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ASALTARON Y GOLPEARON A DIEGO ARNEDO
El susto del siglo

El bajista del trío Divididos se repone en su casa de la golpiza que le propinó un hombre que luego le robó su auto. Después de eso, el trío suspendió el show que iba a concretar mañana en La Plata.

En el momento del asalto, Arnedo
volvía del show de Maceo Parker.
“Dame el auto o te mato”, le dijo el
ladrón antes de golpearlo.

Por Roque Casciero

El bajista del grupo Divididos, Diego Arnedo, sufrió el susto de su vida, cuando un hombre que le robó su auto lo golpeó duramente, provocándole heridas que obligaron a su hospitalización. Como consecuencia del incidente, el concierto que el grupo iba a brindar mañana en La Plata fue postergado y Arnedo cumple reposo absoluto en su casa de Hurlinghan. “Esto no sólo le pasa al bajista de un grupo de rock; esto es lo que le ocurre hoy a cualquier ciudadano a cualquier hora, en cualquier barrio y por cualquier motivo. El mensaje para la gente es que se cuide y que cuide a su familia para que no le roben la paz, que es lo más importante que tenemos”, dijo ayer el ex integrante del grupo Sumo cuando se decidió a hacer público el incidente ocurrido en la madrugada del lunes.
El domingo por la noche, después de asistir a un concierto del saxofonista Maceo Parker, Arnedo se dirigió a Parque Patricios, donde vive la madre de su novia. Allí, en Maza al 2100, fue víctima del asalto. El músico sólo alcanzó a ver a un hombre, que le apuntaba con un arma y le decía: “Dame el auto o te mato”. El bajista esbozó una protesta verbal. El asaltante, entonces, usó su arma para golpearlo, lo que le produjo fracturas en la nariz y varias contusiones. Tras eso, huyó a bordo del Alfa Romeo del artista. Ensangrentado, dolorido e indignado, el músico fue trasladado poco después al cercano hospital Pena y luego al sanatorio Colegiales. Ahora se encuentra en su casa de Hurlingham, donde debe guardar reposo.
“Perdí la tranquilidad; empecé a tener miedo”, dijo ayer el músico en una entrevista radial, que concedió, según aclaró, como una manera de avisarle “en persona” a los fans sobre la postergación del show. En la entrevista, Arnedo reiteró que a cualquiera puede sucederle algo semejante y explicó que, más allá de los golpes, lo más grave le parecen la impotencia y la sensación de inseguridad que provocan hechos así. “Hoy a la mañana me levanté, me miré en el espejo y vi la cara de la realidad”, afirmó.
La salud de Arnedo ya había sido el motivo de una postergación de un show del grupo: en 1998, poco antes de tocar en el ciclo Buenos Aires Vivo II, una pancreatitis aguda edematosa lo mandó a terapia intensiva durante cinco días e hizo temer seriamente por su vida. “Volví del más allá, estoy como Víctor Sueyro”, se rió después de la recuperación. Cuando el trío –que completan el cantante y guitarrista Ricardo Mollo y el baterista Jorge Araujo– finalmente estuvo en condiciones de tocar, ofreció un show demoledor, como varios de los que concretó luego de editar el año pasado su sexto disco de estudios Narigón del siglo.
No es la primera vez en los últimos años que un rockero sufre un ataque brutal durante un robo: la madrugada del 4 de setiembre de 1994, el también bajista Micki Rodríguez (Los Piojos) recibió un balazo en el pómulo derecho. Fue en Ciudad Jardín, el barrio de El Palomar donde vivía. “En eso veo que venían tres pibes hacia nosotros; parecían chicos de 18 o 20 años. Dos de ellos doblaron y uno me encaró: esto es un asalto y dame toda la plata que tengas, me dijo. Le contesté que no tenía guita. Entonces nos pusimos a discutir y en un momento, cuando parece que se puso molesto, peló una pistola y me tiró desde un metro de distancia”, contó.
Si hace falta algún otro caso para corroborar lo que dice Arnedo de que “puede pasarle a cualquiera”, vaya la historia de Daniel Dany Boy Zimbello, trombonista y pianista de Los Auténticos Decadentes. El año pasado estaba entrando a su casa de Martínez cuando le pegaron un culatazo y una trompada en la cabeza. Los ladrones querían entrar a la casa, pero el músico, consciente de que adentro estaban su mujer y sus hijos, se aferró a un árbol. Entonces hubo más golpes y discusiones. Finalmente lo metieron en su propio auto, donde comenzó el diálogo. “Me preguntaron de qué laburaba y yo cambiaba de tema, porque tenía miedo de que volvieran cuando saliera en un diario que yo estaba de gira. Finalmente les dije que era de los Decadentes y uno era fanático. Pero no me creían, así que me hicieron cantar un par de canciones. Entonces me llevaron a donde vivían ellos y me presentaban a sus amigos. Finalmente terminamos comiendo en un McDonald’s.”

 

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