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COLIN POWELL LAMENTO EL ACCIDENTE, PERO NO PIDIO DISCULPAS A CHINA
Cuando interviene el policía bueno

Acorralados por la negativa china a devolver sin compensaciones el avión espía EP-3 y sus 24 tripulantes, George W. Bush y el secretario de Defensa Donald Rumsfeld dejaron la iniciativa al secretario de Estado.

Colin Powell deplora la muerte del piloto chino, pero todavía no pide disculpas.

Después de un relativo protagonismo en el manejo de la crisis del avión espía en China, ayer George W. Bush dio un paso atrás y dejó que sus subordinados fueran los que definieran posiciones hacia Pekín. El cambio era inevitable. Es que la oposición china a devolver, sin nada a cambio, al EP-3 y los 24 tripulantes que retienen en la isla de Hainan significó que la Casa Blanca debía necesariamente adoptar actitudes más moderadas para salir de la crisis. El encargado de jugar el rol de “blando” fue, como siempre, el secretario de Estado Colin Powell, quien declaró que “lamento el accidente y que un piloto chino perdiera la vida”. Pero aclaró que esto no constituía una disculpa, lo que Pekín pide como condición mínima para liberar a los norteamericanos, y enfatizó que “debemos seguir adelante”. Fuera del Departamento de Estado, el giro conciliatorio de la Casa Blanca era aun menos aparente. El portavoz de Bush, Ari Fleischer, afirmó combativamente que “no tenemos ningún motivo para disculparnos” y que no suspenderá los vuelos espía. No era razonable pensar que estas señales cruzadas conciliarían a China, y efectivamente no lo hicieron. El presidente chino Jiang Zemin reiteró impertérrito su pedido de disculpas.
Así, por grados, la administración Bush está abandonando su ecuanimidad inicial hacia la crisis. La división de funciones dentro del gobierno hacia inevitable que fuera Powell el que hiciera el primer gesto diplomático hacia China. En cierto sentido esto era injusto, ya que esa misma división significó que él no estuvo involucrado en ningún aspecto del desastroso vuelo espía del domingo, que estaba bajo jurisdicción militar, y por tanto bajo el Departamento de Defensa de su archienemigo Donald Rumsfeld. Si bien este último parecería tener la responsabilidad primaria por la crisis, ahora sólo debe ocuparse de los aspectos estrictamente militares, lo que en los hechos se tradujo ayer en una escueta declaración de que estaba “satisfecho por la buena salud y buen ánimo de los 24 hombres y mujeres de la tripulación”. Powell, inevitablemente, fue el que tuvo que hacerse cargo.
El secretario de Estado, sin embargo, no se alejó mucho de la actitud prescindente y relativamente intransigente del resto de la Casa Blanca. Su declaración de ayer, por ejemplo, fue al margen de un encuentro con el rey Abdalá de Jordania, y poco después se informó que la semana que viene realizaría una gira por los Balcanes y luego a París. Anteayer había celebrado una cumbre en Key West entre las repúblicas del Cáucaso de Armenia y Azerbaiján. Al insistir en sostener esta distancia respecto a la crisis en el mar del sur de China, no podía esperarse que la declaración de Powell ofreciera mucho. “Están abiertos todos los canales posibles para hablar con la parte china e intercambiar posiciones”, subrayó para contrarrestar a quienes critican a la Casa Blanca de inmovilismo. Dirigiéndose a Pekín, Powell hizo su única concesión: “Quiero expresar que lamento este trágico accidente y que un piloto chino haya perdido la vida”. Pero inmediatamente después equilibró su tenue gesto. “Fue un accidente que ocurrió sobre espacio aéreo internacional (y no sobre el chino)”, enfatizó, y agregó molesto que “nuestros tripulantes están actualmente incomunicados, en circunstancias que no encontramos aceptables”.
En justicia, la actitud general de la Casa Blanca no le daba mucho margen de maniobra a Powell. Ayer Bush se mantuvo en silencio, lo que rompió la secuela de un mensaje público por día que había comenzado el lunes. Pero su portavoz, Ari Fleischer, suministró datos abundantes sobre cómo pensaba su jefe. En principio, no habría ninguna disculpa, “no entendemos por qué deberíamos hacerlo; el avión chocó en aire internacional, y la ley internacional es clara: tenemos el derecho de volar allí”. Al mismo tiempo, el sector militar norteamericano operaba en los medios para que nadie sugiriera la posibilidad de suspender los vuelos. “Hasta donde yo sé, no suspenderemos los vuelos: ganamos mucho de esas misiones de vigilancia y reconocimiento marítimo alrededor del mundo, cualquier información es útil”, remarcó el portavoz del Pentágono,almirante Craig Quigley. Al mismo tiempo, el analista Tim Brown explicaba que era imposible reemplazar los aviones espía con el mayor uso de satélites. Fuentes del Pentágono aseguraron también que la tripulación del EP-3 en China había logrado destruir el material secreto del avión.
Nada de esto ayudaba la situación de los norteamericanos en China. El embajador allí, Joseph Prueher, fue convocado al Ministerio de Relaciones Exteriores, donde el canciller Tan Jiaxuan se quejó de la “arrogancia norteamericana” y le advirtió que “el pueblo chino está sumamente descontento”. El embajador chino en Washington, entrevistado por la CNN, valoró la declaración de Powell como “muy importante”, pero insistió en que “la parte norteamericana debe admitir su responsabilidad y presentar disculpas a la parte china”. Es una posición sin resquicios en Pekín, desde el presidente Jiang Zemin hacia abajo.
Esto suscita la pregunta de qué puede ofrecer Washington antes que su humillación. Una hipótesis cada vez más presente en los medios es la de una cancelación o limitación de la venta de armas a Taiwán. Consciente del peligro, el gobierno de Taipei pidió ayer a la Casa Blanca que “no sacrifiquen los intereses de nuestro país para solucionar la crisis”.

 

Claves

En el primer gesto conciliador de la Casa Blanca desde el comienzo de la crisis, ayer el secretario de Estado norteamericano Colin Powell lamentó públicamente que un piloto chino hubiera muerto cuando su caza chocó con el EP-3 norteamericano que ahora está retenido en la isla de Hainan.
Pero Powell no presentó disculpas, ni dijo que suspendería los vuelos espía, por lo cual Pekín mantuvo estos dos puntos como demandas mínimas para la liberación de los 24 tripulantes norteamericanos arrestados.
Y Powell era el más conciliador. El portavoz de George W. Bush insistió en que “no hay razón” para una disculpa, y el Pentágono señaló que los vuelos espía en la región eran vitales e irremplazables.

 

Así lo ven desde ambos lados

En China

“Los ciudadanos de Shanghai creen que el gobierno ganará amplio apoyo y simpatía de los pueblos del mundo, y mantendrá la estabilidad necesaria para la reforma económica, tanto en el extranjero como en el país.”
Wen Hui Bao (el diario oficial de Shanghai)
“Se ha impuesto una severa vigilancia para asegurar la seguridad del avión espía. Una horda de reporteros occidentales inundó el área. Algunos periodistas de Hong Kong se niegan a trabajar al lado de ellos, queriendo preservar su ventaja de hablar chino.”
(Global Times, tabloide semanal popular)
“La fría respuesta de Washington hacia la difícil situación del piloto chino es indicativa del doble mensaje que Estados Unidos adoptó sobre los derechos humanos. A los ojos de Washington, las vidas de sus ciudadanos son más valiosas que cualquier otra.”
(China Daily, diario en idioma inglés)
“Como todo el asunto ocurrió en la zona económica exclusiva de China, resulta fácil ver que China es la parte agraviada... y el país tiene total jurisdicción incluyendo el derecho a conducir una investigación.”

(Xinhua News, (website de la agencia de noticias oficial china)

En EE.UU.

“El mito más peligroso de la administración Bush es que su política exterior está guiada por conservadores competentes (ya que no compasivos), cuya belicosidad está igualada sólo por su realismo. La inquietante verdad es que los miembros de la facción dominante alrededor de George Bush, son, como él, seres vacilantes, congelados en una era pasada.”
(Joe Conason, en el New York Observer)
“La guerra no es inevitable, pero tampoco lo es la paz. Si Pekín elige o no seguir el camino tomado por los imperios de ayer, es algo sobre lo que tenemos poco control. Pero si nosotros los llevamos por ese camino, ya es una elección nuestra. Una segunda guerra fría es preferible a otra guerra real en Asia.”
(Alan Dowd, en el Washington Times)
“Algo bueno puede resultar del incidente si logra que Bush examine la relación Estados Unidos-China. Donde (Clinton) hablaba de China como de un socio estratégico, Bush habla de un competidor estratégico. No es ni lo uno ni lo otro, es ambas cosas.”

(Dallas Morning News)

 

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