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ENTREVISTA AL REALIZADOR EXPERIMENTAL CUBANO JULIO GARCIA ESPINOSA
“Hollywood se ha vuelto muy autoritario”

El director afirma que sólo renovando las formas del cine pueden modificarse los contenidos de las historias. De paso por Argentina, afirma que el desafío actual del cine es �devolverle la libertad al espectador�.

García Espinosa dirigió �Las aventuras de Juan Quin Quin�, que le valió la persecución de la dictadura de Fulgencio Batista.

Por Luciano Monteagudo

“Tenemos muchísimos amigos en Hollywood, a pesar de la violentísima contradicción en la que vivimos”, se ríe Julio García Espinosa, figura legendaria del cine cubano y uno de los padres fundadores del llamado “Nuevo cine latinoamericano”. Invitado por el Instituto Nacional de Cine para evaluar a los postulantes al llamado a concurso docente de la Escuela del organismo, García Espinosa (La Habana, 1926) disfruta también del reencuentro con Buenos Aires y se presta a una charla amplia con Página/12, sobre el cine de América latina en general y el suyo en particular, considerando que el director de Las aventuras de Juan Quin Quin puede ser considerado, sin temor a error, como el único realizador auténticamente experimental del cine cubano.
De esos amigos de Hollywood, García Espinosa –que en 1959 fue uno de los fundadores del Instituto Cubano de Artes e Industrias Cinematográficas (ICAIC) y en 1986 garantizó la concreción de la Escuela de San Antonio de los Baños– repasa muchos nombres, entre ellos los de Jack Lemmon, Gregory Peck, Robert De Niro, Oliver Stone, Harry Belafonte. Pero se detiene particularmente en dos, Francis Ford Coppola y Robert Redford. “De Coppola recuerdo el magnífico seminario que brindó en la escuela. También lo trajo a George Lucas y cocinó pastas para todos los alumnos, una cosa increíble. Pero nos dejó marcada una frase, que escribió como un graffitti sobre la pared de una de las aulas: ‘El arte nunca duerme’...” De Redford, a quien conoce bien por la colaboración que el Sundance Institute siempre le prestó al cine cubano, García Espinosa rememora un episodio en particular: “Estábamos haciendo un documental por el centenario del cine y le pregunté cuál era su ambición con respecto al cine de Hollywood y me contestó: ‘Quisiera que en mi país se hiciera un cine adulto’...”
Por si alguien tuviera dudas, García Espinosa se apresura a aclarar su pasión por las comedias musicales del período de oro de Hollywood, por los thrillers, por los westerns, por las comedias de los hermanos Marx y de Woody Allen. “El problema es que Hollywood se ha impuesto cada vez más y se ha vuelto autoritario. Ya la gente confunde las películas de Hollywood con el lenguaje cinematográfico y no lo entiende como una dramaturgia dentro de ese lenguaje. Para colmo, esa dramaturgia es cada vez menos eficaz desde el punto de vista estético y neutraliza toda posibilidad de reflexión o de experiencia crítica.”
Para García Espinosa, lo importante hoy es ver “de qué manera se le devuelve la libertad al espectador, cómo se recupera su espíritu crítico”, una aventura en la que el teórico y realizador cubano ya lleva invertido casi medio siglo de vida, desde que en 1955 su mítico corto documental El Mégano, realizado junto a su amigo Tomás Gutiérrez Alea, le valió la persecución política del régimen de Fulgencio Batista. “El cine del cual nosotros partimos fue el cine que se conoció como el Nuevo Cine Latinoamericano, en los años 60, con antecedentes en los 50, como lo que hacía Nelson Pereira dos Santos en Brasil o Fernando Birri aquí en Argentina”, repasa García Espinosa, formado en el Centro Sperimentale de Cinematografia de Roma, a la sombra de Cesare Zavattini. “El punto de partida había sido el neorrealismo italiano. Y ahí empezamos, al calor de una realidad muy estimulante. Se estaban produciendo cambios profundos en lo político, en lo social, en la esfera de las costumbres y todo esto potenciaba también los cambios estéticos. Pero paradójicamente, el cine latinoamericano alcanza su máximo esplendor cuando rechaza la influencia del neorrealismo. Siempre había una nutriente, una raíz en el neorrealismo, pero lo fundamental fue ese rechazo, muy visceral, que permitió abrir nuevos caminos”.
Algo de aquella fractura quedó expresado en un famoso manifiesto de García Espinosa publicado en 1968 y titulado Por un cine imperfecto: “En aquel entonces yo respiraba el ambiente que había, pensábamos que el mundo cambiaba a la vuelta de la esquina, que ya todo estaba resuelto. Tal esasí que esa especie de manifiesto termina diciendo ‘... el arte no va a desaparecer en la nada, va a desaparecer en el todo’. Porque pensábamos -y en esto aquel manifiesto creo no perdió vigencia– que la nueva tecnología, las cámaras de video que venían pisándonos los talones, iban a hacer posible lo que ya había logrado la fotografía: que todo el mundo se autoalfabetizara en el uso de las imágenes. Sintetizando mucho: todavía pienso que parte de la lucha esencial que un cineasta tiene para dar hoy en día es no sólo hacer explícito su punto de vista sobre la realidad, sino también hacer explícito su punto de vista sobre el cine”.
Desde sus films –La inútil muerte de mi socio Manolo (1989), El plano (1993), Reina y rey (1994)– García Espinosa también emprendió la reflexión crítica sobre el cine. “En 1967 hice la que considero mi primera película, a pesar de que tenía otras previas: Las aventuras de Juan Quin Quin. En el momento más dramático de la lucha armada en América latina, cuando muchos hombres estaban dando su vida por la liberación, yo hago una película sobre el tema, pero en tono de comedia. Para muchos fue una irreverencia, una falta de respeto, pero el pueblo cubano se sintió completamente identificado, al punto que vieron la película más de tres millones de espectadores. Esa película me demostró que desde un pensamiento de izquierda no había que replantear solamente los contenidos sino también, y por sobre todo, las formas de comunicación con el espectador, ver de qué manera se pueden cuestionar los códigos preestablecidos y las dramaturgias tradicionales. No existe una posibilidad de renovar los contenidos si no renovamos también las formas”.

 

Jodie Foster embarazada

La estrella de Hollywood Jodie Foster, actriz y directora, está embarazada por segunda vez a la edad de 37 años. La revista estadounidense People afirma en su nueva edición que la actriz se lo comunicó en exclusiva a la columnista Liz Smith y, al igual que en la primera ocasión, no reveló el nombre del padre de su futuro hijo. Foster, ganadora del Oscar a la mejor actriz por El silencio de los inocentes, ya tiene un hijo de dos años llamado Charlie. La identidad del padre del niño es mantenida en secreto. Según People, el gran desconocido es también el padre del nuevo hijo que dará a luz previsiblemente a principios de enero. Hasta junio, Foster seguirá actuando en el rodaje de The panic room”, papel que había aceptado después de la retirada por motivos de salud de la australiana Nicole Kidman. Precisamente, Kidman apareció en la tapa del periódico sensacionalista británico Star, que aseguró que la actriz acaba de perder un bebé engendrado antes de su separación del actor Tom Cruise. “Es una época muy dolorosa. Ahora intento tomar cada día como llega”, dijo al diario la actriz australiana de 38 años, que en mayo aparecerá en Moulin Rouge, de Baz Luhrmann.

 

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