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ANTONIO SEGUI DONO SU OBRA GRAFICA AL MAMBA
Llegó un nuevo blindaje

El gran cordobés del mundo, que vive en París desde hace casi cuarenta años, acaba de donar más de 300 obras de su autoría para el patrimonio artístico de la ciudad de Buenos Aires. Algo así como un blindaje para las artes visuales.

Por Fabián Lebenglik

Los promocionados efectos balsámicos y reactivadores del blindaje financiero duraron muy poco, porque la contrapartida es asfixiante. Pero la palabra blindaje quedó fijada en el habla cotidiana desde hace algunos meses. Así, extrapolando usos, parece oportuno calificar la donación de Antonio Seguí como un blindaje artístico para el patrimonio de las artes visuales de la ciudad de Buenos Aires, por la calidad, la solidez y el valor estético. Las condiciones, por supuesto, son sólo placenteras.
El gran artista donó una parte importante de su obra gráfica: 331 obras realizadas entre 1948 y 2000, de las cuales 240 están siendo exhibidas en una excelente exposición en la que el MAM presenta esta reciente incorporación patrimonial acompañada de un buen catálogo de 64 páginas en el que al final están las referencias completas de la donación. Se trata de un enorme conjunto de trabajos que dan cuenta de casi todo el itinerario artístico de Seguí, durante más de medio siglo, a través de las distintas técnicas de la estampa: monocopia, xilografía, aguafuerte, aguatinta, litografía, punta seca, fotolitografía, serigrafía, grabados al linóleo.
En la gráfica Seguí juega libremente, sin ataduras. Se permite a sí mismo cruzar los géneros y registros estilísticos porque el grabado es para él un gran condensador del mundo visual.
En la gráfica puede entrar todo, incluido el mundo de sus pinturas y dibujos. Por lo tanto, la supuesta categoría “menor” del grabado en particular y la gráfica en general es lo que transforma a esta obra en un receptor mayor de fuentes múltiples y simultáneas. Como si desde el lugar de menor poder simbólico se pudiera actuar, expresarse y jugar con una libertad de amplio rango. En la obra gráfica de Seguí hay menos filtros de control, más experimentación y quizá una visión más panorámica y contaminada. Si la estampa en Seguí tiene un input más extenso, es porque allí tiene cabida, en principio, la imagen de los medios: electrónicos y gráficos, así como la imagen urbana.
El grabado pasa a ser un registro, a modo de un diario visual, en el que, al mismo tiempo que el artista muestra su repertorio, su estilo, sus personajes, también utiliza para evocar y estampar el entorno, en un cruce que combina lo propiamente técnico, más lo pictórico y dibujístico, así como la opinión y una suerte de crónica y crítica del mundo, siempre con el tono zumbón, humorístico e irónico que lo caracteriza desde hace tantos años. En este sentido puede verse, por ejemplo, que uno de los grabados más antiguos de la exposición, Perro y gente (una xilografía de 1956), ya contiene el germen caricaturesco y los personajes que desarrollará profusamente a lo largo de toda su obra futura.
La muestra del MAM es, al revés que su pintura de los últimos años, una explosión de color, en la que resulta evidente la mutua contaminación entre la gráfica y la imagen publicitaria, porque ambas comparten y se citan y roban códigos visuales que van de una a otra vereda.
Entre la gran cantidad de obras que integran la exposición, más allá de la lectura cronológica, puede comenzarse por las formidables series que van pautando, como resúmenes y condensaciones estéticas, el montaje de la muestra: El teatro de la vida, Elefante en la pampa, Ciudadanos y Té para dos, entre otras.
En esas series, a modos de grandes relatos visuales, el artista despliega su poética, en el doble sentido, que implica la poesía de su obra, pero también sus principios de organización del espacio, las reglas de construcción y, como escribía Damián Bayón en un texto recuperado en el catálogo, la “puesta en caja”. Se toma la idea de los “cajistas” que ordenaban las moldes tipográficos móviles para armar las páginas, como una definición más precisa para el territorio del grabado que la noción de“composición” en pintura, que es más orquestal y se basa en distintas condiciones técnicas y de producción.
Si bien Seguí se inició en la gráfica en su adolescencia, es en México –ciudad en que residió entre fines de la década del cincuenta y principios de la del sesenta– donde se especializa en el arte de la estampa.
Algunos de los motivos que obseden al artista son los paisajes y escenas urbanos, con los característicos y autorreferenciales peatones de sombrero.
En esta larga serie sus personajes, animales, autos, edificios se yuxtaponen junto con otros elementos ciudadanos.
En muchos de estos trabajos se pone en juego el paradigma de la ciudad como gran máquina moderna y como símbolo de la sociedad de masas. El artista construye un espacio marcado por el horror al vacío, hay pocos blancos. Al encierro y la soledad entre multitudes se suma un mecanismo de repeticiones infinitas, de figuras y movimientos: procesos de múltiples sincronías, cortes transversales que marcan el pulso de la ciudad en un fragmento temporal y visual.
Hay un tratamiento generalizado de carácter caricaturesco, distante y entrañable al mismo tiempo, donde se disimulan los componentes dramáticos más inmediatos, que luego aparecen en el momento de la reflexión sobre la obra, en la cabeza del espectador.
Tanto en las superposiciones e imbricaciones de planos y contraplanos absolutamente rebatidos y en la ausencia de profundidad, como en sus personajes solos (desde la Niña pensando de 1953, hasta el enorme Personaje de 1991 –aguafuerte de un metro y medio por un metro–) o escenas fantásticas (la serie Elefante en la pampa), hay un elemento fuertemente paródico y al mismo tiempo reflexivo, sobre el mundo contemporáneo, sin perder de vista que ese mundo consiste en la universalización del extraño y particular caso argentino.
También por estos días, en el espacio de arte que se inauguró en la megalibrería El Ateneo Gran Splendid, Antonio Seguí muestra su obra sobre papel. (Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, avenida San Juan 350, hasta el 6 de mayo.)

Inauguran en la semana

Cuatro fotógrafos contemporáneos de Veracruz (México): Ivonne Deschamps, Miguel Femmatt, Hildegart Oloarte y Carlos Lamothe, todos de la ciudad de Xalapa, inauguran hoy, en la Fotogalería del Teatro San Martín, avenida Corrientes 1530.
Marcelo Buraczek, pinturas, hoy, en el Centro Cultural San Martín, Sarmiento 1551.
Daniel Vidal, pinturas, mañana, en el Centro Recoleta, Junín 1930.
Sandra Roffé, fotos, el sábado 7, a las 12, en Distéfano, Sucre 2419.

Arte abierto en Belgrano

El sábado 7, de 12 a 20, todas las instituciones artísticas y talleres de artistas del barrio de Belgrano inauguran simultáneamente y abren sus puertas al público, con entrada libre gratuita. Hay un servicio también gratuito para recorrer todos los lugares que saldrá de Vuelta de Obligado entre Juramento y Echeverría. Informes: 4788-3721, 4374-3612 int. 287; www.artea.com.ar/artexarte.

Subasta por los actores

En el marco de la celebración de los 82 años de la Asociación Argentina de Actores, hoy a las 20 se llevará a cabo una gran subasta de obras de artistas plásticos que solidariamente han decidido colaborar. La subasta se hará en la Sociedad Rural Argentina, Juncal 4431, donde el experto Enrique Scheinson rematará el medio centenar de trabajos donados por los artistas. Entre otras piezas (pinturas, dibujos, grabados, arte digital y esculturas), habrá obras de Carlos Boccardo, Anahí Cáceres, Vito Campanella, Ricardo Carpani, Blas Castagna, Nora Correas, Cristina Dartiguelongue, Juan Doffo, Edgardo Giménez, Nora Iniesta, Gyula Kosice, Aurelio Macchi, Leopoldo Presas, Cristina Santander y Clorindo Testa. La subasta será acompañada por primeras figuras del teatro, el cine y la televisión, quienes apadrinarán cada una de las obras expuestas.

 

 

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