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ESTA NOCHE EMPIEZA LA TEMPORADA 2001 DEL CETC
Instrumentos y bailarines

�Variaciones cromáticas alrededor del naranja�, de Martín Bauer y Miguel Robles, abre la programación del Centro Experimental. Escrita para cello, dos pianos y vibráfonos, será dirigida por Santiago Santero.

Martín Bauer y Miguel Robles hablaron sobre la composición de la obra que se estrena hoy.

Por Diego Fischerman

El principio, como tantas veces, fue un malentendido. El compositor de la música hablaba de los corales de Bach y el coreógrafo pensaba que se trataba de masas coralinas en el océano. De ahí surgió el color naranja, que terminó imponiéndose no sólo en el título sino en el vestuario. Variaciones cromáticas alrededor del naranja, de Martín Bauer y Miguel Robles, se estrena hoy a las 20.30 y funcionará como apertura de la temporada 2001 del Centro Experimental del Teatro Colón (CETC).
La obra, cuyo origen había sido un homenaje a Johann Sebastian Bach para conmemorar el cuarto de milenio de su muerte, estaba programada para el año pasado. El cierre temporario del teatro, ocasionado por los problemas gremiales, hizo que se decidiera posponerla. Uno de los presupuestos de sus autores fue que ni la danza ni la música estuvieran subordinadas una a la otra. Que no hubiera jerarquías. El otro punto de partida fue que danza y música no se juntaran hasta los ensayos finales. Ambos trabajaron sobre algunos módulos prefijados. El resultado, a la manera de los trabajos de John Cage y Merce Cunningham, fue un misterio hasta último momento.
“De todas maneras –explica Bauer–, después de los primeros ensayos conjuntos hicimos algunos ajustes. En las pausas, en los ritmos, en las respiraciones.” Con funciones, además de la de esta noche, mañana a las 17, martes 10, miércoles 11 y sábado 14, las tres a las 20.30, y el domingo 15 a las 17, esta obra fue pensada, en palabras de Bauer, “como un contrapunto imaginario”. La dirección musical es de Santiago Santero y participan Martín Devoto en cello, Laura Daian y Marcelo Katz en pianos y Ezequiel Finger y Fabián Keoroglanian en vibráfonos. Los bailarines, integrantes de la compañía de Robles, son Virginia López, Analía Martorello, Ana Figueiredo, David Señoran, Ramiro Soñez, María Victoria Viberti, Daniel Vulliez y Margarita Wolf. La escenografía y el vestuario son de Alejandro Mateo; Miguel Angel Solowej y Betina Robles son los responsables de las luces y el diseño de sonido es de Mariano Fernández.
Uno de los elementos que se agregaron con los ensayos conjuntos entre música y movimiento fue, para el compositor, “el descubrimiento de los ruidos de los cuerpos en la danza”. En un contexto musical bastante homogéneo, explica, “esos ruidos, las risas de los bailarines, sus jadeos, los pies en el piso, funcionan como una variación musical más”. Robles relata que “a pesar del orden inicial, de esos módulos que habíamos decidido respetar, las cosas no podían meterse en cualquier parte; la música y la danza juntas empezaron a definir espacios de tensión distintos, nuevas posibilidades expresivas”.
El planteo de los dos autores, desde un comienzo, fue ir en contra de las relaciones narrativas o descriptivas obligatorias. Tratar de desligar tanto al sonido como al movimiento de cualquier connotación que no fuera el sonido o el movimiento mismo. “Pero también en esto hubo sorpresas”, cuenta Robles. “Porque al juntarnos, la obra se transformó en muy dramática. Yo había buscado trabajar sobre ciertos gestos y situaciones pero lavadas de sentido. En esa especie de rompecabezas, no se perseguía el sentido. Las acciones eran deliberadamente caprichosas. Al poner música, vestuario, luces, la obra empezó a tener una narrativa que quizás intuíamos pero que de ninguna manera sospechábamos que fuera a darse de esta manera.” Pero si para la danza fue fundamental el sonido, para la música fue esencial el pensamiento sobre el espacio. “Estuvo pensada espacialmente desde el principio –dice Bauer–. La situación de los instrumentos, en extremos opuestos del escenario y alrededor de los bailarines, es básica para que lo que suena sea lo que buscamos.”

 

Rep es de multitudes

Más de quinientos chicos abarrotaron el Complejo Cultural en que funciona la VII Feria Provincial del Libro de Santa Cruz, en Río Gallegos, para participar de un Taller sobre historieta a cargo del humorista Rep, de Página/12. El taller fue precedido de una conferencia, en que Rep y el representante para el interior de Página/12, Eduardo Moreyra, deleitaron al público contando la intimidad del trabajo cotidiano en un diario. El humorista recordó la emoción que sintió cuando apareció su primer trabajo en el diario y Moreyra habló sobre lo dificultoso, pero grato, que resulta a veces trabajar en un medio que reivindica su independencia. Al término del taller, Rep dibujó a pedido de los chicos que llenaron la sala. La Feria del Libro es el acontecimiento cultural más influyente de la provincia patagónica.

 

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