Por Roque Casciero
El bajista del grupo Divididos,
Diego Arnedo, sufrió el susto de su vida, cuando un hombre que
le robó su auto lo golpeó duramente, provocándole
heridas que obligaron a su hospitalización. Como consecuencia del
incidente, el concierto que el grupo iba a brindar mañana en La
Plata fue postergado y Arnedo cumple reposo absoluto en su casa de Hurlinghan.
Esto no sólo le pasa al bajista de un grupo de rock; esto
es lo que le ocurre hoy a cualquier ciudadano a cualquier hora, en cualquier
barrio y por cualquier motivo. El mensaje para la gente es que se cuide
y que cuide a su familia para que no le roben la paz, que es lo más
importante que tenemos, dijo ayer el ex integrante del grupo Sumo
cuando se decidió a hacer público el incidente ocurrido
en la madrugada del lunes.
El domingo por la noche, después de asistir a un concierto del
saxofonista Maceo Parker, Arnedo se dirigió a Parque Patricios,
donde vive la madre de su novia. Allí, en Maza al 2100, fue víctima
del asalto. El músico sólo alcanzó a ver a un hombre,
que le apuntaba con un arma y le decía: Dame el auto o te
mato. El bajista esbozó una protesta verbal. El asaltante,
entonces, usó su arma para golpearlo, lo que le produjo fracturas
en la nariz y varias contusiones. Tras eso, huyó a bordo del Alfa
Romeo del artista. Ensangrentado, dolorido e indignado, el músico
fue trasladado poco después al cercano hospital Pena y luego al
sanatorio Colegiales. Ahora se encuentra en su casa de Hurlingham, donde
debe guardar reposo.
Perdí la tranquilidad; empecé a tener miedo,
dijo ayer el músico en una entrevista radial, que concedió,
según aclaró, como una manera de avisarle en persona
a los fans sobre la postergación del show. En la entrevista, Arnedo
reiteró que a cualquiera puede sucederle algo semejante y explicó
que, más allá de los golpes, lo más grave le parecen
la impotencia y la sensación de inseguridad que provocan hechos
así. Hoy a la mañana me levanté, me miré
en el espejo y vi la cara de la realidad, afirmó.
La salud de Arnedo ya había sido el motivo de una postergación
de un show del grupo: en 1998, poco antes de tocar en el ciclo Buenos
Aires Vivo II, una pancreatitis aguda edematosa lo mandó a terapia
intensiva durante cinco días e hizo temer seriamente por su vida.
Volví del más allá, estoy como Víctor
Sueyro, se rió después de la recuperación.
Cuando el trío que completan el cantante y guitarrista Ricardo
Mollo y el baterista Jorge Araujo finalmente estuvo en condiciones
de tocar, ofreció un show demoledor, como varios de los que concretó
luego de editar el año pasado su sexto disco de estudios Narigón
del siglo.
No es la primera vez en los últimos años que un rockero
sufre un ataque brutal durante un robo: la madrugada del 4 de setiembre
de 1994, el también bajista Micki Rodríguez (Los Piojos)
recibió un balazo en el pómulo derecho. Fue en Ciudad Jardín,
el barrio de El Palomar donde vivía. En eso veo que venían
tres pibes hacia nosotros; parecían chicos de 18 o 20 años.
Dos de ellos doblaron y uno me encaró: esto es un asalto y dame
toda la plata que tengas, me dijo. Le contesté que no tenía
guita. Entonces nos pusimos a discutir y en un momento, cuando parece
que se puso molesto, peló una pistola y me tiró desde un
metro de distancia, contó.
Si hace falta algún otro caso para corroborar lo que dice Arnedo
de que puede pasarle a cualquiera, vaya la historia de Daniel
Dany Boy Zimbello, trombonista y pianista de Los Auténticos Decadentes.
El año pasado estaba entrando a su casa de Martínez cuando
le pegaron un culatazo y una trompada en la cabeza. Los ladrones querían
entrar a la casa, pero el músico, consciente de que adentro estaban
su mujer y sus hijos, se aferró a un árbol. Entonces hubo
más golpes y discusiones. Finalmente lo metieron en su propio auto,
donde comenzó el diálogo. Me preguntaron de qué
laburaba y yo cambiaba de tema, porque tenía miedo de que volvieran
cuando saliera en un diario que yo estaba de gira. Finalmente les dije
que era de los Decadentes y uno era fanático. Pero no me creían,
así que me hicieron cantar un par de canciones. Entonces me llevaron
a donde vivían ellos y me presentaban a sus amigos. Finalmente
terminamos comiendo en un McDonalds.
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