Página/12
en Perú
Por
Carlos Noriega
Desde Lima
La
gran disputa de las elecciones peruanas del próximo domingo 8 de
abril será por el segundo lugar. La derechista Lourdes Flores (41)
conserva aún esa posición, pero cada vez se reduce la diferencia
respecto del ex presidente socialdemócrata Alan García (51).
De acuerdo con las cifras de la encuestadora Apoyo, Flores tiene un 23
por ciento y García 20 por ciento, con una tendencia al crecimiento
del ex presidente frente a un estancamiento de Flores, lo que podría
poner a García en posición de captar buena parte del todavía
alto porcentaje de indecisos, que bordea el 15 por ciento. En medio del
cruce de ataques entre Toledo y Flores, García ha comenzado ha
capitalizar los errores de sus rivales al punto que podría dar
la gran sorpresa de las elecciones pasando a la segunda vuelta. Y si no
lo logra, sus votos serían decisivos para que Toledo o Flores ganen
el ballottage.
¿Cree que la guerra sucia en la que se han enfrascado Toledo
y Flores está favoreciendo su crecimiento?
Yo no pienso que el crecimiento que tiene mi candidatura en las
encuestas tenga que ver con el debate algo violento entre los otros dos
candidatos, ni con las acusaciones que se han lanzado mutuamente con agresividad.
Tengo la esperanza de que sea parte del electorado indeciso que ha ido
convenciéndose por la insistencia que he hecho en algunos temas
básicos sobre la reactivación productiva y del empleo.
En caso de que no pase a la segunda vuelta, ¿a cuál
de los otros dos candidatos apoyaría?
Esperaremos el 8 de abril para saber qué vamos a hacer. Por
lo pronto no andamos en la búsqueda de un matrimonio.
¿Pero con quién se siente más cercano, con
Alejandro Toledo o con Lourdes Flores?
No lo sé. Una candidatura no es un hecho fijo, inmutable,
congelado. Una candidatura es una orientación, una antena que recoge
lo que la sociedad demanda. Una cosa es un candidato de primera vuelta
que hace los planteamientos concretos de su partido y otra cosa un candidato
de segunda vuelta que tiene que ampliar esos planteamientos para contemplar
los otros sectores electorales y sociales. La primera vuelta es una primera
calificación por los electores. En la segunda vuelta son dos candidaturas
totalmente diferentes y originales. Cada candidatura deberá reestructurar
su discurso de manera que lo amplíe a sectores que no le fueron
favorables. Dependiendo de eso podríamos conversar sobre el tema.
¿Cómo se define políticamente?
Soy un hombre de centroizquierda, como lo es un sector importante
del radicalismo argentino, como (Tony) Blair, (Felipe) González,
(Lionel) Jospin.
Es prácticamente un hecho que el próximo presidente,
sea quien sea, no va a tener mayoría en el Congreso, que estará
atomizado en varios grupos. ¿Qué propone para enfrentar
ese problema?
Contrariamente a lo que piensan muchos, yo creo que el hecho de
que el próximo gobierno no tenga una mayoría parlamentaria
le dará mayor entidad democrática y eso da estabilidad.
El próximo presidente tiene que hacer una convocatoria general
no excluyente para implementar un plan de desarrollo que le dé
a la población, a los industriales, a los inversionistas y a los
analistas internacionales la certeza de que las cosas se tratan con serenidad
y en consenso. Por eso yo he intentado no abrir heridas con los demás
candidatos durante esta campaña, porque la gobernabilidad dependerá
de la capacidad de concertación que se tenga después con
ellos.
Durante su gobierno, el Estado tuvo una importante intervención
en la economía. ¿Cree que la globalización obliga
a revisar esas posturas sobre el rol del Estado en la economía?
La globalización económica es una realidad que no
podemos desconocer. No existen mercados cautivos en el mundo y el flujo
de capitales y productos es mucho más ágil de lo que era
hace quince años, por consiguiente las funciones del Estado son
más restringidas; pero a pesar de eso el Estado mantiene un rol
fundamental de complementar las áreas en las que no llega el libre
mercado y controlar los abusos de este libre mercado. Por ejemplo, el
Estado debe intervenir en dar crédito agrario y en lo relativo
a la relación capital-trabajo, que en algunos casos lleva a abusos
graves. También debe intervenir en el control de las tarifas públicas.
La globalización es un hecho, pero es un hecho incompleto. Faltan
capítulos de la globalización jurídica para que una
empresa que cobra ciertas tarifas en su país no cobre el doble
en otro país, de la globalización jurídica en el
tema Pinochet, de la globalización humana para que terminemos con
esas vigas que frenan el flujo del empleo. Si está abierto el flujo
financiero, de los productos, por qué no se abre el flujo del trabajo.
¿Es usted partidario de que el Perú busque una integración
económica con el Mercosur, o apostaría a un fortalecimiento
previo del Grupo Andino?
Para casarse hay que ser dos y el Mercosur, que es la experiencia
más exitosa de integración continental, tiene, por exitosa,
algo de pretenciosa, en el sentido que se hace mucho de rogar para sus
tratativas con otros países. De manera que, honesta y sinceramente,
yo no creo que el mercado peruano o la producción peruana sea una
contraparte deseada por el Mercosur. De manera que me parece más
sensato y realista fortalecer la Comunidad Andina y a través de
ella, en un segundo plano, entablar relaciones con el Mercosur.
Usted ha insistido en que el gasto militar es excesivo. ¿En
qué porcentaje se puede reducir este gasto en el corto plazo?
Uno de los aspectos básicos en el presupuesto es la reducción
del gasto militar. Eso tiene que ir acompañado, pero no depende
de eso, de un acuerdo regional de limitación de gastos militares.
Si salgo electo, haré ese planteamiento en la próxima cita
Iberoamericana de Presidentes que debe realizarse en noviembre de este
año aquí en el Perú. Hay muchas palabras, muchos
buenos propósitos, pero concretamente se gasta mucho en armamento
en América latina. El gasto militar del Perú puede reducirse
por lo menos en 200 millones de dólares.
En su gobierno, usted limitó, de manera unilateral y sin
el respaldo de otros países, el pago de la deuda externa peruana
a un 10 por ciento de sus exportaciones y terminó aislado por los
organismos financieros. ¿Cree que ahora existen condiciones para
que los países deudores se organicen para negociar de manera conjunta
con sus acreedores?
Hay un vals peruano que dice que toda repetición es una ofensa.
Esta es una vieja historia que comenzó en los años 80
y se agravó con la crisis mexicana de 1982. Todas las reuniones
diplomáticas y de presidentes latinoamericanos se dedicaban casi
exclusivamente al tema de la deuda. Yo recibí en 1985 una especie
de libreto firmado por todos los presidentes respecto de la necesidad
de federarse como Club de Deudores o limitar los pagos a un 20 por ciento
de las exportaciones. Mi gobierno tomó una decisión sobre
esa línea discursiva y de planteamientos. Hoy día no hay
condiciones para eso. Con el liberalismo y la globalización es
el sálvese quien pueda y cada uno sálvese individualmente.
Ya no hay ese concepto coordinado. De manera que por ese camino no se
va a ningún lado. El Perú lo que hará es buscar de
manera concertada con los acreedores una reducción racional del
pago de la deuda. Estamos comprometidos a pagar 2100 millones de dólares
anuales, esperamos lograr una reducción de 300 o 400 millones.
Durante su gobierno, usted tuvo una relación tormentosa con
los organismos financieros internacionales. ¿Por qué cree
que esos organismos financieros, la banca internacional y los inversionistas
van a confiar ahora en Alan García?
Por que los buenos comerciantes y los buenos financistas no tienen
memoria, porque nadie vive de rencores anteriores y porque son personas
diferentes. Y porque, finalmente, lo que más le conviene a un acreedor
es que su deudor esté en mejores condiciones económicas
para poder pagarle. No quiero repetir viejos discursos, pero hay un serio
problema en el horizonte de América latina, que es el que está
motivando los cambios en la Argentina y otros lugares. Estamos comprometidos
al pago de cifras inconmovibles y entonces hay que reducir los gastos
del Estado, de las universidades, los salarios de los empleados estatales,
aumentar los impuestos, con tal de poder pagar, pero los pueblos tienen
una capacidad de paciencia que no es ilimitada. Creo que más les
conviene a los acreedores ayudar con un poquito a lograr que haya reinversión
productiva y más capacidad de pago. Para los países del
Club de París es un buen negocio ayudar a una democracia que resurge
y garantizar condiciones del pago de su deuda.
Las
chances del Cholo
A
menos de una semana de las elecciones y en el último día
que la ley permite la divulgación de encuestas, el centroderechista
Alejandro Toledo (55) mantiene un cómodo primer lugar con
un 35 por ciento, según la encuestadora Apoyo. Toledo, un
economista apodado el cholo de Stanford -donde se graduó
o de Harvard donde acudió muchas veces
fue el símbolo de la oposición a la fujicracia, y
perdió las elecciones del 2000 contra Alberto Fujimori. Casi
todos los observadores están dispuestos a definir la victoria
de éste como un rotundo fraude. En un marco más transparente,
la inercia que favorecía a su partido creado ad hoc, Perú
Posible, es ahora menos indetenible. Las revelaciones de la prestigiosa
revista política Caretas que comprometen a Toledo en una
juerga con mujeres y cocaína ocurrida en octubre de 1998,
y que ponen en duda la versión de un secuestro con fines
de chantaje que éste dio para explicar este oscuro episodio,
no lo han golpeado decisivamente, a pesar de que el candidato no
supo responder satisfactoriamente y terminó huyendo de los
periodistas en una accidentada conferencia de prensa. Pero aunque
no ha disminuido en las encuestas, tampoco ha logrado seguir creciendo,
lo que desbarata su sueño de ganar en primera vuelta.
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