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DONALD EVANS, SECRETARIO DE COMERCIO DE EE.UU., DEFINE EL ALCA
“Gozar la prosperidad americana”

El hombre de la administración
Bush (hijo) encargado de impulsar
el ALCA prometió que esa iniciativa distribuirá bonanza en el continente, pero adelantó que los subsidios al sector agropecuario no se discutirán.

Donald Evans en su encuentro
con el ministro Domingo Cavallo.

Por Claudio Scaletta

Aunque reclamó que no se construya “un muro alrededor de las naciones”, el secretario de Comercio de Estados Unidos, Donald Evans, sostuvo que las medidas paraarancelarias y los subsidios al sector agropecuario no entrarán en las discusiones del ALCA “para no empantanar las negociaciones con cuestiones específicas”. Además dijo que los gobiernos “no pueden hacer nada por el crecimiento”. Su función debe limitarse “a crear el clima adecuado para las inversiones”. Al momento de las buenas intenciones expresó que el ALCA se propone, a partir del 2005, que “todos los países del continente americano gocen de la prosperidad que el libre comercio trajo a Estados Unidos”.
Con estas pocas palabras, el hombre de George W. Bush sintetizó el espíritu de la propuesta estadounidense de conformar un área de libre circulación de capitales y mercancías para todo el continente americano. Algo que Julio Werthein, presidente del VI Foro Empresarial de las Américas –que ayer agasajó a Evans con un almuerzo–, caracterizó “como la promesa regional más importante desde el sueño bolivariano”.
Sin embargo, el ALCA es otra cosa que difícilmente pueda asimilarse a los sueños independentistas normalmente asociados con el prócer sudamericano. Su efecto inmediato es la eliminación de la capacidad de regulación estatal en todo lo relativo a movimientos comerciales y aranceles. No obstante, en la Argentina muchas de estas herramientas, con excepción de las políticas arancelarias del Mercosur, ya no se utilizan. La ley de inversiones extranjeras de 1992 prácticamente no introduce restricciones al capital extranjero. Los movimiento de capitales y servicios financieros ya están liberalizados. El único “rezago” son las políticas del Mercosur. En este marco, el ALCA, además de vaciar de contenido a la Unión Aduanera, lo que hace es crear una suerte de normativa supranacional que vuelve irreversibles las modificaciones a las que se llegó.
En cuanto a sus consecuencias sobre la producción es difícil percibir quiénes serían los beneficiarios. Aun en sectores como exportación de alimentos, donde existen ventajas comparativas, la existencia del ALCA elevaría las importaciones al 30 por ciento de la producción local.
Si las ventajas son el aumento del comercio por la disminución de aranceles, esto también conviene a Estados Unidos, que tiene un arancel medio del 4 por ciento frente al 12 de América latina.
Para algunos analistas, el ALCA podría generar una ventaja inesperada. La completa desregulación de las inversiones extranjeras significaría, para las privatizadas proveedoras de servicios públicos, una competencia que podría inducir a la baja de las tarifas. Sin embargo, la experiencia histórica muestra que en mercados por naturaleza oligopólicos no se compite por precio.
A pesar de su discurso aperturista, el secretario Evans no se refirió a otras restricciones que afectan a la región, como las barreras paraarancelarias y los subsidios que países como Estados Unidos aplican en su sector agrícola. Cuando se le preguntó sobre estas medidas, Evans señaló que prefería “no empantanarse en cuestiones muy específicas”, aunque aclaró que se aseguraría “que todos los temas estén en la mesa de negociaciones”. En el Nafta, el tratado de libre comercio entre México, Estados Unidos y Canadá, que será el modelo del ALCA, estas cuestiones quedaron excluidas. Cuando Página/12 preguntó a Evans sobre cuáles serían los beneficios concretos de la liberalización para Estados que, como la Argentina y Brasil, tienen estructuras industriales más complejas que otras naciones del área, la respuesta se limitó a la descripción de las bondades del libre cambio y al ingente ingreso de capitales que provocaría.

 

Escándalo

El Consejo Latinoamericano de Iglesias calificó al ALCA como “el mayor escándalo ético posible en el campo económico”. A través de un comunicado que lleva la firma del secretario regional de la entidad, el pastor metodista Juan Gattinoni, el Consejo consideró que el ALCA lleva “a que crezca la pobreza de las grandes mayorías y simultáneamente crezca la acumulación de bienes y la ostentación en el estilo de vida de una pequeña minoría”. Finalmente, la entidad pidió “la concreción de modelos de desarrollo sustentables y centrados en un desarrollo humano integral”.

 

EMPRESARIOS VOLCADOS AL MERCADO INTERNO
La UIA prefiere el Mercosur

El titular de la Unión Industrial Argentina (UIA), Osvaldo Rial, aseguró que en las negociaciones del ALCA “si no se logra un acuerdo justo y equilibrado se va el destino de la industria”. Así, salió a expresar la posición de los empresarios industriales volcados al mercado interno, que temen que la zona de libre comercio americana termine aplastando a las fábricas locales.
El titular de la central fabril advirtió que “lo poco que queda de la industria nacional se puede diluir si no se logra una buena negociación” y señaló que en ese caso “los sectores productivos de mayor valor agregado podrían resultar más perjudicados”. Para Rial, Argentina “primero tiene que resolver sus problemas internos de competitividad, después su relación con el bloque del Mercosur, y por último buscar su integración al mundo”. De lo contrario, “vamos a ir a esta negociación en inferioridad de condiciones”, aseguró.
En cambio, el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, planteó una visión mucho más optimista. “El proceso de integración del Area de Libre Comercio de las Américas generará un incremento de inversiones externas, una mayor disciplina en materia arancelaria, nuevas oportunidades de empleo y una mejora en el acceso a los mercados para los productos agrícolas”, afirmó.
Aunque reconoció que es necesario “la participación amplia de todos los sectores sociales involucrados en el proyecto de integración” y dejó en claro que “la Argentina va al ALCA por la vía del Mercosur”.
Rial, por su parte, insistió en que Argentina “tiene que recrear su aparato productivo” y señaló que el país necesita “reindustrializarse”. Desde la perspectiva del dirigente de la Unión Industrial Argentina, el camino para lograrlo es el Mercosur. Pero advirtió que la situación del bloque regional “es igual a la de un año y medio atrás”, por lo que consideró que es necesario “un re-relanzamiento”.
Finalmente, el titular de la UIA criticó que no hay una posición clara en el Gobierno sobre cómo encarar las negociaciones en el ALCA. “Hay una confusión total. Dentro del Gobierno hay distintos caminos que son contrapuestos. Primero se dice un cosa y después otra”, resaltó Rial en referencia a declaraciones del canciller Adalberto Rodríguez Giavarini, por un lado, y Domingo Cavallo, por otro. “La posición que nosotros sostenemos desde la UIA es la que adoptó en un principio la Cancillería: fortalecer el Mercosur y de ahí negociar el ALCA”, concluyó.

 


 

El Mercosur aún sigue respirando

La marcha atrás de Argentina a la eliminación de aranceles a celulares y bienes informáticos aflojó las tensiones con Brasil.

Fernando Henrique Cardoso,
presidente de Brasil, se puso firme.
Recibió a Jospin en Brasilia y envió a
un ministro a Buenos Aires.


Las tensiones bilaterales al interior del Mercosur entre Brasil y Argentina experimentaron ayer un breve respiro luego de que, tras la reunión de Domingo Cavallo con su par brasileño de Industria y Comercio, Alcides Tapias, Argentina diera marcha atrás en su decisión de aplicar un arancel cero a los productos de telecomunicaciones e informática. La tensión que no desapareció es la de las desconfianzas mutuas respecto de la negociación del ALCA, una alianza que vaciaría de contenido a la Unión Aduanera regional. Desde Roma, Fernando de la Rúa hizo un llamado para “fortalecer y revitalizar el Mercosur, un proyecto estratégico muy importante para nosotros”. Para disipar dudas, el Presidente agregó que “le he comentado al Santo Padre que ésta es una de nuestras fortalezas”.
En medio de las declaraciones optimistas de Domingo Cavallo, quien aseguró que el Mercosur se “está revigorizando”, y los reclamos de Brasil por las medidas arancelarias argentinas, ayer las tensiones se aflojaron. “Yo creía que los bienes de informática y de telecomunicaciones eran bienes de capital, por eso los bajamos a cero”, reconoció Cavallo con atípica ingenuidad. Estos productos representan dos sectores vitales para la industria brasileña. El arancel cero para tales mercancías no había sido comunicado por Cavallo en la visita relámpago a Brasilia de hace dos semanas, adonde viajó en busca de apoyo para su gestión.
Desde el 28 de marzo pasado, Argentina no cobra aranceles a los bienes de capital procedentes de los países fuera del Mercosur. Antes de la decisión, estos bienes estaban gravados con tasas de entre 10 y 14 por ciento. Tras negociar con Brasil a raíz de sus fuertes reclamos, Economía anunció que la medida ya no correrá para informática y telecomunicaciones. Las restantes disposiciones, 0 por ciento para los demás bienes de capital y 35 por ciento para bienes de consumo –consideradas de carácter extraordinario–, se mantendrán vigentes hasta diciembre de 2002.
Pero las diferencias entre los dos socios tienen una base más estructural: las asimetrías de costos provocadas por las diferencias de tipo de cambio. Las rencillas periódicas influyeron en la falta de una estrategia común de negociación frente al ALCA, una alianza que de hecho significaría la licuación de las ventajas del Mercosur. Los empresarios brasileños que asisten al VI Foro Empresario de las Américas describieron la relación de Argentina con el ALCA con cierta ironía. “¿Qué puede exportar Argentina hacia Estados Unidos? ¿Petróleo, trigo, automóviles, repuestos para coches, productos de informática?”, se preguntaron.
Sergio Abreu, ministro de Industria del Uruguay, recurrió al título de la novela del brasileño Jorge Amado Doña Flor y sus dos maridos para sintetizar la estrategia de alianzas internacionales del Mercosur. “Todavía no sabemos con qué marido quedarnos; Vadinho o el boticario”, graficó en referencia al ALCA y a la propia Unión Aduanera.
Ante las medidas arancelarias argentinas, la duda es si el Mercosur continuará siendo una Unión Aduanera imperfecta con un arancel externo común a todos sus socios o una zona de libre comercio que facultará a la Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay a negociar libremente sus acuerdos y en forma bilateral. Abreu también indicó que, en los hechos, el Mercosur no se extendió y cada país negoció sus acuerdos solitariamente. “En definitiva, no hemos logrado nada”, se quejó.
Desde Roma, De la Rúa admitió que con Brasil “hay un problema con la suba de aranceles”, pero “si hay problemas, no hay inconvenientes para que estas cosas se resuelvan”. El Presidente también dijo que se comunicó con su par brasileño, Fernando Henrique Cardoso, y que éste le dijo que “la restricción al ingreso de granos (a Brasil por la aftosa) no tiene fundamento”.

 

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