Por
Sergio Moreno
Para
Martín Balza, hablar de Malvinas es meterse en un tema casi personal.
Ex combatiente, prisionero de guerra, durante todo el proceso bélico
el ex jefe del Ejército fue acumulando fechas que lo marcaron:
el 22 de abril nació su hija, el 13 de junio, un día antes
de la rendición, cumplió años. El recuerda otras:
el 1º de mayo que, dice, fue cuando empezó la guerra,
y el 14 de junio, jornada final, de impotencia, bronca pero con
la satisfacción del deber cumplido, de haber combatido. Balza
dice que haber nominado al 2 de abril como día del veterano y declararlo
feriado nacional guarda relación con que el imaginario colectivo
ha rescatado la fecha, pero no se la relaciona con Galtieri.
Aunque también aclara que le cuesta creer que se haya intentado
negociar el 2 de abril por el 24 de marzo, en relación al acuerdo
al que llegó el ex ministro Ricardo López Murphy con la
cúpula de las Fuerzas Armadas para balancear la connotación
social negativa que tiene la fecha del golpe. Sería muy lamentable
que alguien intentara mezclar el sacrificio de los que combatieron en
las islas con el Proceso, dice en este reportaje exclusivo con Página/12.
La decisión de modificar la fecha del 10 de junio e imponer
el 2 de abril como Día del Veterano de Guerra, ¿le parece
correcta?
Creo necesario que exista un Día del Veterano de Guerra.
Y ese día está relacionado, a mi juicio, con la gesta de
Malvinas, por ser la única guerra del siglo XX que vivió
el país. La única. Las otras fueron en el siglo anterior.
En la gesta de Malvinas hay que separar las cosas. El sentimiento legítimo
del pueblo y de los que combatieron por una causa aglutinante de algo
incuestionablemente nuestro: siempre he tenido en cuenta, en el momento
en que combatí, que el sentimiento Malvinas es una causa aglutinante
para el pueblo argentino. Pero ese sentimiento coincidió con la
dictadura militar del proceso. Lo que he tratado de hacer siempre, en
mi acción docente, cuando fui jefe de Estado Mayor y en todo momento,
fue separar las dos cosas. Malvinas no es la dictadura, Malvinas no son
los crímenes del proceso. Malvinas trasciende las barreras ideológicas
o partidistas.
La elección del 2 de abril suena a la reivindicación
de una decisión política tomada por un gobierno de facto.
En el sentimiento popular, el 2 de abril, paradójicamente,
tiene más arraigo que otras fechas. Durante varios años
se han conmemorado el 2 de abril y el 10 de junio, pero en el imaginario
colectivo el 2 de abril ha prendido mucho. Ahora, como ex combatiente,
como un veterano más, en mí incidieron dos fechas de las
que no puedo olvidar: el 1 de mayo, que fue cuando se inicia la guerra,
las primeras acciones, los primeros ataques. El 2 de abril no empezó
la guerra, fue un episodio más de la crisis que había comenzado
en marzo en las Georgias. En cambio, el 1º de mayo, a las 4.42 de
la madrugada, comenzó la guerra. La otra fecha, en la cual sigo
recibiendo llamados de soldados, oficiales y suboficiales, fue la del
14 de junio (día de la rendición). Esos últimos días
mi unidad combatió muchísimo, fueron los dos últimos
días. Y noches. Cuando se produjo el silencio en el campo de combate,
después de la batalla final, nos abrazamos, lloramos de bronca,
de impotencia, pero a la vez nos quedó la íntima satisfacción
de haber combatido, con todo, agotados, cansados. Con esto no quiero decir
que el 14 de junio tiene que ser el Día del Veterano, pero esa
fecha junto al 1 de mayo son las que más recuerdo. Creo que nadie
relaciona al Día del Veterano con Galtieri.
¿Qué opinión tiene de la decisión política
de hacer esa guerra y de quienes la condujeron?
La decisión política fue totalmente desacertada, desastrosa,
improvisada. Fue la guerra peor conducida en la historia argentina por
la conducción estratégica nacional, sin lugar a dudas. Fue
una guerra que se basó en dos supuestos: en el apoyo o neutralidad
de los Estados Unidos y en la no reacción inglesa, supuestos que
no se materializaron y que,además, demostraron la incapacidad de
quienes planificaron esta aventura, con un desconocimiento de la historia
de Estados Unidos, del Reino Unido y de las guerras en general. Sólo
una conducción incapaz, como la que tuvimos, pudo pensar eso. Y
le agrego otros ingredientes: era una guerra insular, jamás pensada,
en la que no se disponía del dominio del mar y del aire. Con lo
cual la guarnición que estaba en las islas irremediablemente estaba
condenada al fracaso. Lo rescatable de Malvinas fueron las acciones tácticas,
es decir la forma en como se luchó en las islas. Y en esto me remito
a todo lo que dijeron los ingleses sobre el comportamiento de las tropas
argentinas en tierra y de nuestra Fuerza Aérea. La causa principal
de la derrota se encuentra en el campo político superior, en el
manejo de la crisis, en la incapacidad para conducir la guerra.
Volviendo al feriado, la imposición del 2 de abril estuvo
acompañado por un planteo militar para balancear con
esa fecha la del 24 de marzo. Cuando usted estuvo al mando del Ejército,
¿le hicieron algún planteo o sugerencia, de su fuerza o
de las otras, para modificar la fecha?
No, nunca, absolutamente. No se planteó el problema ni con
las más mínima insinuación, ni siquiera tangencialmente.
¿Por qué esta presión se produce ahora?
No puedo responder esa pregunta porque desconozco el tema completamente.
Tengo, sí, la información periodística que salió
en los diarios del viernes y el sábado, pero no me constan los
hechos y nadie me ha dicho nada. Claro que una fecha y otra no pueden
guardar ninguna relación, son dos acontecimientos completamente
diferentes.
La lógica apunta al efecto político: este 24 de marzo
se cumplieron 25 años del golpe y un sector de las Fuerzas Armadas,
sabedor de la connotación social tan negativa que tiene la fecha,
propuso hacer un gran festejo el 2 de abril por Malvinas, para morigerar
esa imagen.
Sería muy lamentable que alguien intentara mezclar el sacrificio,
la abnegación y el entusiasmo de los soldados, oficiales y suboficiales
que combatieron en las islas, con el proceso. Ese macabro proceso de reorganización
nacional tuvo un propósito con la guerra de Malvinas: jugar con
un sentimiento del pueblo argentino para perpetuarse en el poder. Relacionar
una cosa con otra sería por demás deplorable. Me cuesta
creer que haya ocurrido una cosa así.
Desde que asumió el gobierno de la Alianza y el general Ricardo
Brinzoni al frente del Ejército, esta fuerza ha variado su actitud
en relación al rol que le cupo durante el proceso, y ante la política
de derechos humanos. ¿Usted nota esta nueva politización
del Ejército?
¿A qué se refiere?
Por tomar sólo dos ejemplos, ir a solidarizarse con Luciano
Benjamín Menéndez cuando fue detenido por 48 horas en Córdoba
al negarse a declarar en los juicios por la verdad, o a la avanzada que
constituye la presentación en masa de pedidos de hábeas
data a diversas ONGs.
No, no, no, yo no he visto nada absolutamente. No vislumbro ninguna
politización en el Ejército. Y con respecto a decisiones
que tome el jefe del Estado Mayor (del Ejército) no voy a emitir
opinión. Desconozco los motivos y creo que sería imprudente
opinar sobre algo que no conozco. Estoy convencido de que la política,
hoy como durante mi gestión, no ha entrado en el Ejército.
¿Cree que este gobierno es más concesivo a los reclamos
militares?
Algunas cosas las dejo para decirlas en mi libro.
¿Se debería modificar nuevamente la fecha, volver
al 10 de junio?
Tiene que haber un día para recordar al veterano, al margen
de las decisiones políticas incalificables de la Junta. Rescato
todo lo que se hizo en Malvinas, en las islas, por los hombres que combatieron,
por la Fuerza Aérea, por la Infantería de Marina, por la
Aviación Naval, por los hombres del Ejército, que pusieron
las pelotas y fueron elogiados por los ingleses. Al margen de eso está
la deplorable conducción estratégica nacional. Se merecen
ese recuerdo; habrá que ver si es ese día o no. Peroalgo
mucho más importante que la fecha en sí es el tratamiento
que se le da al veterano. Acá se produjo algo terrible que fue
la desmalvinización, que empezó la última junta militar:
esos que decidieron la guerra recibieron a los soldados de noche, sin
que los viera nadie. Esos soldados que fueron de forma obligatoria y combatieron
con valor y alegría, fueron recibidos escondiéndolos porque
querían tapar los errores que ellos (la conducción militar
nacional) habían cometido. Esa es una felonía que jamás
voy a olvidar. En todos los países civilizados del mundo a los
veteranos de guerra se los respeta. Acá... Mire, hay un decreto
del PEN Nº 1244/98 que establece un plus salarial de 357 pesos a
los veteranos de guerra que trabajen en la administración pública.
La cantidad de veteranos en esas condiciones es insignificante. La inmensa
mayoría no recibe este plus, porque no trabaja en la administración
pública. Es altamente discriminatorio. En el caso de los oficiales
y suboficiales, lo cobran quienes están en actividad y excluye
a los retirados. Y la legitimidad de este plus radica en haber sido combatiente,
no en su inclusión en la administración pública.
Esto es discriminatorio e injusto. Estas cosas hacen también al
veterano, más allá de un desfile en un día particular.
Y hay otro dato: me enteré en 1998, y se lo informé por
escrito al por entonces ministro de Defensa (Jorge) Domínguez,
que los 14.000 efectivos de las tres fuerzas que participaron en la guerra
de Malvinas habían crecido a 22.000. Eso estaba en
la página de Internet del Ministerio. No sé cómo
han proliferado en 8000 los veteranos de guerra, pero sé que es
algo muy injusto porque se vulnera la esencia del veterano. Todo esto
fue informado, detalladamente, por escrito, en dos oportunidades cuando
yo era jefe del Estado Mayor al licenciado Domínguez.
¿Y qué le respondió Domínguez?
Nada, no tuve ninguna respuesta. También informé a
las comisiones de Defensa de Diputados y Senadores. Esto afecta al erario
público.
¿Lo han invitado al acto del lunes en el regimiento Patricios?
Estoy invitado. El Ejército me invitó al acto.
¿Va a ir?
No sé.
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