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TESTIGOS DE LA COMPLICIDAD DE MERCEDES BENZ CON LA REPRESION
Doce desaparecidos en la fábrica

Juan Martín y Héctor Ratto, ex operarios de la empresa, declararon ante el consulado alemán. Pruebas para el Juicio de Nurenberg.

La planta de Mercedes Benz donde fueron secuestrados o entregados doce operarios.

Por Victoria Ginzberg

El telegrama de la empresa decía que Juan José Martín podía tomarse diez días libres con goce de haberes para descansar por “todo lo que había sufrido”. La mujer no entendía nada. Hacía 18 días que su esposo estaba desaparecido. Preguntó en la planta pero no le aclararon las cosas. Sin embargo en Mercedes Benz sabían más de lo que aparentaban. Al día siguiente su marido fue liberado. Martín y Héctor Aníbal Ratto, únicos dos sobrevivientes de los empleados de la fábrica de Mercedes Benz que fueron secuestrados durante la última dictadura, declararon en el consulado alemán y señalaron la complicidad de la empresa en las desapariciones de doce compañeros. Estos testimonios, que involucran a un gerente que todavía trabaja en la firma, se agregaron en el juicio por las víctimas del terrorismo de Estado de origen alemán que lleva adelante la fiscalía de Nurenberg.
El 12 de agosto de 1977, luego de una asamblea de personal, la empresa le avisó a Ratto que lo llamaban de su casa, pero el hombre desconfió: su familia no tenía el número de la planta. La situación le pareció extraña y se acordó de que esa mañana se había comentado el secuestro de un operario. Decidió permanecer en su puesto de trabajo. Minutos más tarde le informaron que en la fábrica había un grupo de personas de civil que se identificaron como “personal de seguridad” y venían a detenerlo. Ante el gerente Juan Tasselkraut, Ratto se negó a irse si los hombres no se identificaban. El operario resistió hasta que a las diez de la noche una patrulla militar de 36 personas se lo llevó de adentro de la fábrica.
Ratto denunció estos hechos durante el juicio a las Juntas, pero al declarar en el consulado alemán agregó un detalle significativo: mientras estaba con Tasselkraut y el personal de civil que lo había ido a buscar presenció cómo el gerente entregó a uno de sus compañeros. “Escuché cómo les dio la dirección de Diego Núñez y Diego Núñez fue secuestrado ese mismo día”, narró el operario, quien estuvo desaparecido 19 meses. Tasselkraut aún trabaja para Mercedes Benz.
El 29 de abril de 1976 una comisión militar entró a la planta de Mercedes Benz, se abrió paso entre los cuatro mil empleados y se plantó frente a la máquina de Martín. “Nos va a tener que acompañar hasta el regimiento de La Tablada para que le hagamos unas preguntas”, le dijo uno de los sujetos. Martín fue conducido a su propia casa, que fue saqueada y luego fue alojado en un calabozo de la comisaría de San Justo. Allí fue torturado mientras era interrogado sobre la actividad gremial y los miembros de la comisión interna de la empresa. El día que Martín fue secuestrado la fábrica de González Catán paró y sus compañeros se movilizaron hasta el regimiento del Ejército, donde los militares habían dicho que lo llevarían. Pero Martín estaba en San Justo; él lo sabía porque su abuela vivía enfrente y conocía a Rubén Lavallén, comisario de la Brigada de Investigaciones. Ese policía se apropió de la hija de los desaparecidos Mónica Grispon y Claudio Logares –que fue restituida a su familia en 1984– y luego de la dictadura consiguió un buen puesto como jefe de seguridad de Mercedes Benz.
Martin y Ratto –este último nunca se había presentado ante la Justicia- declararon ante el cónsul alemán, Sven Krauspe, en el juicio por la desaparición de su compañero Esteban Reimer, secuestrado en la madrugada del 5 de enero de 1977. Un día antes el hombre había concurrido con otros ocho delegados a la oficina central de Mercedes Benz en Capital para negociar la reincorporación de más de cien empleados cesanteados. Una de las ocho personas vestidas de civil con armas largas que lo secuestró esa noche le dijo: “Es por lo de la fábrica”.
“El paso siguiente debería ser la citación de Tasselkraut y de otros directivos de Mercedes Benz, porque existe un estado de sospecha si no evidencia clara de que fueron partícipes necesarios de los crímenes de lesa humanidad cometidos”, aseguró a Página/12 Juan Carlos Capurro, abogado de la causa. Capurro es miembro del Comité de Acción Jurídica dela Central de Trabajadores Argentinos, que forma parte de la federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH) con sede en Francia.
El abogado narró que Mercedes Benz tuvo un extraño comportamiento con las familias de sus empleados desaparecidos, les continuó abonando un sueldo y algunos hasta cobraron indemnizaciones por motivos no especificados. En cambio, los operarios que dejaron de ir a trabajar porque corrían el riesgo de ser secuestrados fueron despedidos.
“El ministro de Defensa Horacio Jaunarena aseguró que el golpe de estado de 1976 fue cívico-militar. Eso es cierto y el caso de Mercedes Benz, como los de Ford, el Ingenio Ledesma o los Astilleros de la Zona Norte devela la participación activa de sectores de los grandes grupos económicos en el genocidio”, expresó Capurro.

 


 

EL “MIAMI HERALD” INFORMO SOBRE LA NULIDAD DE LAS LEYES DE IMPUNIDAD
Una buena noticia, no para todos

Los fallos del juez argentino Gabriel Cavallo y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que declararon que las desapariciones de personas detenidas, las torturas y asesinatos no podían ser amnistiados ni sujetos a un límite temporal para su persecución penal constituyen una “buena noticia”, sostuvo el diario estadounidense Miami Herald en una columna firmada la semana pasada por su periodista estrella, Andrés Oppenheimer. “Cuando todavía hay periódicos rumores sobre golpes militares en América latina, esos fallos servirán como advertencia para los eventuales conspiradores de que, por muchas leyes de amnistía que consigan, será más difícil para los violadores de los derechos humanos planear una salida segura del poder”. Las columnas de Oppenheimer son reproducidas todas las semanas por el matutino La Nación de Buenos Aires, que en este caso hizo una excepción. La Nación es el único diario argentino de alcance nacional que condenó en un editorial el fallo de Cavallo.
Al referirse al vigésimo quinto aniversario del golpe militar de 1976, el columnista norteamericano, de origen argentino, dijo que los organismos de derechos humanos sentían que tenían algo para festejar. “En un caso histórico, el juez federal Gabriel Cavallo declaró ilegales las leyes argentinas de amnistía porque violan las convenciones internacionales sobre derechos humanos. Cavallo instruyó una causa contra dos policías sospechosos de torturar y presuntamente ejecutar a una pareja en 1978 y entregar a la hija de ambos a un coronel del Ejército”, escribió. El 24 de marzo Oppenheimer estaba en Buenos Aires, adonde viajó para presentar su libro Ojos cerrados. Estados Unidos y el negocio de la corrupción en América Latina, una investigación sobre el papel de IBM y Citibank en el pago de coimas y su posterior lavado. El libro se refiere a las operaciones de los banqueros Raúl Moneta y Aldo Ducler. “Los organismos argentinos de derechos humanos lograron una victoria en su lucha por invalidar las leyes de amnistía de 1986 y 1987, que fueron sancionadas luego de la restauración de la democracia, cuando el primer gobierno elegido todavía se sentía amenazado por las Fuerzas Armadas”, dijo.
Al referirse a la decisión de la Corte Interamericana del 14 de marzo en el caso peruano, Oppenheimer dijo que “podría invalidar las leyes de amnistía sancionadas por países como Chile y la Argentina para eximir a oficiales de las Fuerzas Armadas de juicios penales por violaciones a los derechos humanos. Algunos analistas están estudiando si esta decisión podría afectar futuras leyes de amnistía en países como Cuba”. El artículo añade que la Corte Interamericana falló que la ley de amnistía peruana de 1995 carecía de validez y que Perú debía investigar a los oficiales de las Fuerzas Armadas acusados por violaciones a los derechos humanos. “En los últimos días, Perú arrestó a dos oficiales retirados que se habían beneficiado con la amnistía. Hora, luego de esos arrestos de la reciente decisión de Chile de despojar de su inmunidad parlamentaria al ex hombre fuerte, general Augusto Pinochet”, agregó.
El artículo cita una declaración del periodista Horacio Verbitsky, presidente del Centro de Estudios Legales y Sociales, que presentó la petición de nulidad de las leyes: “Es un hecho de notable importancia. Implica que las graves violaciones a los derechos humanos, como la tortura y las desapariciones fozosas, no prescriben ni pueden ser amnistiadas”. Según Oppenheimer, si la Corte Suprema de Justicia argentina confirma el fallo de Cavallo, las leyes argentinas de amnistía quedarían invalidadas. De lo contrario, el caso podría seguir camino hasta la Corte Interamericana, “que podría ordenar a la Argentina la anulación de esas leyes”. El columnista se pregunta si esto podría provocar una rebelión militar en la Argentina, que atraviesa una crisis política y financiera. Su respuesta es negativa. “No lo creo. En primer lugar, los sondeos de opinión pública muestran que en la actualidad la sociedad argentina noapoyaría ninguna ‘solución militar’. Segundo, la vasta mayoría de los oficiales de las Fuerzas Armadas que prestaron servicio bajo las juntas militares de la década de 1970 hace mucho que han pasado a retiro. Sólo 10 por ciento de los oficiales actualmente en actividad participaron en el régimen militar. Tercero, muy pocos oficiales en actividad serían juzgados. Los organismos de derechos humanos sostienen que sólo tienen pruebas contra unos diez oficiales en actividad”, dice Oppenheimer.

 

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