Por Horacio Verbitsky
Una vez sancionadas las leyes
de emergencia, Domingo Cavallo marchó desde el Congreso hasta el
Banco Nación. Mientras los invitados ocupaban sus butacas, Cavallo
y los funcionarios aguardaban detrás del telón. Personal
de protocolo del Banco Nación se puso a disposición del
nuevo hombre fuerte del gobierno. Cavallo les gritó: Incompetentes,
inútiles, fuera de mi vista. Mientras los increpados huían,
un silencio antártico cayó sobre los miembros del equipo
económico y los ministros remanentes del gabinete nacional. Hasta
que uno se animó a preguntar cómo deseaba que se ubicaran.
Entramos de a uno, en fila india, orden Cavallo. El máximo gesto
de rebeldía provino del pie izquierdo del denominado jefe de Gabinete
de ministros, Chrystian Colombo, que se desalineó unos centímetros
de la disciplinada formación.
En ella participó, como si nada hubiera sucedido, el presidente
del Banco Central, Pedro Pou, quien estaba a punto de ser destituido por
mal desempeño y tal vez también por delitos cometidos desde
ese cargo, con pérdidas de miles de millones de dólares
prestados a entidades que días u horas después quebraron.
No fue la primera señal hacia el sector financiero. Bajo el asombroso
nombre de Ley de Competitividad, Cavallo ya le había ofrecido una
suculenta expansión de sus negocios, con el uso obligatorio de
cheques en todas las transacciones superiores a mil pesos. Además,
la creación del nuevo impuesto a los débitos y los créditos
bancarios constituyó una clara señal hacia el mismo sector:
habrá solvencia fiscal para enfrentar los compromisos de la deuda
pública, que por pereza intelectual se suele llamar deuda externa.
El diputado justicialista Oscar Lamberto maneja un informe del Fondo Monetario
Internacional según el cual ocho de cada diez dólares de
deuda en bonos nacionales está en manos de argentinos. Lo notable
es que un impuesto tan obviamente contractivo haya sido presentado a la
sociedad como reactivante. Esto forma parte una compleja trama económica,
pero también política y psicológica, en la cual nada
supera la exhortación del ex vicepresidente Carlos Alvarez de olvidarse
del Cavallo de la década del 90. Buen consejo para seguirlo al
revés.
La Tercera Aparición
Igual que en 1982 y en 1991, Cavallo practica su ilusionismo en circunstancias
que la sociedad considera apocalípticas. En sus Tres Apariciones
la amenaza fue representada por el corte del financiamiento externo y
la incapacidad de jefes de Estado febles. Cada vez, el ingenio de Cavallo
consistió en proponer una salida que conciliara los intereses del
capital transnacional y de los grupos económicos con alguna base
en el país. Siempre contó con que el miedo paralizara a
los sectores populares, sobre cuyas espaldas se celebraron aquellos acuerdos.
1982: al terror por las desapariciones, las torturas y los asesinatos
clandestinos de la dictadura militar se sumó el efecto deprimente
de la guerra perdida contra Gran Bretaña. La consecuencia de la
Primera Aparición fue la estatización de la deuda privada,
que ayudó a salir de la recesión post Malvinas pero desde
entonces pesa sobre toda la sociedad. Para los bancos acreedores implicó
la garantía estatal de sus créditos, para los deudores la
evaporación de sus obligaciones.
1991: al terror residual por las atrocidades de la dictadura se agregó
el más fresco miedo a la hiperinflación, en cuyo desencadenamiento
el propio Cavallo actuó como gatillo. Con el desguace del Estado
resultante de su Segunda Aparición se consolidaron las asociaciones
entre bancos acreedores, empresas transnacionales y grupos locales, que
hicieron superganancias en pocos años. La crisis actual se debe,
precisamente, a laruptura de esa coalición. Las transnacionales
que adquirieron las empresas prestadoras de servicios públicos
pugnan por la dolarización que las asegurara contra cualquier depreciación
de sus activos. Los grupos económicos, que a partir de 1995 vendieron
sus participaciones en esas empresas, presionan por una devaluación
que valorice sus activos financieros colocados en el exterior y mejore
la rentabilidad de las exportaciones primarias de los establecimientos
en que invirtieron la parte no fugada de sus ganancias. De este modo,
cada sector busca maximizar su propio beneficio, sin haber logrado una
síntesis política. Cavallo se las ofrece en su Tercera Aparición.
2001: sobre el miedo a la represión y a la hiperinflación
sedimenta otra capa geológica, el pánico al desempleo masivo
y la indigencia irreparable. En los tres casos los miedos fueron racionales,
basados en hechos tangibles, como las decenas de miles de detenidos-desaparecidos
por la dictadura militar, los miles por ciento de inflación con
que concluyó el anterior gobierno radical y los millones de desocupados,
subocupados y sobreocupados actuales. No puede decirse lo mismo de las
salidas propuestas, que sólo agravaron las condiciones iniciales.
Como en 1982 y 1991, Cavallo imagina ahora un menú de conveniencias
para los dos sectores hegemónicos, una vez más a expensas
de los trabajadores.
Discrecionalidad y corrupción
Hay una dimensión constitucional en lo sucedido. La Declaración
de los Derechos del Hombre y del Ciudadano estableció hace más
de dos siglos que cada ciudadano tiene derecho a verificar por sí
o a través de sus representantes la necesidad de la contribución
pública, consentirla libremente, controlar su ejecución
y determinar la cuota, la base, la recaudación y la duración.
En el impuesto a los créditos y los débitos bancarios, en
cambio, el Congreso cedió todas esas atribuciones al Poder Ejecutivo,
con un margen de discrecionalidad absoluto, propicio a la corrupción.
Según la jurisprudencia de la Corte Suprema, el Ejecutivo tiene
prohibido el establecimiento de contribuciones pero también de
impuestos y tasas, en contra de lo que argumentaron varios legisladores
del disciplinado bloque radical, que fiel a la liturgia de la conservación
de los cargos sólo tuvo dos deserciones. En numerosos fallos, la
Corte ha dicho que también las exenciones son atribución
del Poder Legislativo y no de la rama ejecutiva. El segundo instrumento
votado por el Congreso permitirá al ejecutivo modificar leyes por
decreto, como ya ocurrió con la delegación concedida a Menem
al comienzo de su mandato con las leyes de emergencia económica
y administrativa.
Pero también tiene peso la dimensión política de
los hechos. Una vez serenados los operadores financieros, una vez rendidos
los legisladores con la concesión de facultades que desde 1789
las democracias occidentales reservan a los ciudadanos o a sus representantes
en el Congreso, Cavallo emprendió una carrera contra reloj. Su
meta es reactivar la actividad económica antes de las decisivas
elecciones legislativas de octubre. Para ello necesita reconstruir el
frente patronal roto en el último lustro y frenar la movilización
popular que en tres días acabó con el equipo que FIEL había
preparado durante tres décadas. El archivo de la desregulación
de las obras sociales y del régimen jubilatorio y la extensión
de los plantes Trabajar en un plazo y a un universo todavía indeterminados
fueron suficientes para que las dos CGT desistieran de las medidas de
fuerza planteadas. Para después de octubre, si los resultados electorales
son propicios al gobierno, estarán dadas las condiciones para profundizar
el ajuste. Entonces vendrán el redimensionamiento del Estado, la
salida de la convertibilidad mediante una canasta de monedas que además
del dólar y el euro incluya al real brasileño, como factor
de realismo latinoamericano en el mix. También la reprogramación
de los pagos de la deuda pública, cuyainevitabilidad fue expuesta
hace un mes ante una comisión económica del Senado de los
Estados Unidos. El economista de la Universidad de Columbia Charles Calomiris
cuestionó allí que el blindaje concedido por el FMI hubiera
postergado la reestructuración de la deuda soberana dada la imposibilidad
futura de la Argentina de generar ingresos suficientes de divisas para
cumplir con su deuda.
Los ex vices
De todas las forzadas pleitesías rendidas a Cavallo, la de Carlos
Rückauf es la más pragmática: su provincia está
en cesación de pagos, su banco en emergencia y tiene que conseguir
tres mil millones de dólares para financiar su presupuesto. Ese
fue el argumento de la gritería que se dedicaron, minutos antes
de ofrecer la conferencia de prensa conjunta en la que Rückauf prometió
el apoyo de lo que llamó sus legisladores a las leyes reclamadas
por Cavallo. Cuando llegó la hora de votar, sólo siete de
los 32 diputados justicialistas bonaerenses y ninguno de sus dos senadores
siguieron la indicación de su presunto jefe, lo cual pone en seria
duda su hipótesis de que en elecciones internas ganaría
la candidatura justicialista a la presidencia. En cambio el más
pequeño pero compacto bloque menemista votó sin deserciones,
codo a codo con la menguada fracción alvarezista del Fresapo y
con los accionistas republicanos de Cavallo.
La patética sumisión de Alvarez expone la disolución
de un liderazgo que extravió al mismo tiempo principios y poder.
Su acercamiento a Cavallo incluía como un punto central el combate
contra la corrupción del Senado. Pero en cuanto asumió,
el ministro indultó a los senadores y atribuyó las investigaciones
judiciales a una persecución política, como la que él
sufrió cuando rompió con Menem. Por un desaire menor, Alvarez
renunció a la presidencia. El Fresapo no es hoy un partido testimonial
ni de gobierno sino una sombra que se arrastra por los pasillos de palacio,
entre la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser. Su principal
ambición es la jefatura de gabinete de la nueva coalición
con Cavallo y Carlos Menem. Alvarez tiene su castigo en casa. Su esposa
Liliana Chiernajowsky está entre los críticos para quienes
el Fresapo no estaba ni está en condiciones de ser gobierno.
Acuerdos
El primer guiño de Cavallo fue hacia el sector financiero porque
necesitaba parar la estampida que llevaba hacia la cesación de
pagos del Estado. Pero en cuanto logró la tregua que buscaba y
una vez que el Congreso votó las leyes, redujo la tasa del impuesto
en más de la mitad, a sabiendas de que cada punto es otra carga
que agrava la depresión ya trianual. Antes de asumir estuvo reunido
en Londres con empresarios de la Comisión Trilateral, después
voló a España. En ambos sitios discutió sus proyectos
con los dueños de la Argentina. También está negociando
con las mayores empresas que actúan aquí. Las cien más
grandes representan la mitad del valor de toda la producción, lo
cual simplifica la tarea. En Brasil explicó su deserción
temporaria de los aranceles comunes del Mercosur. No le costó mucho
encontrar comprensión: su elevación al máximo permitido
por la Organización Mundial de Comercio conviene a Brasil, que
hasta ahora había resistido las presiones argentinas, norteamericanas
y chilenas para una mayor apertura extrazona.
Entre medias palabras y trascendidos es posible atisbar de qué
modo piensa soldar Cavallo la fractura entre transnacionales dolarizadoras
y grupos devaluacionistas. A los primeros les garantiza que no licuará
sus activos devaluando la moneda. A los segundos les ofrece incentivos
para la exportación y a más largo plazo la flexibilización
del tipo de cambio al pasar del dólar a la canasta de monedas.
La remoción de Daniel Artana y suplan de romper el Mercosur y luego
adoptar la moneda norteamericana ya es un buen consuelo. López
Murphy expulsó del gabinete a Javier Tizado con la despectiva consigna
No quiero lobbystas. Cavallo retomó a Débora Giorgi, con
lo que Techint recuperó la posición perdida. El plan de
infraestructura, que López Murphy había mandado al archivo,
contará ahora con el financiamiento específico del impuesto
a los combustibles. Esto explica el cambio de clima en las representaciones
institucionales controladas por Techint, como la Unión Industrial
y la Cámara de la Construcción. Lo que no está ni
siquiera esbozado es de qué modo Cavallo podrá forzar la
disminución de la tasa de interés. Tampoco cómo inducir
una merma en el precio de los servicios privatizados, cuya rentabilidad
fue la más alta de la economía argentina desde el lanzamiento
de la convertibilidad, dos o tres veces superior a la de las no privatizadas.
Sin ambas bajas los alcances de la reactivación serán insignificantes.
Del barro
La liviana gestión de José Machinea y la pesada de Ricardo
López Murphy, que se sublimó sin dejar huellas, empantanaron
la economía. De la Rúa miraba el volante con resignación
fatalista. Cavallo probó la marcha atrás, la marcha adelante,
colocó ramas debajo de las ruedas traseras y ató una cadena
a una de las delanteras. Es probable que con eso le baste para sacar el
camión del barro. La cuestión es saber si llegará
al asfalto o apenas avanzar un par de cuadras hasta quedarse sin nafta
junto a un alambrado. Sus chances de éxito parecen mayores en términos
de crecimiento macroeconómico que de consenso social.
Quienes sobreestiman la incidencia en la economía de la subjetividad
y las expectativas creen que el envión inicial bastará.
Aquellos que prefieren observar las condiciones estructurales son menos
optimistas. Entre ellos habría que contabilizar a las tres principales
calificadoras de riesgo que bajaron la nota de la Argentina. La misma
idea se desprende de la última edición de The Economist.
Ningún país sufriría más que Estados Unidos,
Japón, Turquía y la Argentina la probable recesión
global, dice. El cuadro se completa con el análisis de Morgan Stanley
desde Londres. Mientras en Turquía el problema es político
en la Argentina es económico, dijo. Ni todos los elogios a la presunta
madurez de la clase política compensan la sencilla contundencia
de este diagnóstico. Por no hablar de la dimensión social,
que es la clave de todas las especulaciones del gobierno.
Existen también quienes perciben, como Elisa Carrió, un
final de época y un hundimiento de lo que con estricto lenguaje
radical la chaqueña llama El Régimen. Esa fidelidad al imaginario
yrigoyenista le ha valido un homenaje de medio centenar de veteranos militantes
radicales, entre ellos ex legisladores, gobernadores y ministros. La adhesión
de los principales partidos y dirigentes del país obtenida por
De la Rúa, lejos de mostrar fortaleza sería la primicia
de su colapso, que la diputada imagina abrupto y completo y capaz de arrastrar
también a Cavallo, Menem, Raúl Alfonsín, Alvarez
y Rückauf. Las encuestas que maneja Carrió indican que si
hoy hubiera una elección presidencial, ninguno de ellos podría
batirla. Por eso mismo, es difícil que tal elección sea
convocada.
El
triángulo de Colombo
Por H. V.
Durante el debate legislativo,
Elisa Carrió utilizó un argumento ad hominen para negar
al Poder Ejecutivo las facultades de ofrecer los recursos o activos públicos
como garantía del endeudamiento del Estado. Dijo que no le merecía
ninguna confianza que la decisión quedara en manos del jefe de
gabinete Chrystian Colombo. Ha sido por mucho tiempo presidente
de Macro Valores, es decir que ha manejado papeles de la deuda. En su
oportunidad demostraré, con la correspondiente documentación,
de qué manera hay triangulación entre el Banco Macro, el
Federal Bank y Macrov Valores, dijo Carrió.
Este diario reveló la densa trama de relaciones entre el Banco
Macro, el Yoma Group, el escribano Raúl Juan Pedro Moneta y el
Citibank. Describió las operaciones que inspectores del Banco Central
consideraron sospechosas, entre el Banco República, de Moneta,
y el Banco Macro Misiones, que se prestaron asistencia recíproca
para evadir las regulaciones que prohíben un elevado monto de préstamos
a empresas vinculadas: el banco de Moneta otorgó asistencia por
3,4 millones de dólares a empresas del grupo Macro Misiones, y
el banco de Jorge Brito y Ezequiel Carballo le retribuyó con 4,9
millones en préstamos a empresas del grupo Lucini-Moneta, entre
ellas Agropecuaria Río Juramento. El YomaGroup obtuvo créditos
del Banco Nación ofreciendo como garantía liquidaciones
que debía realizarle la DGI, pero esos créditos ya habían
sido cedidos al Banco Macro Misiones, y cuando la DGI pagó, el
Banco Nación no pudo cobrar su parte. Recién cuando Colombo
fue designado jefe de gabinete, su sucesor en el Banco Nación,
Enrique Olivera, acudió a los tribunales para denunciar el fraude.
En estas páginas también se documentó la participación
del escribano Moneta como garante en la compra del Banco de Salta por
el Macro Misiones y los depósitos que Daforel hizo a través
de una casa de cambio de Brito y Carballo, en otra empresa fantasma de
Moneta, American Exchange. Aunque no hizo una sola declaración
pública sobre el tema, lo cual califica su vocación republicana,
en privado Colombo se defendió afirmando que él no dirigía
el Banco Macro Misiones, sino su subsidiaria Macro Valores Sociedad de
Bolsa.
La documentación del subcomité de investigaciones del Senado
de los Estados Unidos citada por Carrió estableció que también
Macro Valores tenía cuenta y operaba con el Federal Bank. A través
de esa cuenta se movían fondos millonarios en operaciones sospechosas.
Ellas consisten en el traspaso de fondos entre compañías
de modo de dificultar el seguimiento de las autoridades interesadas en
detectar maniobras de lavado de dinero sucio. Según la documentación
que maneja Carri, el 27 de marzo de 1998 el Banco Macro Misiones transfirió
10.267.147 a su controlada Macro Valores, a través del Federal
Bank. El mismo día, el Banco Macro transfirió otros 5 millones
de dólares a Macro Valores. Un mes después, el 7 de abril
de 1998, el Banco Macro transfirió más de cien mil dólares
a Cabaña Los Gatos, propiedad de Moneta. Estas operaciones de mareo
y despiste se prolongaron hasta muy poco antes de que se hicieran públicas
las investigaciones del Senado de los Estados Unidos. En enero de este
año, según la documentación de Carrió, la
monetista Agropecuaria Río Juramento habría recibido préstamos
sin garantías del Citibank por 17 millones de dólares y
del Banco Macro por 4,8 millones. Ante la denuncia de Carrió, la
UCR decidió retirar ese artículo de la ley. El silencio
oficial sobre estas actividades del jefe de gabinete es estruendoso y
cada día más difícil de sostener.
La
otra lógica
Por H. V.
Primero el licenciado Alvarez
y luego el presidente De la Rúa avanzaron sobre la idea del Seguro
de Empleo y Formación y la asignación por hijo propuestos
por la Central de Trabajadores Argentinos para que ningún hogar
quede por debajo de la línea de pobreza. Alvarez los descafeinó,
De la Rúa los convirtió en mera herramienta electoral. Ninguno
se hizo cargo del dilema básico entre Ajuste o Democracia en que
la CTA inscribe su propuesta. Tampoco de su intención de organizar
un movimiento que promueva la consulta popular sobre el seguro, como forma
de imponer una lógica distinta a la de la economía dominante
y el vaciamiento de la práctica política. El final de Alfonsín,
la transformación de Menem y fundamentalmente la crisis del Frepaso
instalan con fuerza que la cuestión parece no radicar solamente
en la definición de nuevos representantes. Ha sido notoria
la capacidad del sistema para transformar por distintas vías a
aquellos compañeros que puestos en distintos ámbitos de
representación terminan, pese a su discurso e incluso su propia
historia, siendo funcionales al orden vigente, sostiene la CTA.
El Movimiento por la Consulta Popular busca superar la desalentadora idea
de que gane quien gane una elección nada se modificará.
Para ello propicia nuevas formas de representación que sacudan
el viejo sistema de intermediación y apelen a la democracia directa
y a la participación de nuevos actores. El punto en el que podría
expresarse una amplia coincidencia desde los distintos campos y prácticas,
articulando una experiencia política común sería
el de lo no representado por el orden vigente, aquello que al instalarse
públicamente pone en crisis el orden de dominación y alumbra
la posibilidad de una estrategia emancipatoria. La desocupación
y la pobreza serían reconocidas así como la cuestión
principal, y la consulta popular como el eje de una disputa por la modificación
global del orden vigente.
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