Soldados de Israel y la guerrilla palestina se enfrentaron ayer en un
duelo con bombas, el más violento y desigual de los últimos
meses. Y la Intifada empezó a parecerse más a una guerra.
Ayer por la mañana, después de que la artillería
israelí bombardeara a la población civil de Belén,
guerrilleros palestinos atacaron con fuego de mortero el asentamiento
de Atsmona, en el extremo sur de Gaza junto al gran enclave judío
de Gush Khatif, y provocaron heridas serias en una mujer y su hijo de
pocos meses. La respuesta no se hizo esperar. Durante la noche, el ataque
israelí se dirigió contra las fuerzas de seguridad palestinas
en la Franja de Gaza y dejó al menos 70 heridos. En este operativo,
por primera vez, el ejército israelí empleó misiles
tierra-tierra. Por su parte, un grupo disidente laborista busca una tregua
por separado con Arafat. Y la radio pública israelí anunció
una futura reunión de seguridad palestino-israelí, con presencia
de un funcionario de la CIA, según una iniciativa del secretario
de Estado norteamericano Colin Powell.
Según fuentes palestinas, en el ataque contra objetivos en las
ciudades de Gaza, Rafiah y Jan Yunes al menos 70 personas sufrieron heridas,
algunas de ellas de gravedad. Inmediatamente después del primer
ataque se interrumpió el suministro eléctrico en Gaza. Según
los primeros testimonios también se vio afectado el cuartel general
del presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Yasser Arafat,
cuya residencia en Gaza ya había sido dañada hace una semana
en un ataque similar. En Cisjordania, tanques blindados israelíes
lanzaron varios obuses contra un objetivo de la Fuerza 17 de Arafat, en
Betania, cerca de Ramalá.
Estos ataques se produjeron horas después de que palestinos dispararan
tres obuses de mortero contra la colonia judía de Atsmona, en el
sur de la Franja de Gaza, dejando dos israelíes heridos una
mujer y su bebé de diez meses informaron fuentes militares.
El bebé, alcanzado por fragmentos de obús en la cabeza y
la espalda, fue trasladado a un hospital de Beersheva, en el sur de Israel,
donde su estado fue calificado de crítico, informó
la radio militar.
Tras los ataques de los helicópteros israelíes, el primer
ministro israelí Ariel Sharon los justificó públicamente.
La Autoridad Palestina no hace nada para frustrar los ataques antiisraelíes
y no le deja otra opción a Israel que actuar de forma determinada
y sin descanso a fin de asegurar la seguridad de sus ciudadanos,
afirmó en un comunicado de la presidencia del Consejo israelí.
Por su parte, el secretario del Gabinete palestino Tayeb Abdel Rahim pidió
protección internacional al señalar que los árabes
y las fuerzas internacionales deben defender y proteger a los palestinos
frente a la agresión continua de Israel, que utiliza todas las
armas de las que dispone frente a los palestinos desarmados, según
declaró a la radio palestina.
Esta escalada de violencia ha reforzado la iniciativa de un grupo de parlamentarios
laboristas que, al margen de las alianzas institucionales que los atan
al partido nacionalista Likud en el gobierno de Unidad Nacional, han decidido
actuar por su cuenta e impulsar un proceso de negociación con Yasser
Arafat, planteando como primer objetivo el establecimiento de una tregua
entre israelíes y palestinos.
La iniciativa, iniciada en solitario por el diputado laborista Yossi Katz,
quien saltándose todas las prohibiciones viajó el lunes
a Ramalá para entrevistarse con Yasser Arafat, fue ayer secundada
por otros tres parlamentarios: Colette Avital de las filas laboristas
y Zehava Galon y Naomi Hazan, ambos de Meretz. La misión entraña
una crítica abierta a la política del gobierno de Unidad
Nacional, presidido por el radical Ariel Sharon y secundada por su ministro
de Exteriores Shimon Peres, quienes desde que se formó el Ejecutivo
han establecido como principio incuestionable que no habrá
negociaciones de paz, mientras no cese la Intifada.
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