La policía escoltó a Miguel Osvaldo Etchecolatz hasta un
taxi, pero no impidió que sus seguidores apalearan a miembros de
Izquierda Unida y periodistas. El comisario estaba acostumbrado a ostentar
la impunidad que gozaba desde que fue favorecido con la Ley de Obediencia
Debida y lo demostró al mediodía, a la salida del tribunal
en el que se realizó la segunda jornada del juicio oral en su contra
por amenaza de muerte e intimidación pública
a un grupo de jóvenes que lo repudió en una plaza. Pero,
por la tarde, sus beneficios comenzaron a esfumarse. Fue detenido por
su responsabilidad en la apropiación de una hija de desaparecidos
por orden del juez platense Arnaldo Corazza, quien ya había encarcelado
al médico Jorge Bergés. El martes próximo, el magistrado
indagará al ex general Guillermo Pajarito Suárez
Mason, que está arrestado en la causa por el plan sistemático
de robo de bebés durante la última dictadura.
La detención no impidió que el ex director de Investigaciones
de la Policía de la Provincia de Buenos Aires abandonara el cinismo
que lo caracteriza. Entró al juzgado de Corazza esposado y sonriente,
con el mismo traje gris con corte setentista con el que se presentó
a declarar en el juicio oral en el despacho del juez Omar Facciuto.
Corazza está investigando la apropiación de la hija de los
desaparecidos uruguayos Aída Sanz y Eduardo Gallo. Aída
era enfermera y trabajaba en la unidad de terapia intensiva de la Asociación
Española de Buenos Aires. Vino a la Argentina huyendo de la represión,
pero fue una de las víctimas del Plan Cóndor. El 23 de diciembre
de 1977, a los 27 años y con un embarazo de nueve meses, fue secuestrada
en su domicilio. Su madre, Elsa Fernández, que estaba en Buenos
Aires para acompañarla en el parto, fue detenida en el mismo operativo.
Pocos días después fue secuestrado su compañero,
Eduardo Gallo. Por testimonios de sobrevivientes del Pozo de Banfield
se supo que el 27 de diciembre Aída dio a luz a una beba que llamó
Carmen. La niña fue criada por un matrimonio ajeno a las Fuerzas
Armadas que la llamó María de las Mercedes. Su falso certificado
de nacimiento fue firmado por Bergés, que fue detenido el miércoles
por la noche e indagado el jueves.
Tal como anticipó ayer Página/12, el arresto del médico
que firmó al menos doce partidas falsas de nacimientos de hijos
de desaparecidos fue seguida por la detención de su superior en
la cadena de mandos, es decir Etchecolatz, que fue el segundo de la Bonaerense
durante la dictadura y la mano derecha de su jefe, el entonces coronel
Ramón Camps, ya fallecido.
En democracia, el comisario se convirtió en un vocero de los más
reaccionarios apologistas de los crímenes cometidos por el terrorismo
de Estado. Su libro, La Otra campana del Nunca Más y su enfrentamiento
televisivo con una de sus víctimas, el diputado Alfredo Bravo,
le valieron una condena por injurias. En esa oportunidad el legislador
tuvo que soportar que el represor se refiriera a las torturas que le aplicó
como un tratamiento y que asegurara que hubiese sido
un privilegio violar a una mujer.
Nos solidarizamos con todos aquellos que han luchado limpiamente
para que nuestro pabellón nacional no sea reemplazado por un trapo
rojo, dice el panfleto que repartían ayer los defensores
de Etchecolatz la Agrupación Custodia frente
al juzgado de Facciuto. En la puerta, miembros del MST aguardaron la salida
del represor para tirarle huevos. Los custodios estaban preparados
y comenzaron a agredir a los manifestantes y periodistas: quebraron la
clavícula de Marcelo Stabile y rompieron una cámara de un
fotógrafo del diario La Nación. Juan Carlos Giordano, director
general del bloque de Izquierda Unida, informó que el lunes se
iniciará una querella criminal contra los agresores y los policías
que participaron del incidente. Los manifestantes pudieron rescatar la
identificación de uno de los efectivos policiales de apellidoLópez,
que amenazó a un joven con un arma. El noticiero Telenoche
reveló que los custodios son los mismos que boicotearon
el año pasado la muestra del artista plástico León
Ferrari por considerarla blasfema. Dos mellizos que defendieron
a Etchecolatz atienden en la librería religiosa Editorial Santiago
Apóstol y una mujer que participó de los incidentes es profesora
en el colegio Inmaculada Concepción.
Etchecolatz fue condenado en diciembre de 1986 a 23 años de prisión
por 95 casos de tormentos. Después de la Obediencia Debida no volvió
a prisión, pese a que el comisario tuvo responsabilidad sobre los
nacimientos clandestinos ocurridos en los centros dependientes de la Policía
de la Provincia de Buenos Aires, como los Pozos de Banfield, Arana, Quilmes
y la comisaría quinta de La Plata, delitos no amparados por aquella
norma. Si el represor no era encarcelado ayer, iba a ser detenido en los
próximos días por el juez federal porteño Rodolfo
Canicoba Corral, que tiene a su cargo la causa del plan sistemático
de robo de bebés durante la dictadura. También corría
riesgo de ir a prisión, aunque por delitos menores, si era considerado
culpable en el juicio por amenazas, que continúa el próximo
23. En La Plata, además, el juez federal Leopoldo Schiffrin había
solicitado que la Cámara Federal que lleva el juicio por la Verdad
lo citara por casos de desapariciones, homicidios y torturas por los que
no había sido juzgado en la causa Camps.
Suárez Mason,
relajado
El ex represor Carlos Guillermo Suárez Mason, quien cumple
arresto domiciliario por su responsabilidad en el robo de bebés,
fue visto en la calle por el periodista Carlos Kikuchi, en la zona
de Plaza San Martín. Para mí era Suárez
Mason, señaló el hombre de prensa, y agregó:
Yo caminaba hacia Plaza San Martín, y ahí veo
a un viejito, sentado en la plaza, junto a un perro. Esa persona
era muy parecida a Suárez Mason. No puedo asegurarlo, pero
para mí era él.
De comprobarse la violación de la prisión domiciliaria
del ex responsable del Primer Cuerpo de Ejército durante
la última dictadura, la Justicia podría cancelarle
el beneficio y enviarlo a una cárcel.
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Más
cadáveres de desaparecidos
La reconstrucción de la verdad
histórica no es sólo un fenómeno argentino; en Uruguay también tratan
de esclarecer los puntos más oscuros de la última dictadura militar que
sufrieron entre 1973 y 1985. En ese sentido, el Equipo Argentino de Antropología
Forense cumplió un rol fundamental: ubicaron �algunos� cuerpos de uruguayos
desaparecidos en Argentina durante el autodenominado Proceso de Reorganización
Nacional. Carlos Ramela, de la Comisión para la Paz de Uruguay, advirtió
que los resultados son �preliminares� y que la confirmación oficial se
llevará a cabo �en un mes�. Sin embargo, Javier Miranda, de la Agrupación
de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos, aseguró que el descubrimiento
�ya ha sido revelado a los familiares�, y que �hay certeza en la determinación�.
Lo que todos saben es que se trataría de un acontecimiento histórico:
sería la primera vez que se identifican restos de uruguayos asesinados
por la dictadura argentina. Hasta ahora, sólo se repatrió a Uruguay el
cuerpo de un secuestrado por la dictadura pinochetista. Los cuerpos estaban
en distintos cementerios bonaerenses y el proceso de identificación lo
realizaron los antropólogos argentinos, comparando fotografías y huellas
digitales que tienen en su poder, con los registros enviados por la Comisión
de Paz. Los familiares de los desaparecidos, una vez que tengan la confirmación
oficial, viajarán a Buenos Aires y tramitarán el traslado de los cuerpos
a Uruguay. �Es un acontecimiento histórico, que nos tiene que dar aliento
en el camino que se está recorriendo�, concluyó Miranda.
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