidad de reactivar rápidamente?
No quiero sonar demagógico ni quiero apelar a golpes bajos
de mala calidad, pero tenemos la obligación de pensar desde el
país. No podemos ser ombliguistas, y supeditar todo a la suerte
ideológica de la fuerza política como si todo pudiera disociarse
de lo que le conviene al país en este momento. La Argentina estuvo
al borde del default. No es una amenaza inventada por los mercados.
¿Que estuvo a borde de la cesación de pagos quiere
decir que ya no lo está?
No sé, pero sí sé que la Argentina tiene un
gran problema estructural: 300 mil millones de deuda y 150 mil millones
de producto. La deuda no se va a resolver fácilmente. El año
que viene hay que pagar 25 mil millones de dólares de intereses.
El país se alejó unos pasos de la crisis aguda, pero el
camino peligroso aún está abierto. Un país en default
es un país donde pierden todos, pero más pierden los más
débiles. Yo hablo del país porque el Frepaso no puede escapar
irresponsablemente de la situación de la Argentina. Luego se dirá
si esto es centroderecha, si se puede corregir, si se puede retomar la
dirección original de la Alianza...
La apuesta del Frepaso se llama Cavallo.
La apuesta es a que el Frepaso continúe en la Alianza y afirme
el rol que imaginamos después del blindaje. No había que
ser un profesional de la anticipación para darse cuenta de que
si a Machinea no le iba bien después del blindaje los dos hipotéticos
ministros de Economía, que creaban ambos grandes problemas, eran
López Murphy y Cavallo. Yo ahí planteé la división
del Ministerio de Economía. Que designáramos un ministro
de Hacienda confiable y otro ministro, de la Producción y la Infraestructura,
que pusiera énfasis en la economía real. Dije que la Argentina
no podía seguir viviendo sin un salario social de inclusión,
que había que darle un enfoque social al desempleo, sin esperar
al crecimiento económico, que es muy lento. Por eso propusimos
un seguro de desempleo juntando recursos de la Nación y las provincias.
Proyectamos mejorar la regulación de los servicios, sobre todo
si debemos discutir competitividad y una paridad que complica los precios
relativos. Con Storani empezamos a instalar una transformación
profunda de la política para enfrentar la crisis derepresentatividad.
Y pedimos poner más énfasis en el combate a la evasión
y el contrabando. Con esos puntos podíamos relanzar la Alianza.
¿Por qué no lo consiguieron?
El problema es el siguiente: la crisis siempre tironea hacia la
derecha, y al mismo tiempo la Alianza fundamenta su legitimidad en una
propuesta de centroizquierda. Por eso es importante la agenda, y es clave
mostrar un modo particular de gestionar.
¿La Alianza no acaba de perder otra vez en ese tironeo?
Hoy, ante Cavallo, el Frepaso no puede plantearse volver a empezar.
Tiene que asumir la forma de intervenir e incidir en un momento complejo
y dentro de un gobierno complejo, porque viene de un año y medio
de licuar parte del capital político con el que llegó.
Si es un tema de gestión diferente, ¿por qué
el Frepaso no asume el desafío de dirigir la nueva agencia social?
La presencia de Cavallo ocupa, simbólicamente, más
espacio que el Ministerio de Economía. La economía ocupa
tanto que un ministro de Economía activo sobrepasa los límites
del Ministerio. La delegación de atribuciones es hacia al Presidente,
pero el 80 por ciento de las medidas serán implementadas por el
ministro de Economía. No es cuestión de un ministerio más
o menos. Es cuestión de un armado que pueda demostrar que también
reconstituye el lugar de la política.
La pregunta no mencionaba cualquier ministerio, sino uno desde el
que el Frepaso pudiera poner a prueba una agenda diferenciada.
Voy más allá. El criterio no debería ser la
cuotificación del poder, sino la reconstrucción de los lazos
entre los partidos de la Alianza y el gobierno que se ha formado. Eso
fortalecería la autoridad y el liderazgo del Presidente para neutralizar
lo que también puede ser visualizado como opacamiento.
¿Está preocupado por Elisa Carrió? ¿La
ve disputando el espacio que era propio del Frepaso o el de la Alianza?
No nos equivoquemos. Hay una tensión entre lo que es manejarse
dentro del gobierno, con una realidad económica muy conflictiva
en el marco de la globalización, en el marco de un país
muy vulnerable, y aquellas posiciones donde hay fuertes coincidencias.
¿Cuáles?
La regeneración moral de la Argentina. Es algo que Lilita
se plantea bien cuando habla de reconstituir la República. Y en
ese proceso hay lugar para varios actores. Aunque tengamos diferencias
en otros terrenos, no tenemos que antagonizar. No hay un solo regenerador
de la República. Un solo artífice. Al contrario: hay que
construir suficientemente masa crítica de los que estamos identificados
con ese objetivo, incluso más allá de las diferencias electorales.
¿O alguien piensa que alcanza con dos o tres personas para mejorar
la República? Está en crisis la legitimidad, que tiene que
estar asentada sin duda en la ley.
Pero este año hay elecciones. Carrió habla de la república
desde la oposición al Gobierno y, en particular, a Cavallo. El
Frepaso habla de lo mismo desde el Gobierno y desde el compromiso con
Cavallo.
Más allá de una coyuntura electoral donde puede dominar
el antagonismo, sería absurdo olvidarse de los problemas más
importantes. Incluso en opciones políticas distintas compartimos,
por ejemplo, la pelea por que se esclarezca el lavado de dinero.
Pero hablar de intereses del país hoy, desde
el Gobierno y en medio de la situación económica de casi
default, es aceptar a Cavallo como eje de una salida.
Una fuerza progresista que eligió construir un gobierno debe
mirar esta coyuntura desde la sociedad. Hay mucha gente muy crítica
a lo que hizo Cavallo en la década del 90, entre ellos nosotros,
mucha gente que no quiere borrar de la memoria todo lo que pasó
en materia de desempleo,exclusión y concentración de la
riqueza, pero que tampoco quiere plantear sólo la historia. No
pido cheque en blanco. Pido seguimiento programático de Cavallo.
Puede haber perfectamente reactivación con mayor concentración
productiva y mayor exclusión.
Nadie puede pensar honestamente que la reactivación y el
crecimiento a un dos o tres por ciento pueden llevar por sí solos
a una mejora en la redistribución del ingreso. Pero sin esa reactivación
seguro que los sectores de ingresos fijos van a estar peor. La reactivación
no es mágica para la situación de los más débiles,
pero la recesión hará peor sus condiciones de vida. Seguramente
habrá discusiones con Cavallo. Cavallo es un pragmático
que en los 90 asoció la Convertibilidad al proceso de inversiones
por privatización, y se manejó en ese escenario. Ahora la
Argentina no tiene más activos públicos y la demanda es
impulsar el desarrollo productivo del país integrando a las economías
regionales y las pymes.
¿El Polo Social del cura Luis Farinello es otro desafío?
Van a cometer el error de pensar que el enemigo somos nosotros.
¿Nosotros la Alianza o nosotros el
Frepaso?
La Alianza y el Frepaso. En la Argentina, las izquierdas tradicionales
en lugar de construir un programa que dé cuenta de los problemas
reales, en lugar de plantear una alternativa, se plantean solo como resistencia.
Además, en el Polo Social veo mucha heterogeneidad.
¿Y cuál sería el problema?
Que la heterogeneidad se asocia también a la vocación
por ocupar cargos. No hay una izquierda idílica. Se pelea por valores
y también por cargos. Se puede construir un momento, pero con pensamientos
tan disímiles, solo disimulados por el peso de una figura, ese
momento después no dura. Puede ser importante acumular voto de
bronca, voto de disidencia, voto de protesta, pero no alcanza.
Veo una contradicción: usted dice que el Frepaso no debe
ser una secta, no debe alambrar, pero desconfía de otras fuerzas
que aplican un criterio movimientista para relacionarse, por
ejemplo, con la protesta social.
Cuando me dicen que el Frepaso tiene que romper con la Alianza y
pasar a la oposición yo contesto que cada etapa histórica
tiene sus propios sujetos. Repito: el Frepaso no puede volver a empezar.
Las demandas y los conflictos que tenemos son difíciles. Se podrán
resolver, o quizás no se resuelvan y habremos cumplido nuestro
ciclo histórico. Pero yo no voy a pelear por espacios de poder.
Si veo en algún momento que cumplimos un ciclo, seré el
primero en reconocerlo.
¿Ese es el punto ahora?
No, estoy hablando de hipótesis. Esta fuerza creció
porque ocupó un lugar en la sociedad, y aún lo ocupa. Si
deja de ocuparlo yo no voy a impulsar que pelee los vueltos de los cargos
en las listas y en el poder.
¿No está pasando exactamente eso en la etapa que va
de acá a octubre?
No. El Frepaso sigue teniendo cosas de las que dar cuenta. Que el
vínculo con la sociedad esté más complicado no quiere
decir que esto sea inexorable. Por ejemplo, estamos gestionando en la
ciudad de Buenos Aires con Aníbal Ibarra. También en Rosario
Hermes Binner está demostrando que hay un modo distinto de gestión,
y lo mismo en el Gran Buenos Aires y en el interior. Hay reservas políticas,
institucionales y de gestión que permiten ser optimistas sobre
el Frepaso.
Chacho, ¿como lo trata la gente en la calle?
Bien.
¿Igual de bien que antes? Podrá haber más
gente enojada. Alguna vez tendré que volver a hacer la narración
de las causas de mi renuncia, que muchos pudieron ver como deserción.
¿No lo fue?
No. Cada vez se demuestra más que yo no podía convivir
con ese Senado. Cavallo para conseguir el voto tuvo que incurrir en el
exabrupto del otro día, cuando dijo que los senadores eran perseguidos
por los jueces, intentando blanquear una situación que no puede
ser blanqueada. Volviendo a su pregunta sobre la calle y sobre la discusión
del Frepaso, no se puede huir para atrás.
Usted siempre huyó hacia adelante con éxito. Esta
vez la huida parece más accidentada.
(Se ríe) Bueno, se parte de una historia y de estar en el
Gobierno. No se puede reconstruir la identidad del Frepaso con una política
absolutamente autónoma. No es un problema de discurso.
¿El Frepaso no queda apostando solo al triunfo de Cavallo?
Mire, Cavallo fue una inexorabilidad...
...que usted impulsó aunque nunca lo propuso con todas las
letras. Como un análisis.
Lo admito: fue un análisis sin estrategia.
Es mala combinación para un político.
Estoy describiendo, no justificando. Es que yo no podía desplegar
una estrategia para llevar a Cavallo, porque era inviable tanto en el
Frepaso como en la Unión Cívica Radical. No podía
plantearlo hasta por respeto.
¿Por respeto a quién?
Y... a Alfonsín, por quien yo siento un afecto muy especial.
Y, además, el Gobierno no podía plantearse una estrategia
sin la base de los partidos. Otro punto: yo no podía jugar con
Cavallo, solo, siendo desleal a la Alianza. Por eso fue que resultó
imposible acompañar el análisis con una política
que hubiera sido, para mí, la Alianza más Cavallo sumada
a una vuelta a lo que fue el origen más fuerte de la Alianza. El
problema es que Cavallo terminó llegando por la tremenda crisis
económica desatada en el último mes.
Alvarez, cuando habla Liliana, su mujer, ¿es usted el que
habla?
No. Habla ella.
¿Piensan distinto?
Tenemos matices dentro de una profunda coincidencia sobre para qué
hacemos política.
O sea que usted no piensa que habría que analizar si el Frepaso
no debe irse del Gobierno.
Liliana tampoco. Está preocupada por la identidad del Frepaso.
Es el temor de que un gobierno cuestionado, y en muchos casos cuestionable,
termine agotando nuestra experiencia y desdibujándonos definitivamente.
Ese diagnóstico yo lo comparto. Pero ni ella ni yo planteamos las
cosas en términos de tranquilidad personal.
¿Cómo sería?
Uno tiene hijos comprometidos en actividades, no digo políticas
sino sociales. Desde ese punto de vista, estar más tranquilo, estar
mejor visto por ellos, sería volver a empezar, volver a constituir
una resistencia. Pero todavía pensamos que se puede encontrar un
punto de equilibrio entre los ideales y el Gobierno. Ahora, si me preguntan
Con esta foto del Gobierno, ¿no es difícil?,
yo contesto: Sí, es difícil, pero sigo buscándolo.
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