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ETCHECOLATZ FUE DETENIDO AYER EN LA PLATA POR ROBO DE BEBES
Con todo el odio tras las rejas

Antes de ser detenido, el ayudante de Camps declaró en los tribunales porteños por amenazas. Su guardia golpeó a mansalva.

Mente: Etchecolatz calificó como �un tratamiento� las torturas que le aplicó a Alfredo Bravo y dijo que �hubiese sido un privilegio� violar a una mujer.

Etchecolatz, flanqueado por la Federal antes de ser detenido.
Acusado por la apropiación de la hija de los desaparecidos uruguayos.

La policía escoltó a Miguel Osvaldo Etchecolatz hasta un taxi, pero no impidió que sus seguidores apalearan a miembros de Izquierda Unida y periodistas. El comisario estaba acostumbrado a ostentar la impunidad que gozaba desde que fue favorecido con la Ley de Obediencia Debida y lo demostró al mediodía, a la salida del tribunal en el que se realizó la segunda jornada del juicio oral en su contra por “amenaza de muerte e intimidación pública” a un grupo de jóvenes que lo repudió en una plaza. Pero, por la tarde, sus beneficios comenzaron a esfumarse. Fue detenido por su responsabilidad en la apropiación de una hija de desaparecidos por orden del juez platense Arnaldo Corazza, quien ya había encarcelado al médico Jorge Bergés. El martes próximo, el magistrado indagará al ex general Guillermo “Pajarito” Suárez Mason, que está arrestado en la causa por el plan sistemático de robo de bebés durante la última dictadura.
La detención no impidió que el ex director de Investigaciones de la Policía de la Provincia de Buenos Aires abandonara el cinismo que lo caracteriza. Entró al juzgado de Corazza esposado y sonriente, con el mismo traje gris con corte setentista con el que se presentó a declarar en el juicio oral en el despacho del juez Omar Facciuto.
Corazza está investigando la apropiación de la hija de los desaparecidos uruguayos Aída Sanz y Eduardo Gallo. Aída era enfermera y trabajaba en la unidad de terapia intensiva de la Asociación Española de Buenos Aires. Vino a la Argentina huyendo de la represión, pero fue una de las víctimas del Plan Cóndor. El 23 de diciembre de 1977, a los 27 años y con un embarazo de nueve meses, fue secuestrada en su domicilio. Su madre, Elsa Fernández, que estaba en Buenos Aires para acompañarla en el parto, fue detenida en el mismo operativo. Pocos días después fue secuestrado su compañero, Eduardo Gallo. Por testimonios de sobrevivientes del Pozo de Banfield se supo que el 27 de diciembre Aída dio a luz a una beba que llamó Carmen. La niña fue criada por un matrimonio ajeno a las Fuerzas Armadas que la llamó María de las Mercedes. Su falso certificado de nacimiento fue firmado por Bergés, que fue detenido el miércoles por la noche e indagado el jueves.
Tal como anticipó ayer Página/12, el arresto del médico que firmó al menos doce partidas falsas de nacimientos de hijos de desaparecidos fue seguida por la detención de su superior en la cadena de mandos, es decir Etchecolatz, que fue el segundo de la Bonaerense durante la dictadura y la mano derecha de su jefe, el entonces coronel Ramón Camps, ya fallecido.
En democracia, el comisario se convirtió en un vocero de los más reaccionarios apologistas de los crímenes cometidos por el terrorismo de Estado. Su libro, La Otra campana del Nunca Más y su enfrentamiento televisivo con una de sus víctimas, el diputado Alfredo Bravo, le valieron una condena por injurias. En esa oportunidad el legislador tuvo que soportar que el represor se refiriera a las torturas que le aplicó como “un tratamiento” y que asegurara que “hubiese sido un privilegio” violar a una mujer.
“Nos solidarizamos con todos aquellos que han luchado limpiamente para que nuestro pabellón nacional no sea reemplazado por un trapo rojo”, dice el panfleto que repartían ayer los defensores de Etchecolatz –la “Agrupación Custodia”– frente al juzgado de Facciuto. En la puerta, miembros del MST aguardaron la salida del represor para tirarle huevos. Los “custodios” estaban preparados y comenzaron a agredir a los manifestantes y periodistas: quebraron la clavícula de Marcelo Stabile y rompieron una cámara de un fotógrafo del diario La Nación. Juan Carlos Giordano, director general del bloque de Izquierda Unida, informó que el lunes se iniciará una querella criminal contra los agresores y los policías que participaron del incidente. Los manifestantes pudieron rescatar la identificación de uno de los efectivos policiales de apellidoLópez, que amenazó a un joven con un arma. El noticiero “Telenoche” reveló que los “custodios” son los mismos que boicotearon el año pasado la muestra del artista plástico León Ferrari por considerarla “blasfema”. Dos mellizos que defendieron a Etchecolatz atienden en la librería religiosa Editorial Santiago Apóstol y una mujer que participó de los incidentes es profesora en el colegio Inmaculada Concepción.
Etchecolatz fue condenado en diciembre de 1986 a 23 años de prisión por 95 casos de tormentos. Después de la Obediencia Debida no volvió a prisión, pese a que el comisario tuvo responsabilidad sobre los nacimientos clandestinos ocurridos en los centros dependientes de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, como los Pozos de Banfield, Arana, Quilmes y la comisaría quinta de La Plata, delitos no amparados por aquella norma. Si el represor no era encarcelado ayer, iba a ser detenido en los próximos días por el juez federal porteño Rodolfo Canicoba Corral, que tiene a su cargo la causa del plan sistemático de robo de bebés durante la dictadura. También corría riesgo de ir a prisión, aunque por delitos menores, si era considerado culpable en el juicio por amenazas, que continúa el próximo 23. En La Plata, además, el juez federal Leopoldo Schiffrin había solicitado que la Cámara Federal que lleva el juicio por la Verdad lo citara por casos de desapariciones, homicidios y torturas por los que no había sido juzgado en la causa Camps.

 

Suárez Mason, relajado

El ex represor Carlos Guillermo Suárez Mason, quien cumple arresto domiciliario por su responsabilidad en el robo de bebés, fue visto en la calle por el periodista Carlos Kikuchi, en la zona de Plaza San Martín. “Para mí era Suárez Mason”, señaló el hombre de prensa, y agregó: “Yo caminaba hacia Plaza San Martín, y ahí veo a un viejito, sentado en la plaza, junto a un perro. Esa persona era muy parecida a Suárez Mason. No puedo asegurarlo, pero para mí era él”.
De comprobarse la violación de la prisión domiciliaria del ex responsable del Primer Cuerpo de Ejército durante la última dictadura, la Justicia podría cancelarle el beneficio y enviarlo a una cárcel.

 

Más cadáveres de desaparecidos

La reconstrucción de la verdad histórica no es sólo un fenómeno argentino; en Uruguay también tratan de esclarecer los puntos más oscuros de la última dictadura militar que sufrieron entre 1973 y 1985. En ese sentido, el Equipo Argentino de Antropología Forense cumplió un rol fundamental: ubicaron �algunos� cuerpos de uruguayos desaparecidos en Argentina durante el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional. Carlos Ramela, de la Comisión para la Paz de Uruguay, advirtió que los resultados son �preliminares� y que la confirmación oficial se llevará a cabo �en un mes�. Sin embargo, Javier Miranda, de la Agrupación de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos, aseguró que el descubrimiento �ya ha sido revelado a los familiares�, y que �hay certeza en la determinación�. Lo que todos saben es que se trataría de un acontecimiento histórico: sería la primera vez que se identifican restos de uruguayos asesinados por la dictadura argentina. Hasta ahora, sólo se repatrió a Uruguay el cuerpo de un secuestrado por la dictadura pinochetista. Los cuerpos estaban en distintos cementerios bonaerenses y el proceso de identificación lo realizaron los antropólogos argentinos, comparando fotografías y huellas digitales que tienen en su poder, con los registros enviados por la Comisión de Paz. Los familiares de los desaparecidos, una vez que tengan la confirmación oficial, viajarán a Buenos Aires y tramitarán el traslado de los cuerpos a Uruguay. �Es un acontecimiento histórico, que nos tiene que dar aliento en el camino que se está recorriendo�, concluyó Miranda.

 

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