Por Diego Fischerman
Para Estados Unidos, en los
40, modernidad y mercado eran dos caras de una misma moneda. Se
fabricaban y se usaban productos modernos, se publicitaba
el estar en la última y los productos comerciales,
por lo tanto, trataban de ser innovadores. Se tratara de heladeras, autos,
películas o bandas de música bailable, todo debía
ser sorprendente. Algunos films industriales de esa época tienen
rasgos que hoy podrían identificarse sin dificultad con la vanguardia.
Y algunas de las big bands que trabajaban todos los días en salones
de baile de la Costa Oeste o de Nueva York suenan de una manera que el
adocenado jazz moderno de los jóvenes norteamericanos de hoy juzgaría
revolucionaria. Y es que lo era. La reciente edición por parte
de Blue Note a precio medio y distribuida localmente por EMI
de registros realizados entre 1950 y 1952 por la orquesta de Stan Kenton
no hace más que actualizar la cuestión. Además, claro,
de brindar un pretexto inmejorable para descubrir (o redescubrir, según
sea el caso) una de las bandas de jazz más extraordinarias y atípicas
de la historia.
El nombre del nuevo CD (y es nuevo porque estas grabaciones históricas
nunca se habían publicado juntas) es Easy Go. Los arregladores
son el propio Kenton, el notable Pete Rugolo, Shorty Rogers, Gene Roland,
Johnny Richards y Bill Russo. Los solistas incluyen a Art Pepper, Lennie
Niehaus (quien luego se convirtió en músico oficial de Clint
Eastwood) y Bud Shank en saxo alto, a Pete Candoli, Conte Candoli y Maynard
Ferguson en trompeta. En la base puede escucharse al soberbio Shelly Manne
en batería (el trabajo en Love for Sale es prodigioso).
Y el tono general es el de una especie de jazz latino (ése era
el berretín de Kenton en ese momento) con disonancias, contrapuntos
y elaboraciones rítmicas más dignas de música de
concierto que de canciones bailables.
Una frase del propio Kenton, un pianista nacido en 1912 en Wichita que
lideraba sus propias bandas desde 1940, resulta clara: El jazz es
como la vida; puede orquestarse, puede estar fuera de tiempo, puede escribirse
en cualquier momento, arreglarse de acuerdo a cualquier moda, usar cualquier
clase de coloración y timbres. El jazz es, en primera instancia,
más un sonido que un ritmo en especial. El jazz puede mover a la
gente antes que una música sinfónica. Y es, por supuesto,
una música menos sutil. Por eso yo creo que hay un nuevo jazz,
una nueva música que llega en el momento preciso. Lo nuestro es
el jazz progresivo. Que uno de los primeros temas que
Kenton grabó en su carrera haya sido una especie de minisuite de
su propia autoría llamada Etude for Saxophones (registrada
en Los Angeles el 1º de noviembre de 1940) y que una de las más
famosas se titule Artistry in Rhythm (grabada también
en Los Angeles, el 19 de noviembre de 1943) pone en escena, en todo caso,
que para Kenton se trataba mucho más que de música de entretenimiento.
Kenton, quien grabó además un disco maravilloso acompañando
al piano a su mujer, la gran cantante June Christy, se deslumbraba con
la modernidad y, a veces, compraba buzones. No todo lo que grabó
es genial. Entre lo nuevo muchas veces había disparates
(como su delirante versión de El Choclo de Villoldo,
registrada en 1942, a la que el tiempo transcurrido terminó convirtiendo
en simpática). Pero dos o tres de sus discos incluyen mucho del
mejor jazz tocado por una big band en todo el siglo XX: Easy Go, junto
con el extrañísimo City of Glass (1947, 1949, 1950/3), dedicado
a composiciones de Bob Graettinger (una especie de nuevo Charles Ives
fanático de Kenton que escribía pensando especialmente en
cada instrumentista de la banda), el fantástico doble The Innovations
Orchestra (1950/1, con June Christy como cantante en varias de las tomas
y una formación similar a la de Easy Go), The Ballad Style of Stan
Kenton (1958) y Standards in Silhouette (1959). La prehistoria, de 1940
a 1944 (incluyendo El Choclo, obviamente), puede escucharse
en el primer volumen que le dedica el sello Classics, donde sus grabaciones
de esos años aparecen ordenadas cronológicamente.
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