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PAGINA/12 PUBLICA CUATRO DISCOS DE ALBERTO CORTEZ
Esas canciones que todos conocen

Clásicos como �Cuando un
amigo se va�, �Castillos en el
aire� y �El abuelo�, entre otros, componen la colección �Intimo�, que acompañará la edición del diario desde mañana, durante cuatro domingos. En todas las canciones participa el notable pianista y arreglador Ricardo Miralles.

Por Fernando D’Addario

En 1996 Alberto Cortez sufrió una gravísima obstrucción de la carótida, que lo puso al borde de la muerte. Los médicos aseguran que estuvo dos veces clínicamente muerto. Pero se salvó, circunstancia que el músico atribuyó a la providencia. Aunque no se conoce qué negociaciones entabló con el más allá, se sabe que en el ámbito terrenal, siempre más fugaz, tomó tiempo después la decisión de hacer resucitar también sus canciones más conocidas, concediéndoles de ese modo un plus de permanencia en el imaginario colectivo. Llamó a Ricardo Miralles, el notable músico y arreglador de buena parte de la carrera de Joan Manuel Serrat, y se entregó con su habitual energía artística a la regrabación de sus mayores éxitos. A partir de mañana, y los tres domingos siguientes, Página/12 ofrecerá, con un precio de compra opcional de 6$, cuatro cd’s que incluyen clásicos de su repertorio y de la canción popular, desde “Cuando un amigo se va” hasta “El abuelo”, pasando por “Castillos en el aire” y “Como el primer día”.
La colección se llamará Intimo, una denominación que define la naturaleza de aquel proyecto. La voz de Cortez y el piano de Miralles atraviesan todos los temas, despojados de cualquier otro tipo de instrumentación, y pese a ello (o quizás debido a ello) los devuelven intactos en su esencia original. A diferencia de los tres primeros discos, cuyas canciones corresponden a diferentes estilos y períodos artísticos del cantante nacido en el pueblo de Rancul (La Pampa), el cuarto cd tendrá un eje temático, relacionado con una de sus grandes obsesiones: los poetas hispanoamericanos que lo inspiraron desde siempre. El resto de los cd’s, si bien no responden a una ortodoxia selectiva, podrían ser agrupados según determinados matices: El primero abunda en canciones de amor, como “En un rincón del alma”, “Te llegará una rosa”, “¿A dónde diablos?” y “El amor desolado”, además del amor fraterno y agradecido que le dedica, en “Eran tres”, a los Pablos Neruda, Picasso y Casals; el tercero, en gran medida, es una galería de personajes concebidos según esa particular mezcla de candor y fuerza dramática que Cortez supo contagiar: “Qué maravilla, Goyo” (dedicado a uno de sus mejores amigos, que acababa de ser padre), “Camilo” (en honor al escritor Camilo José Cela), “A Daniel”, “Chiquitín grandulón” y “Juan Golondrina”, entre otros. También está incluido “A todo corazón”, la canción con que se difundió su regreso a los escenarios hace tres años, y que, en virtud de la dolencia que lo había afectado, sensibilizó especialmente a su público. Tanto lo sensibilizó que le “perdonó” su acercamiento a Carlos Menem, quien lo alojó en la quinta de Olivos durante el posoperatorio.
Podría decirse que el segundo disco es el único que contiene canciones elegidas al azar, un popurrí de melodías marcadas por su estilo inconfundible: la voz de barítono imponiéndose, ampulosa y gestual, aunque en diálogo armónico con el piano de Miralles. Entre otras, descansan allí “La canción de las cigarras”, “Alma mía”, “La bordadora de luz”, “Carta a mi viejo” y “El abuelo”, entre otras.
El último cd abre con el himno “Gracias a la vida”, de Violeta Parra y, a medida que aparecen las canciones, se abre el abanico de homenajes a otros tantos poetas españoles y latinoamericanos, de todos los tiempos, que Cortez volvió a musicalizar (en su momento fue el germen de su éxito en España) con el aporte de Miralles. Su “Suite Machado” incluye “Yo voy soñando caminos”, “Guitarra del mesón” y “Retrato/las moscas”. De Miguel Hernández canta “Nanas de la cebolla”, en tanto también se sumerge en los clásicos españoles: la picaresca “Cura” (Luis de Góngora), “Bellaco” (Lope de Vega). Recuerda a Pablo Neruda en “Poema Nº 15” y “Poema Nº 20”, a Borges en “La lluvia sucede en el pasado” y a Pedro B. Palacios (Almafuerte) en “A mi madre” (cuya música le pertenece a Carlos Gardel) y en sus “Décimas”.
El cantante que se aprecia en estos cuatro discos es, en definitiva, el que con diversos matices, contradicciones y sobresaltos, lleva cuarentaaños arriba de los escenarios del mundo. El que editó con timidez su primer disco con el megahit Mr Sucusucu, y poco tiempo después, en 1964, se radicó en España (lo llevó el armoniquista Hugo Díaz, con quien se presentaban en los primeros tiempos con el poco redituable nombre de “Argentine International Show and Ballet Group”), donde lo adoptaron definitivamente. El que de adolescente les cantaba a las coperas en los cabarets de mala muerte, el que llegó a actuar en el Teatro Colón y el mismo que el próximo 30 de abril se presentará con Los Andariegos en el mismísimo Olympia de París.

 

CURA

(Luis de gongora y argote - a. cortez)

Cura que en la vecindad
vive con desenvoltura
para qué le llaman cura
si es la misma enfermedad
para qué le llaman cura
si es la misma enfermedad.

El cura que seglar fue
y tan seglar se quedó
y aunque órdenes recibió
hoy tan sin orden se ve
pues de sus vecinas sé
que perdió la continencia
no le llaman reverencia
que se hace paternidad.

Cura que en la vecindad
vive con desenvoltura
para qué le llaman cura
si es la misma enfermedad
para qué le llaman cura
si es la misma enfermedad.

Si es una u otra comadre
de cuantas vecinas vemos
de hoy más su nombre mudemos
de cura al de compadre
y si le llamare padre
algún rapaz tiernamente
la voz de aquel inocente
misterio encierra y verdad.

Cura que en la vecindad
vive con desenvoltura
para qué le llaman cura
si es la misma enfermedad
para qué le llaman cura
si es la misma enfermedad.

Cura que a su barrio entero
trata de escandalizallo
ya no es cura sino gallo
de todo aquel gallinero
que enfermó por su dinero
a las más que toque el preste
ya no es cura sino peste
de tan mala cualidad.

Cura que en la vecindad
vive con desenvoltura
para qué le llaman cura
si es la misma enfermedad
para qué le llaman cura
si es la misma enfermedad
para qué le llaman cura
si es la misma enfermedad.

 

Castillos en el aire
(Alberto Cortez)

Quiso volar igual que las gaviotas
libre en el aire, por el aire libre
y los demás dijeron pobre idiota
no sabe que volar es imposible.
Más él alzó los sueños hacia el cielo
y poco a poco fue ganando altura
y los demás quedaron en el suelo
guardando la cordura.
Y construyó castillos en el aire
a pleno sol con nubes de algodón
en un lugar adonde nunca nadie
pudo llegar usando la razón.
Y construyó ventanas fabulosas
llenas de luz, de magia y de color
y convocó al duende de las cosas
que tienen mucho que ver con el amor.
En los demás al verlo tan dichoso
cundió la alarma se dictaron normas
no vaya a ser que fuera contagioso
tratar de ser feliz de aquella forma.
La conclusión es clara y contundente
lo condenaron por su chifladura
a convivir de nuevo con la gente
vestido de cordura.
Por construir castillos en el aire
a pleno sol, con nubes de algodón
en un lugar, adonde nadie nunca nadie
pudo llegar, usando la razón.
Y por abrir ventanas fabulosas
llenas de luz, de magia y de color
y convocar al duende de las cosas
que tienen mucho que ver con el amor.
Acaba aquí la historia del idiota
que por el aire, como el aire libre
quiso volar igual que las gaviotas
pero eso es imposible.
¿O no? ¿A ver?
La, la, laralalá....

 

 

Serrat ganó el juicio

La Justicia falló a favor del español Joan Manuel Serrat en un juicio por plagio que le entabló un compositor argentino, a raíz de la presunta copia de la canción “Fiesta”, una de las más populares de su repertorio. La Sala H de la Cámara en lo Civil rechazó una demanda por “violación a la Ley de Propiedad Intelectual” entablada por Leopoldo Díaz Vélez, quien sostuvo que “La milonga y yo” –que interpretaba Tita Merello–, que compuso junto a Amado Alberto “Tito” Rivero, fue copiada por Serrat cuando escribió “Fiesta”. Los jueces Marcelo Jesús Achával y Claudio Kiper confirmaron un fallo de primera instancia de Cecilia Rejo, titular del juzgado número 79, que rechazó el planteo de Díaz Vélez, quien —al perder el juicio— deberá pagar costas y honorarios de los abogados por un monto aproximado a los 100 mil pesos. Díaz Vélez adujo que Serrat utilizó en su canción secciones musicales y estrofas de la poesía que “corresponden a compases que han sido el motivo estructural de la obra” de su autoría. Pero peritos técnicos de Sadaic estimaron que no existe “similitud musical” entre ambas piezas, a pesar de que “La milonga y yo” dice en su estribillo: “vamos subiendo la cuesta que arriba la noche se viste de fiesta”, y la canción del español reza: “vamos subiendo la cuesta que arriba mi calle se vistió de fiesta”.

 

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