Por Raúl Kollmann
Lo que denunciamos es
una sociedad entre un grupo de pseudoempresarios y un grupo de funcionarios
del Gobierno de la Ciudad con el objeto de arreglar licitaciones para
hacer obras de limpieza y ampliación de la red pluvial que no se
hicieron. Sin embargo, se firmaron certificados de que se cumplieron esos
trabajos, con la consecuencia final de que la Ciudad pagó y habría
que estudiar quién se quedó con parte del dinero. No se
puede decir ahora que estas obras y trabajos de limpieza no hubieran salvado
la vida de las ancianas que murieron en el geriátrico. Primero,
porque no lo sabemos. Sería como decir que estas obras eran inservibles
y en ese caso uno se preguntará para qué las contrataron.
Segundo, porque las obras eran justo ahí, en Blanco Encalada y
Crámer, en Superí al 2200. Con esta argumentación,
Ricardo Borda, un supervisor de una de las empresas que debía hacer
los trabajos, y su abogado, Luis Alén, explicaron a Página/12
los fundamentos de la denuncia que presentaron hace una semana ante la
Justicia y que se dirige contra 12 empresarios de las compañías
que debían hacer los trabajos y cinco funcionarios de la Ciudad
que firmaron certificados de obras que no se hicieron. A fines de febrero,
el secretario de Obras Públicas Abel Fatala había presentado
una denuncia ante la Procuración sobre el tema. La semana pasada
fueron separados de sus cargos dos funcionarios involucrados (ver aparte).
Ayer se supo que la defensora de la Ciudad, Alicia Oliveira, se presentará
como parte querellante en esa causa.
El origen de la denuncia de Borda es una durísima interna en la
empresa en la que trabajaba, Bachelor S. A. En verdad Borda había
sido colocado, en los papeles, como presidente de esa empresa, como una
forma de tapar a sus verdaderos dueños: según Borda, ellos
son Pedro Fischer, Fernando García Tuñón y Sebastián
Bottaro. Acá están mis recibos de sueldo. Yo ganaba
1300 pesos, de manera que es evidente que yo no era presidente de una
compañía que facturaba 1.500.000 pesos. Obviamente no podía
sacar dinero de las cuentas ni nada. Yo acepté prestar mi nombre
porque estaba trabajando ahí, dice Borda. Hubo una pelea
muy fuerte y acusaciones cruzadas, pero lo importante es que a raíz
de ello salió a la luz una trama sórdida.
¿Cómo es que las empresas ganan las licitaciones para
limpiar sumideros y ampliar la red pluvial?
Saque usted mismo sus conclusiones. La primera empresa era Case
S. A. Esa ganó una licitación en 1993 y en el 98 le
renovaron el contrato. Case quebró, había orden de que el
dinero de los trabajos unos 150.000 pesos mensuales-. se depositaran
en el juzgado, pero igual hubo 500.000 pesos que se les dieron a los directivos
de Case y no al juzgado. Después fundaron Bachelor, que tenía
un capital de 12.000 pesos. Sin embargo, le adjudicaron una capacidad
de obra se llama referencial de 1.500.000 pesos, cuando la
lógica es que fuera por unos 100.000 pesos: habría que ver
si el certificado de esa capacidad es auténtico. Le dan por ganada
una licitación en la que Bachelor presenta como antecedentes obras
realizadas por Case. Además todo se hace con la misma maquinaria
y el mismo personal. Siga sacando conclusiones. Después se fundaron
otras empresas, Superpipe, Concret, Sanitra, por ejemplo. En esta última
figura como accionista Sabrina Salazar, sobrina de Claudio Palmerio, jefe
de Gestión de Mantenimiento de la Dirección de Hidráulica
de la Ciudad. También está Verónica Figueira, hija
de José Figueira, director del mismo área de Hidráulica.
En la denuncia judicial ustedes mencionan que Figueira se compró
una casa lujosa.
Efectivamente, en Nueva Pompeya. Tiene características suntuosas
que no podrían afrontarse con lo que gana el funcionario en la
Ciudad.Incluso camiones de Bachelor fueron vistos descargando materiales
en las propiedades de los Figueira. Siga con las conclusiones.
Ustedes no sólo denunciaron a Palmerio y Figueira sino a
otros tres funcionarios más y a doce empresarios.
Sí, los otros funcionarios son José Rodríguez,
Juan Della Palma y Guillermo Capella, todos firmantes de certificados
de obra. Mire, esto es muy importante: en la zona del geriátrico
donde murieron las ancianas figuran obras con caños de 1200 milímetros
de diámetro que nosotros sabemos que la empresa no los tenía
ni los colocó. Es muy grave. También ponemos en nuestro
escrito que los pagos de esas obras presuntamente no hechas fueron autorizados
por Nicolás Gallo. No sabemos qué conocimiento tenía
Gallo de todo esto.
Me imagino que ellos dirán que usted también tuvo
la culpa porque usted era presidente de Bachelor.
Yo jamás estuve en obra y esto empezó cuando yo me
negué a firmar papeles para conseguir un crédito y despedir
gente con el objetivo seguramente de formar otra empresa más. El
mecanismo era el siguiente: Bachelor le facturaba a Concret, ésta
a Sanitra, ésta a Aguas Argentinas y ésta al Gobierno de
la Ciudad. Todo por la misma obra. La factura inicial era de 20.000 y
a la Ciudad le llegaba una factura de 35.000.
¿Y usted por qué no denunció todo esto antes?
A partir del momento que me obligan a renunciar y me empiezan a
hacer la vida imposible, a principios del 2000, yo empecé a juntar
documentación para hacer la denuncia. Piense que yo perdí
mi trabajo. Las inundaciones de enero, la muerte de las ancianas hicieron
que presentara todo ahora ante la Justicia. Porque la realidad es que
los trabajos cobrados pero que no habrían sido efectuados corresponden
a las zonas donde se produjeron las inundaciones y las muertes.
La respuesta del gobierno
Por E.V.
Las anomalías en contrataciones de obras públicas
fueron detectadas hace ya un año y no incluyen sólo
las bocas de tormenta en Belgrano. Hay otros contratos con las mismas
empresas por arreglos en el Parque Rivadavia, rampas para discapacitados
y cañerías de sumideros que están siendo investigados,
dijo a Página/12 el secretario de Obras y Servicios Públicos
porteño, Abel Fatala.
El funcionario asegura que, en el caso concreto de las bocas de
tormenta, la denuncia fue presentada ante el procurador general
de la Ciudad, Juan Carlos López, a fines de febrero.
¿Por qué se separó del cargo a dos funcionarios
si los denunciados por el empresario son cinco? preguntó
este diario.
Porque son los dos que ponían la firma. Los otros casos
se están investigando respondió López.
El procurador adelantó que la ciudad se constituirá
en parte querellante en la causa judicial contra los empresarios
y funcionarios involucrados en el caso. Según Fatala, las
irregularidades involucran el ensanchamiento de bocas de tormenta
en distintos puntos de la ciudad, entre ellos, la calle Blanco Encalada
que se inundó el 24 de enero último y
la avenida Juan B. Justo. Los desagües debían agrandarse
de 70 a 110 centímetros, Pero sólo se les cambió
la tapa. Según el funcionario, sin embargo, ésa no
fue la causa de la inundación en Belgrano.
¿Qué responsabilidad tiene el secretario de
Obras Públicas de ese momento, que firmó los contratos?
Son contratos chicos, con obras que no son prioritarias, que
posiblemente hayan sido armados y les hayan vendido el paquete al
funcionario. Con obras grandes no se podía haber hecho.
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DECLARARON
LOS PADRES EN EL JUICIO DE CIPOLLETTI
El gobierno también encubrió
En el juicio por el triple crimen
de Cipolletti, los familiares de las víctimas desecharon la hipótesis
que se sostiene hasta hoy. Ulises González, padre de María
Emilia y Paula, hizo un relato pormenorizado de la forma irregular en
la que se produjeron algunas pruebas que incriminan a Claudio Kielmasz,
uno de los acusados. El supuesto croquis del lugar del crimen, confeccionado
por el imputado, fue obtenido por iniciativa del gobernador de Río
Negro, Pablo Verani, sin consultar antes al juez de la causa, Pablo Iribarren,
y el hallazgo del arma homicida, propiedad de Kielmasz, se produjo también
en forma colateral al expediente. González cuestionó la
actitud del gobierno y también el accionar policial. Pero fue todavía
más contundente Juan Villar, padre de Verónica Villar, la
tercera víctima: La Justicia está obsoleta,
concluyó de cara al tribunal y llamó perejiles
a los dos acusados, Kielmasz y Guillermo González Pino.
Todo se hizo tan mal, según Villar, que parece ser que a
las chicas las mataron los marcianos. En su testimonio, el papá
de Verónica se preguntó: ¿Cómo es posible
que hoy no se sepa nada? ¿Quiénes, dónde y por qué
la mataron? Por eso sostuvo, cada vez que escucho que hubo
un crimen pienso de inmediato en la policía. Siguiendo con
su línea de razonamiento interpretó que el encubrimiento
policial se gestó desde un principio y contó para ello con
la protección del gobierno de la provincia.
El juicio oral se reanudó ayer, luego que los miembros del tribunal
rechazaran el pedido de nulidad del proceso que había sido planteado,
la semana anterior, por los abogados de Kielmasz y González Pino,
quienes argumentaron que hasta hoy no existe una sola prueba que
incrimine a los acusados. En cierto modo, los testimonios de González
y Villar abonaron indirectamente esa interpretación de las defensas.
Ulises González recordó que luego de la separación
de la causa de la policía provincial, era la Federal la responsable
de la investigación. No obstante fue un grupo provincial, la llamada
Comisión Marchetti, el que obtuvo el supuesto plano del lugar del
hecho, confeccionado por Kielmasz cuando ya estaba preso en la Alcaidía
de General Roca. Un policía infiltrado, que se hizo
pasar por detenido, trabó amistad con el imputado y le hizo hacer
el croquis.
Esa fue la versión que le contó a González el gobernador
Verani en persona, durante una reunión realizada en la casa de
la familia, en febrero de 1998. En el encuentro, el mandatario venía
recibiendo quejas y reproches por la falta de novedades en el caso, hasta
que de repente, de un bolsillo, sacó el croquis como un mago saca
un conejo de la galera. Era una fotocopia del plano original y cuando
González se los mostró a la gente de la Federal, los investigadores
le dijeron que la prueba nunca había sido incorporada a la
causa.
Según Kielmasz, la comisión encabezada por el comisario
Néstor Marchetti lo obligó a realizar el croquis,
y para ello lo sacaron ilegalmente de la prisión. El arma homicida,
otra de las pruebas, fue aportada por el propio Kielmasz, quien fue hasta
el lugar donde estaba escondida, acompañado por González
y un abogado, sin intervención del juez. La legalidad de las pruebas
así obtenidas seguramente será motivo de controversia. El
marco fortaleció el escepticismo de Juan Villar: Cuando hay
un crimen no hay que pensar en los criminales, sino en la policía.
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