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SAN GASTON NUNCA CAE EN SABADO
Costumbre de colear

El Prost volvió a quedar una vez más en el fondo de la fila. La clave fueron las gomas. En la punta, el redundante Michael Schumacher picará codo a codo con su hermano Ralf, que arrimó el Williams.

Michael Schumacher va tras un nuevo triunfo en lo que parece un paseo.

Ralf Schumacher (foto) y Montoya colocaron a los Williams a la expectativa.

Por Pablo Vignone
Desde Interlagos, San Pablo

Hace ya un par de décadas, Bob Geldof, líder de los Boomtown Rats y luego Pink Floyd en el cine, grabó un hit llamado “No me gustan los lunes”. Gastón Mazzacane podría tararear una melodía parecida con la letra ligeramente modificada: al platense no le gustan los sábados, el día en que la Fórmula 1 clasifica para correr el domingo. Y esa hora fatídica que va desde las 13 a las 14 resulta, desde hace 20 carreras, un intríngulis que Mazzacane no puede resolver. Ayer quedó anteúltimo, su peor clasificación del año, y largará hoy desde la última fila el Grand Prix de Brasil, tercera carrera del Mundial 2001, cuya primera fila de partida fue copada por los hermanitos de Kerpen, Michael y Ralf Schumacher. El campeón del mundo marcó la pole-position a 210,252 km/h de promedio. La prueba, sobre 71 vueltas, se pondrá en marcha a las 14, con televisación en directo de PSN.
Para el argentino, la clave de la mala performance estuvo en las gomas Michelin, en una jornada en la que la temperatura en la pista oscilaba en los 40 grados. “El compuesto blando reaccionaba igual que el duro, no había diferencias. En las pruebas matinales pensé que estaba para mejorar, pero sufrí una desilusión”. No sólo fue la peor clasificación del año de Mazzacane: también lo fue para su coequiper, Jean Alesi. Pero mientras el argentino (que esperaba mejorar lo hecho en Australia y Malasia y en realidad lo empeoró) clasificó 21, Alesi partirá desde la 15 posición. El francés fue más de un segundo más rápido que el argentino: fue la diferencia más grande entre pilotos de un mismo equipo en la tanda clasificatoria de ayer. “Alesi aprovecha el coche de otra manera, escierto –admite el argentino–. Algunas cosas que él usa no le caen bien a mi manejo”.
Las dificultades de Mazzacane en clasificación son un karma antiguo en fórmulas menores: el piloto nunca consigue enganchar una vuelta redondita, sin errores, de esos giros que resultan joyitas de conducción. Ayer salió a la pista a los 13 minutos de clasificación, marcó 1m16s607 –más lento que su tiempo matinal de entrenamientos, en los que se ubicó 18– y ese registro lo ubicó provisionalmente octavo en la grilla, pero después los rivales comenzaron a ir más rápido mientras el platense no podía bajar consistentemente su tiempo. “No tuve suerte. Modificamos la puesta a punto del coche y anduvo peor, a otros en cambio, la temperatura no los perjudicó” dijo. Los parciales mostraron que la zona de mixtos de Interlagos, donde se necesita manejo y precisión, exigía muchísimo al piloto argentino y el examen no era aprobado. “La máxima carga aerodinámica del coche no me alcanzaba para andar mejor allí –replicó Mazzacane–. Pero los mayores problemas de adherencia son responsabilidad de las gomas y no de la aerodinamia”. Recién en su última vuelta pudo mejorar una décima, en el primer tramo de la pista, pero no su posición final. Mazzacane quedó, inclusive, detrás del Minardi de Fernando Alonso. El español lo aventajó por dos puestos y tres décimas, pese a que en velocidad el argentino fue 8 km/h más rápido: 307,8 km/h contra 299,4 km/h. “En la recta, el coche no funciona mal” se consoló. Pudo ser peor: a cinco minutos del final, se salvó por una décima de segundo de que el otro piloto de la Minardi, el brasileño Tarso Marques, lo dejara último cola de perro... El recuadro que acompaña la nota muestra la dificultad endémica de Mazzacane, desde que está en la Fórmula 1, para construir una buena posición de partida, que en la actualidad, en la que pasar rivales durante la carrera es casi imposible, resulta indispensable para obtener una aceptable colocación final. También demuestra que, pese al cambio de Minardi por Prost, su desventaja con los pilotos de punta oscila siempre en los tres segundos por vuelta; aquí en Interlagos quedó más cerca, pero en rigor los tiempos se bajaron muy poco a causa del calor. Otro dato llamativo es que sólo pudo ganarle a su coequiper tres de las 20 sesiones clasificatorias, y de las 17 restantes, en nueve (más de la mitad), quedó a más de un segundo de sus compañeros, los que manejan el mismo coche.
La desilusión que experimentaba el argentino ayer tras la tanda fatídica se tradujo en una escasa expectativa para la carrera de hoy: “Espero que cuando la goma empiece a degradarse, el auto no sufra tanto y se mantenga estable”. Ni siquiera la perspectiva de la lluvia, que podría caer en la última parte de la competencia, lo carga de optimismo. Tampoco las presencias de Pelé (cómo él, contratado por PSN) o la supermodelo Naomi Campbell (novia de Flavio Briatore, team-manager de Benetton) en su box le han traído fortuna. Es que ayer era sábado, el día que nunca resulta ser San Gastón.

 


 

MICHAEL PRIMERO, RALF SEGUNDO
El Gran Hermano

Por P. V.
Desde Interlagos

Nadie espera grandes sorpresas para hoy. Michael Schumacher sumó con cierta facilidad su séptima pole-position consecutiva, y aunque los McLaren hayan sido reemplazados por los Williams como la máxima amenaza para la dominación ferrarista, la presencia de su hermano Ralf en la primera fila abre un interrogante indulgente. “Nos conocemos bien y no vamos a chocar en la primera curva” confió Michael, gran candidato a ganar su octavo Grand Prix consecutivo.
Schumacher marcó sus tiempos con extrema sencillez. Fue el único que pudo bajar la barrera de los 74 segundos para la vuelta, y ni su máximo rival, Mika Hakkinen, pudo acercarse a más de tres décimas de segundo. La única vuelta que acechaba la pole-position, una rapidísima que intentaba el colombiano Juan Pablo Montoya, se deshizo en una tremenda salida de pista. Pero tampoco la confianza es excesiva. “Mi coche es, probablemente, el mejor de todos –aseguró– y tengo la oportunidad de ganar, pero de ahí a hacerlo es otra cosa”. Acaso duda del paréntesis en que se apretaron su hermano Ralf, Hakkinen, Coulthard y Barrichello, en una décima de segundo, a sólo tres décimas de su tiempo de la pole-position. Esa paridad puede significar hoy, en la carrera, una tromba que arroje complicaciones. “Esta es la pista de McLaren. Si no andan bien aquí, si Ferrari camina mejor, están fregados” opinaba el ingeniero argentino Carlos Funes, integrante de la comisión técnica de la carrera, antes de la tanda. Y los tiempos le dieron un atisbo de razón. “No sé qué puede pasar, a veces está mejor Ferrari y a veces McLaren” opina en contrario Oreste Berta, el Mago
de Alta Gracia, trabajando aquí en Interlagos al máximo nivel como consultor de la Jaguar. McLaren usa en esta carrera un alerón delantero que copiaron a la Ferrari. Pero eso no les posibilitó a Hakkinen y Coulthard pelear mano a mano con el campeón del mundo.
El pronóstico indica lluvia para la última parte de la carrera. Rubens
Barrichello, la gran decepción casera del fin de semana, no le hace tanto caso. “Prefiero darle bolilla a mi abuela Isaura, que vive hace 50 años en el barrio de Interlagos y siente el clima en sus callos”.
El argentino Nicolás Filiberti terminó 20 la carrera de Fórmula 3.000 que se disputó ayer, tras tocarse con otro piloto y perder una vuelta.

 

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