Por Eduardo Tagliaferro
No hay que cambiar de Cavallo
en medio del río, es la única opción política
que el ex vicepresidente Carlos Alvarez vislumbra para el Frepaso. Hay
que seguir colaborando para que haya reactivación económica.
Todo lo que sea ampliar las bases de representación será
bienvenido, dijo Alvarez a la prensa cuando se le preguntó
si su fuerza aspira a ocupar un nuevo puesto en la futura reestructuración
ministerial que estudia el gobierno de Fernando de la Rúa. La respuesta
muestra por sí sola el dilema que atraviesa su fuerza: si las iniciativas
del superministro son exitosas y logra sacar a la economía de tres
años de recesión, al no participar del Gobierno, los frentistas
no capitalizaran los buenos momentos.
El discurso chachista no da cuenta de la dimensión real de la interna
que vive su fuerza, ya que cuando nuevos frepasistas se sumen al Gobierno,
el grupo rebelde abandonará definitivamente el partido, tal como
afirmó a este diario un importante dirigente disidente del grupo
rebelde. En este caso la fractura tendrá mayor importancia que
la sangría que viene soportando la agrupación (ver aparte).
Aunque Alvarez viene insistiendo en que no se trata de aparecer disputando
cargos, ayer entrevió esa posibilidad. Si hay una decisión
de ampliar las bases de sustentabilidad, nosotros somos parte de la Alianza,
fue la respuesta que entregó el ex vicepresidente antes de ingresar
al seminario que con el título Perspectivas y expectativas
de cambio político en Argentina realiza la Facultad Latinoamericana
de Ciencias Sociales (Flacso).
Se percibe un camino, opinó a la hora de analizar las
iniciativas económicas propuestas por el ex ministro de Carlos
Menem. Hasta hace poco era un herejía discutir políticas
de reactivación, de incentivo a las economías regionales
y de promoción de algunas actividades, desgranó para
fundamentar su mirada optimista. Antes había afirmado que, si las
medidas propuestas por Cavallo fracasaban, el peor costo lo pagarán
los más humildes, pero sobre todo los sectores medios.
En las respuestas de Alvarez a la prensa sobresalían definiciones
como mirar para adelante y defender el interés
nacional. Con la primera de ella, Alvarez hizo referencia a que
los disidentes de su agrupación se quedaron con el Cavallo
de los 90. Cuando un cronista presente le recordó que sus
afirmaciones se parecían a la frase se quedaron en el 45
que solía utilizar el ex presidente Carlos Menem para desacreditar
al incipiente grupo de los ocho que había roto con el peronismo
y que lo tenía a Chacho como su dirigente más reconocido,
el titular frentista respondió que el 45 no son los
90.
La pregunta produjo un cambio en el discurso de Alvarez. A partir de ahí
recordó que en los 90 su fuerza combatió la corrupción
y denunció los aspectos más oscuros de la década
menemista, entre ellas las privatizaciones de empresas del Estado. No
se privó de afirmar: Yo defendí la estabilidad monetaria,
lograda por Cavallo con la convertibilidad.
¿Cavallo no tiene que ver con la corrupción de las
privatizaciones? preguntó otro cronista.
Por supuesto fue la primera frase de Chacho. Luego comenzó
a enumerar algunas de las desprolijidades que rodearon la venta de las
empresas estatales. Así recordó la privatización
de Gas del Estado y su escandalosa aprobación con el voto del diputrucho.
Otras se hicieron bien, dijo, y reivindicó la privatización
de la electricidad.
No estamos diciendo que acordamos con lo que pasó en los
90, dijo volviendo tenuemente sobre sus pasos luego de recordar
algunos de los hechos que marcaron la década menemista.
A esa altura, Alvarez se permitió cierta distancia con Cavallo
y mostró su rechazo a las declaraciones del superministro cuando
visitó la Cámara de Senadores y, en un virtual indulto a
las investigaciones sobre lospresuntos sobornos, les dijo a los senadores
peronistas que no hay que judicializar la política.
El ex vice se animó y dijo: No comparto sus dichos. Me parece
un exabrupto. Incluso fue un paso más allá y reivindicó
las investigaciones por el tema de lavado de dinero. Necesitamos
saber que pasó con los 4500 millones de pesos que salieron del
país, dijo Alvarez en referencia a las dudosas triangulaciones
financieras que pasaron por el Citibank, el Banco República y el
Federal Bank, perteneciente al ex banquero Raúl Moneta.
Estos temas no tienen que desaparecer de la agenda política,
concluyó Chacho. Pero no están en la agenda de Cavallo,
le recordó un periodista. A esa altura Alvarez se encaminaba a
encontrarse con los cursantes al posgrado. Igual tuvo tiempo para afirmar
que en lo personal se inclinaría por no incluir al
partido de Cavallo en las futuras listas de la Alianza.
Aunque aclaró que ésta será una decisión de
los partidos que integran la coalición. Alvarez sigue apostando
al Mingo, porque en privado reconoce que es esto o el default.
Minutos más tarde, frente a los estudiantes de Flacso admitiría
el fracaso de la Alianza y aclararía que se puede estar peor,
ya que en virtual cesación de pagos los organismos internacionales
colonizarían la educación y la salud. Frente a su auditorio,
el ex vice reconoció dicho fracaso en el terreno económico
y también en el institucional. En ese contexto fue un poco más
duro con los frentistas disidentes sobre quienes dijo que no supieron
distinguir entre la cultura de la resistencia y la de ser gobierno. Están
muy cómodos tirando pilas desde las bancas, lapidó.
OPINION
Por Eduardo Aliverti
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La foto
Las fotos tienen esa ventaja sobre las palabras y las imágenes
filmadas. Hay excepciones, claro, pero la forma en que captan un
momento, un símbolo, una situación, está destinada
a quedar fija en la memoria con mucha mayor seguridad que la que
ofrecen otros recursos.
Esa foto de De la Rúa con Balbo y Batistuta, con la que este
diario ilustró la portada del miércoles pasado, tiene
una potencia conceptual impresionante. No en vano levantó
tanta polvareda, aunque conviene separar algunos tantos para evitar
razonamientos frívolos. La cuestión no pasa por el
mero episodio de encontrarse unos minutos con un par de jugadores
de fútbol, o con Valeria Mazza, como si el hecho de ser Presidente
conllevara la privación de darse gustos personales. Tampoco
está mal que el jefe de Estado se tome unos días de
vacaciones en Roma. Lo que sí es una afrenta ética
para el conjunto de la sociedad es que, en lugar de decir las cosas
como son, hayan pretendido vender el viaje como de trabajo.
Lo peor llegó después, cuando Aíto mutó
de hijo a vocero oficial explicando que el viejo está
trabajando como loco. Una muestra patética de conciencia
culposa. Si en medio de una gira hay que salir a explicar que se
está trabajando, es porque no se está haciendo nada.
A Cavallo, sin ir más lejos, nadie le preguntaría
qué hace en el norte americano porque es obvio que vive de
reunión en reunión con los dueños del país.
En todo caso, hubiera correspondido cuando era diputado y casi nunca
pisó siquiera una comisión. Pero no cuando está
en su salsa ejecutiva. La salsa de De la Rúa, en cambio,
es el gusto monárquico.
Vivirían para eso, él y Doña Inés. Para
encuentros de beneficencia, reparto de juguetes, paseos por jardines,
cónclaves con otras figuras decorativas del mundo sobre el
futuro ambiental del planeta y así. Con los hijos ya grandes
en andanzas para Caras. Y la ejecución conservadora propiamente
dicha en manos de algún tifón como Cavallo,
que le vino a sacar de encima la anomia de Machinea, la bestialidad
impresentable de López Murphy y la molesta hibridez de Chacho.
He ahí lo preciso de la foto con Balbo y Batistuta como casi
único sentido del traslado a Roma, además del besamanos
con el Papa, y el contraste con Cavallo ejerciendo el poder real.
La política rendida a los pies de la economía, o la
economía aprisionando a una política rendida a los
poderosos. Como lo expresó en su columna del martes en este
diario el diputado Alfredo Allende, de la Alianza (?), en su penoso
señalamiento de que por ahora, no hay otra. Cómo
habría de haberla, claro, si los que se dicen progresistas
viven para traicionar y, en lugar de hacer algo, le echan la culpa
de la realidad al Espíritu Santo.
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