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San Lorenzo reaccionó a tiempo y otra vez busca lleno de esperanzas

La lucha sigue siendo cruel y mucha para el equipo de Boedo, que sufrió y casi se desangra en el primer tiempo, pero luego encontró el camino y superó a Vélez. Renunció Oscar Tabárez.

Juan José Panno

Si Vélez hubiera concretado las situaciones de gol que generó en el primer tiempo, habría liquidado el partido y en ese caso ahora se estaría escribiendo que la segunda derrota consecutiva de San Lorenzo lo aleja demasiado de la pelea por el título y pone en riesgo la continuidad del chileno Pellegrini al frente del plantel. Si San Lorenzo hubiera perdido ahora, se estaría hablando del profundo malestar de la hinchada, de los silbidos que despidieron al equipo, de la crisis interna y hasta empezarían a circular nombres de futuros jugadores del club. Nadie de Vélez, mientras tanto, se acordaría de Chilavert.
Pero Vélez no concretó las situaciones, se cayó en el segundo tiempo y permitió la reacción de su rival, que no perdonó. Entonces hay que decir que la segunda derrota consecutiva del equipo de Liniers provocó un profundo malestar en la hinchada, que renunció Oscar Tabárez y que se habla con insistencia de la vuelta de Chilavert como entrenador. San Lorenzo concretó lo que Vélez no pudo y entonces hay que hablar de la buena onda con la gente sintetizada en el dato de que varios jugadores revolearon sus camisetas hacia las tribunas a la finalización del partido. San Lorenzo ganó y hay que recordar entonces que quedó a 5 puntos de River, que se pueden reducir a 2 si en la próxima fecha le gana a Colón y Boca le da una manito en el Superclásico.
En el primer tiempo, que fue malo y favorable a los locales por su mayor búsqueda ofensiva, a Vélez le faltó un poco de suerte y otro poco de serenidad para definir situaciones favorables. Y además se chocó con el flaco Campagnuolo. El arquero había perdido el puesto justamente en el último partido entre ambos equipos, jugado el 1º de octubre del año pasado en el Gasómetro. Ese día le hicieron un gol bobo y se hizo echar. Entró Saja y se quedó un rato largo en los tres palos, hasta que se mandó un par de macanas seguidas y volvió al banco.
En el segundo período, que también fue malo, el juego se volcó gradualmente hacia el arco de Leyenda y a nadie extrañó que San Lorenzo llegara dos veces al gol.
La primera fue a los 11 minutos. Corner de Romagnoli, peinada de Ameli, cabezazo/pechazo/rulazo de Coloccini, rebote en el travesaño y cabezazo/palomita de Romeo, desde el área chica, agachado, empujando la pelota hasta el fondo del arco.
La segunda fue sobre el final del partido. En un contraataque, Romeo quedó mano a mano con Leyenda, lo gambeteó abriéndose hacia su izquierda y, ya jugado, el arquero le tiró toda su humanidad encima cometiéndole un penal clarísimo que nadie pudo discutir. Se encargó Rivarola con un disparo violento hacia el palo izquierdo del arquero de Vélez, que buscó el otro lado. Después, Romeo pudo meter el tercero, pero se lo impidió el travesaño.
La diferencia principal entre uno y otro equipo, más allá
de lo ya mencionado acerca de la capacidad de definición, puede encontrarse en la comparación entre lo que produjeron Castillo y Romagnoli. El colombiano, el jugador más importante de Vélez, amagó ser el eje, pero se diluyó rápido; Romagnoli, en cambio, fue de menor a mayor hasta convertirse en la figura de la tarde. Pellegrini lo sacó de la cancha al final porque lo habían molido a palos y lo quiso preservar para el partido por la Copa contra Jorge Wilstermann. Los cambios que hizo Tabárez (metió a Müller, Candelo y Carusos) fueron para intentar una profundidad que nunca se consiguió.

 

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